Opinión

Chubut: El virus dictatorial del gobierno provincial

Por Nilda Bulzomi (DNI 11.848.824).

Al abordar el conflicto que desde hace tiempo mantiene el gobierno de la provincia del Chubut con sus empleados estatales se puede caer en el reduccionismo habitual e insuficiente de hablar de la falta de pago en tiempo y forma de los salarios.

La falta de pago en tiempo y forma es una verdad evidente que comenzó en 2018. En los dos meses previos a las elecciones provinciales milagrosamente (las cuentas no se ordenaron, claro que no) hubo una primavera salarial de pagos en fecha y acuerdos paritarios generosos que dio aire a algunos sindicatos, ya entonces desbordados por las bases, y fundamentalmente dio aire al propio Mariano Arcioni que consigue una ajustada reelección. Pasadas las muy adelantadas elecciones provinciales los pagos vuelven a atrasarse.

Tal vez para dar una imagen de cierto orden en el desorden financiero de la provincia, Arcioni estableció el pago por rangos. Nada nuevo, Chubut tiene historia en eso. Y con la frase "No me van a decir que no tienen unos ahorritos para aguantar" desafió el reclamo de trabajadores activos y pasivos para vanagloriarse luego de que los sueldos de la provincia estaban entre más altos del país. Una afirmación sesgada que enmascara el costo de vida en Patagonia. Entre tanto, la obra social provincial estaba cortada por falta de pago a proveedores.

Con los jubilados como punta de lanza, ya que tampoco cobran sus haberes, se suceden meses de paros. Incontables marchas en todo el territorio provincial. Toma de edificios. Detención de dirigentes gremiales. Represión. Muerte de dos docentes. Hechos masivos que atestiguan la lucha y que desembocan en hechos dolorosos para los trabajadores. Hay dolor en el cuerpo, hay cansancio, hay un profundo dolor por el ninguneo a la humanidad de cada trabajador.

Pero el daño puede ser mayor aún. A la masa doliente deja de respetársele una y otra vez la fecha postergada de pago. Sin cronogramas de pago en los últimos meses, se llega casi a abril de 2020 con los sueldos de febrero y cláusulas paritarias adeudados en medio de una pandemia que inmoviliza.

El gobierno del Chubut viene sometiendo a sus trabajadores a la política de la espera. Y la espera, ya lo sabemos, es política de disciplinamiento, de demostración de poder. Es capital de dominación. Siéntese y espere. Todos sabemos cuándo nos lo dicen, quiénes y por qué. Hay estudios etnográficos que argumentan sobradamente que la espera es herramienta de control.

Los trabajadores activos y pasivos chubutenses vivimos el aislamiento social preventivo obligatorio en estas condiciones y a merced de un personaje que fue y sigue siendo repudiado por casi todos los sectores. Tan repudiado que a principios de noviembre de 2019, después de cuatro meses de paro docente, el entonces Ministro Coordinador tuvo que dejar su cargo: "Le he pido la renuncia al ministro Massoni. Esto es en razón de mantener la paz social y el bienestar de cada uno de los chubutenses" sostuvo el gobernador Mariano Arcioni.

El alejamiento de Massoni duró poco. Cuando se renueva el período gubernamental es designado por Arcioni como Ministro de Seguridad. Sufrimos su delirio autoritario nuevamente desde entonces.

Los y las chubutenses estamos profundamente comprometidos con las medidas de aislamiento dispuestas por el Gobierno Nacional. Las aplaudimos. Cuidamos a los nuestros, nos cuidamos. Asumimos nuestra responsabilidad y nuestras inquietudes en la coyuntura. No necesitamos sumar angustias ni que se ponga en riesgo el Estado de Derecho con disposiciones o resoluciones ilegales como lo son la 28/20 y 29/20 emitidas por el Ministerio de Seguridad sin el aval del Gobernador y mucho menos de la Legislatura. No estamos en guerra, es necesario entenderlo porque en la guerra pareciera valer todo. No hay Estado de Sitio. En una emergencia como la actual es cuando más debemos proteger las garantías constitucionales. En este tipo de emergencias es cuando debemos velar porque no sea la discrecionalidad del uniformado la que impere. No debemos diluir la democracia. Debemos fortalecer la solidaridad que es capital cultural en nuestra tierra, tanto que ha costado vidas.

Los y las chubutenses nos ponemos al hombro la confección de material de resguardo para el personal de salud insuficientemente equipado. Y generamos redes solidarias para colaborar con quienes menos tienen. Podemos hacer mucho desde nuestras casas. Lo que no podemos es sobrevivir sin nuestros salarios. Lo que no podemos es soportar el goce erótico que le proporciona el poder desmedido a un Ministro que ampara la inoperancia del gobierno provincial con sus medidas, declaraciones y acciones desbordantes de autoritarismo e impunidad aún antes de la actual emergencia.

A las y los chubutenses nos ensordece el silencio de una clase política que ha perdido la clase y la política. Y no estamos dispuestos a dejar nuestro futuro en manos del mercado que en este territorio se llama megaminería.

Si estas líneas llegaran al Sr. Presidente Alberto Fernández, quiero decirle enfáticamente que apoyamos las medidas que está tomando frente a la pandemia. Difíciles y necesarias. Apoyamos el Decreto 297/20. Somos conscientes de que necesitamos seguir resguardándonos. En nuestros hogares. Con nuestros salarios y al amparo del Estado de Derecho que la clase política chubutense ha decidido trocar por las sirenas de un Estado Policial.

Mientras escribo estas líneas, pasan a disponibilidad a una Comisaria por no detener a una pareja de ancianos que se trasladaban a su chacra a alimentar a sus animales y a un hombre que se dirigía, con sus niños a cargo, a una farmacia. Mientras escribo estas líneas veo con espanto cómo un efectivo de la policía provincial maltrata a un pasajero en un colectivo. Mientras escribo estas líneas Massoni promueve estas acciones y sigue siendo Ministro de Seguridad.

Que el gobierno provincial no nos contagie el virus dictatorial.