Opinión

Por ahora, la mejor vacuna es aislarse

Daniel Esteban Manoukian*.

Parece difícil entender que el aislamiento pueda resultar saludable pero frente el coronavirus es así. Soportando medidas tan estrictas, estamos expresando solidaridad. En el mundo se está demostrando que los países que logran mejores resultados en esta pandemia son los que reducen la tasa de contagio.

Trabajar en salud es sobre todo vincularse con otros, con muchos otros. Con personas que se acercan a las distintas puertas del sistema de salud con demandas muy diversas y con trabajadores de salud, que desde distintas miradas y trayectos laborales, intentan conformar un equipo que dé respuestas a esas demandas.

El trabajo en salud no puede ser analizado con la óptica que aporta la lógica industrial porque en salud, como en otras actividades de servicio, lo que se produce se consume en simultáneo. La producción de cuidado, usando palabras de Emerson Merhy, no se acumula como un bien tangible. Tanto es así que cuando la lógica industrial invade la organización en salud, imponiendo tiempos rígidos de consulta por ejemplo, lo hace a expensas de afectar el corazón del proceso de cuidado, esto es, el vínculo del trabajador de salud con la persona que solicita atención.

Por esa razón, para los trabajadores de salud y para la comunidad en general, resulta difícil entender que una medida que limita el contacto con otros y, que por ello cercena el vínculo, puede resultar saludable. Sin embargo, en estas circunstancias es así. Por ahora la mejor vacuna es evitar el contacto con otros, no para propiciar una comunidad individualista, sino por el contrario, para que soportando medidas tan estrictas estemos expresando solidaridad.

Tomas Pueyo desde España planteaba en un artículo el domingo 22 de marzo que ante esta pandemia"los países tienen dos opciones: luchar o sufrir una epidemia masiva.

Las distintas estrategias adoptadas en el mundo están demostrando que los países que logran mejores resultados en esta pandemia son los que reducen la tasa de contagio. En Salud Pública se utiliza el número básico de reproducción que se menciona como R0 para estimar la velocidad con que una enfermedad puede propagarse en una población. El R0 es el número promedio de casos nuevos que genera cada caso, o dicho de otra manera, a cuantos puede contagiar cada persona infectada en cada momento del brote. Si el R0 es menor a 1 la diseminación se va extinguiendo de a poco, en cambio cuando el R0 es mayor que 1 y cuanto más alto es, la propagación, es decir la infección de cada vez más personas aumenta.

En Wuhan al comienzo del brote el R0 era superior a 3, bastante más alto que la gripe aunque inferior al sarampión, con la gran diferencia que para estas dos hay vacuna específica. Wuhan registró el 24 de marzo el último caso propio, luego de las restricciones llegaron a un R0 de 0,3 y frenaron la epidemia en 56 días.

Pueyo sostiene que elegir el camino de la epidemia sin hacer esfuerzos por limitar el contagio, es asumir que habrá miles de muertes y en algunos países, millones y esa estrategia probablemente ni siquiera logre eliminar nuevas olas de infecciones. Si en cambio luchamos ahora, frenaremos las muertes, aliviaremos nuestro sistema de salud, aprenderemos y nos prepararemos mejor.

Al 27 de marzo Argentina superaba los 600 casos confirmados y los fallecimientos superan la decena, el 80% de los casos en personas menores de 60 años. Los que más se infectan son los más jóvenes, los activos, los que más circulan, pero el impacto de la enfermedad es peor en los mayores de 60 años. Por esa razón, Carla Vizzotti, Secretaria de Acceso a la salud del Ministerio de Salud de la Nación, insiste en sugerir que estas personas y las que tienen otras enfermedades, extremen las medidas de aislamiento social, y sean muy cuidadosos con las pautas de higiene de manos y del hogar, ya que el contacto con jóvenes, aunque éstos no tengan síntomas, puede determinar que se contagien y desarrollen la enfermedad. Reconociendo que a medida que pasan los días sostener la cuarentena se hace más pesado, la funcionaria convocó a insistir con seguir las recomendaciones persiguiendo el objetivo de reducir todo lo que se pueda la circulación del virus.

"Si elegimos luchar, la lucha será repentina y luego gradual. Estaremos encerrados durante semanas, no meses. Después, recuperaremos más y más libertades. Puede que no volvamos a la normalidad inmediatamente, pero lo haremos gradualmente, y podemos hacer todo sin olvidarnos del resto de la economía", sostuvo Tomás Pueyo.

No es la economía, es la vida. No es el enfrentamiento, es la unión de los argentinos. Por eso sostenemos que hasta ahora, la mejor vacuna es el aislamiento social. Ser pacientes, ser creativos, no bajar la guardia. Todos juntos, unidos, le vamos a ganar al virus y con Joan Manuel Serrat decimos que "antes que nada soy, partidario de vivir!!".

(*) Médico sanitarista, Cueseb (Centro Universitario de Estudios sobre Salud, Economía y Bienestar - UNC).

Fuente: Va Con Firma