Patagonia

Coronavirus: la historia casi cinematográfica de Cingolani, el contagiado de Pico Truncado

Se trata del paciente más próximo a Chubut. Víctor Cingolani pasó por Comodoro Rivadavia el miércoles 18 de marzo, cuando descendió en el aeropuerto Mosconi y en un remis recorrió los 9 kilómetros que lo separaban de la terminal de ómnibus. Allí compró un boleto en Sportman hasta Pico Truncado, ubicada a 120 kilómetros del límite con esta provincia.

Víctor Cingolani, de 38 años, se hizo famoso cuando estando en prisión por el crimen de Johana Casas contrajo enlace con su gemela, Edith, en 2013.

El caso tuvo repercusión mundial por sus características. Johana Casas fue asesinada de dos balazos el 16 de julio de 2010. Su cuerpo fue encontrado por un entrenador de perros que recorría un descampado ubicado a unos cuatro kilómetros del centro de Truncado, en una zona conocida como cordón forestal, cerca de un santuario de la Difunta Correa.

Por ese entonces Cingolani había dejado de salir con Johana: era novio de Edith.

"A la hora del crimen de mi hermana, sentí una puntada en el pecho. Siempre nos pasaba eso: cuando a una le ocurría algo malo, la otra lo sentía", confesó Edith en 2013 a la revista Orsai.

Los investigadores llegaron a dos sospechosos: Cingolani y Marcos "el Tosco" Díaz, el último novio de Johana. Según los pesquisas, los dos se habían puesto de acuerdo para matarla.

Primero fue juzgado Cingolani porque Díaz estuvo prófugo siete meses. En junio de 2012 lo condenaron a 13 años. Poco después Díaz fue condenado a 12 años por el mismo delito.

"Encontraron ADN de Díaz en la escena del crimen. En cambio, a Cingolani no lo ubicaron siquiera en ese lugar y nadie lo vio. Y la prueba de parafina que encontró pólvora fue mal hecha", explicó Lucas Chacón, abogado de Cingolani.

En el expediente, se describe a Tosco como un hombre violento, que solía espiar desde el techo a sus novias, no las dejaba salir, peleaba con cuchillo con sus rivales y hasta les disparaba en los pies para hacerlos "zapatear".

La situación procesal no fue el único cambio en esta historia policial. Si antes los padres de Johana acusaban a Cingolani de haberle lavado la cabeza a su otra hija Edith, luego bajaron los decibeles. Antes la mujer decía que su hija estaba poseída por el demonio.

La boda en prisión

El casamiento con Edith tuvo lugar el 14 de febrero de 2013, el Día de los Enamorados, mientras Cingolani continuaba preso. Pero ese día tuvo un permiso especial para salir. Habían pasado poco más de dos años y medio del crimen de Johana y solo un medio de la Ciudad de Buenos Aires pudo estar presente. Había pagado por la exclusividad.

Cingolani recuperaría la libertad 10 meses después de casarse y su vida ya había cambiado para siempre. Antes de que fuera acusado de asesinato era un joven de pueblo que trabajaba doce horas por día en una empresa petrolera. Hacía recorridos y había sido jefe de cuadrilla, ayudante en tareas generales y mecánico. Por las noches, si no llegaba cansado, salía con sus amigos. Prefería ir a los prostíbulos antes que a los bares.

"A Johana la conocí en el bingo, un mediodía. Yo venía de una racha ganadora. La miré y le hice señas. Enseguida se levantó y fue con una amiga al baño. Al salir me tocó la espalda, me di vuelta y me dio un papelito", contó alguna vez Cingolani, quien negó haber dejado a Johana por Edith.

"Con Johana nos separamos porque ella quería tener hijos y yo no. Además a Johana no le gustaba la noche. Edith era mi cuñada. Su novio se llamaba Wilfredo. Salíamos los cuatro. A veces la invitaba a salir a Johana y como Edith estaba sola venía con nosotros. Me sedujo su humildad, su sencillez, su bondad. Ella es muy reservada. Su hermana, que quería ser modelo y hasta fue elegida Reina de la Belleza de Pico Truncado, era más revoltosa", describió Cingolani en su momento.

Desde entonces la pareja no había vuelto a los primeros planos hasta ahora en que todo vuelve a revivirse, incluso el apodo que en el pueblo le pusieron a Cingolani: Osama Bin Laden.