TEXTOS Y FOTOS: LUCAS BRITAPAJA, NANCY CALFIN Y NOELIA OTERO*.
La región se retroalimenta con elementos andinos y costumbres argentinas. A las prácticas de solidaridad las familias le sumaron la hoja de coca y el horno de barro. El fútbol, la escuela pública y los vínculos de amistad y de pareja con otros argentinos dieron lugar a una novedosa, rica y dinámica cultura local. Igualmente, la vinculación con Bolivia sigue presente en el envío de información y parte de sus ganancias.
El asentamiento y modelo de producción que lograron las familias bolivianas surge de un fenómeno migratorio internacional que afectó a todo el territorio argentino. Además, en Chubut existían además ciertas precondiciones que lo favorecieron: la carencia de una producción a gran escala y el despoblamiento de las chacras.
"No había rutas, ni gas, ni puntos de venta", afirma Donato sobre la situación del Valle al momento de su llegada. Sobre el panorama laboral y productivo agrega: "Acá no trabajaba nadie. Cuando vine trabajé allá arriba y ahí ese mismo año me compré esta chacra, compré casa. En ese tiempo se vendía bien, valía lo que se producía".
A medida que los propietarios originales de las chacras fueron desapareciendo, los hijos optaron por vivir en las ciudades, se volcaron a actividades profesionales y descuidaron la producción chacarera.
Se produjo una situación de abandono que terminó constituyendo un factor determinante para que las familias provenientes de Bolivia comenzaran a instalarse, alquilar y convertirse en chacareros.
Donato explica cómo se fue dando este cambio demográfico: "Se muere el galenso y se lo deja al hijo. Pero el hijo lo vende o lo alquila y se va al pueblo. Tierra había... no había quién la trabaje así que ahora acá somos todos bolivianos".
El origen boliviano y su vivencia en Argentina les ha dado una retroalimentación cultural que se expresó no sólo en sus vidas sino también en el sector de las chacras y también en las ciudades del Valle. "También tengo un yerno y una nuera argentinos", remarca Eustasia describiendo el proceso de vinculación social que han tenido en su familia.
Miguel construye la vivienda en la chacra recientemente alquilada. Pronto pondrá a producir las parcelas donde crecían los yuyos.
"Bolivianización"
Si bien algunos científicos sociales proponen el término "bolivianización" de la agricultura, en este trabajo se entiende que si eso es así también se da una argentinización de estos migrantes.
Además de vincularse matrimonialmente con argentinos, muchos de ellos han nacido en este país, disfrutan la cultura nacional (como el fútbol), asisten a las escuelas, hacen amigos y casi todos tienen el documento de identidad nacional.
Uno de los aspectos que más adhesiones genera en las sociedades locales es el espíritu colectivo. La solidaridad entre paisanos y familiares contribuye al progreso económico. En algunos despierta admiración, pero en otros genera suspicacia, rechazo y hasta posiciones discriminatorias. Lo cierto es que la vinculación entre familias de origen boliviana en base a la reciprocidad y solidaridad tiene raíces culturales muy antiguas.
Además de este cambio demográfico en las chacras y localidades aledañas, el paisaje rural del Valle Inferior del río Chubut ha sido transformado culturalmente por familias extensas habitando las unidades productivas, por la multiplicación de los hornos de barro en los costados de las casas, los puestos de venta y el trabajo intensivo. Un paisaje que además de modificado, parece haber adquirido un ritmo acelerado tanto en lo productivo como en cuanto al fenómeno migratorio.
Vínculos persistentes con Bolivia
Las relaciones familiares los vinculan con los que se quedaron en Sucre, Tarija o Villazón. Los que llegaron recientemente aprovechan el periodo de mitad de año -cuando las tareas chacareras son menos demandantes- para viajar a sus pueblos de origen y visitarlos. Sin embargo, para los jóvenes que ya son nacidos en Argentina las ganas de viajar a Bolivia disminuyen: "Mis hijos conocen, pero no quieren volver allá", cuenta Adela.
Hace unos años, en esta zona de la Patagonia era muy difícil conseguir hojas de coca. Esa carencia determinó la trayectoria de algunos que decidieron volverse. Pero a medida que los bolivianos se fueron asentando cada vez más al sur, los circuitos de comercialización de coca se hicieron más comunes y abundantes.
Otro de los aspectos que actualmente ayuda a la permanencia en la región es el acceso a la tecnología para estar informado sobre lo que pasa en Bolivia. Las redes sociales son muy efectivas al momento de comunicarse y enviarse información útil para los nuevos migrantes o para quienes están pensando en hacerlo. La información es central para la decisión de migrar.
Jaime Choque, uno de los hijos de Donato, recorre las parcelas.
Una mirada política
El acceso a las noticias les permite conocer qué está pasando en su país respecto a las cuestiones políticas. Rufino y Clemente son los que más acceden a conversar sobre estos temas y los cambios que se fueron dando en los últimos años. "Con Evo se hicieron muchas cosas. En mi zona hasta fábrica de fertilizantes han puesto", cuenta Rufino que está en Argentina hace casi cuarenta años. También Oreste se manifestó a favor de los cambios producidos durante los gobiernos de Morales en Bolivia, y trazó algunas comparaciones con los últimos años de Argentina: "Si me dan dos millones por todo, por la producción, los tractores y la tierra, me voy", nos aseguró luego de comentar que desde 2016 hasta 2018 los márgenes de rentabilidad de su trabajo chacarero eran bastante menores. Respecto a la situación de Bolivia, unos cuantos meses antes de producirse el golpe de Estado contra Evo Morales, Oreste afirmaba: "Ahora están de diez allá".
De todos modos, además de información y contacto familiar o político, las redes que conforman estos migrantes con sus lugares de origen sirven también para el envío de remesas.
Cuando una familia, un productor o un migrante recién llegado puede hacer una diferencia de dinero que le permita progresar, también envía una porción de sus ganancias a los que se quedaron en su tierra natal. "Trabajé en Villa Regina cosechando manzanas y ahí ganaba mucha plata. Hasta de noche cosechaba y de ahí llevaba para Bolivia unos pesos", contaba Donato.
Sin embargo, el sentimiento de soledad también invade a los recién llegados, sobre todo cuando las redes de contención entre parientes no les alcanza. "Ojalá quisieran venir porque acá no tengo a nadie, sólo a la familia de mi marido", contaba Sofía mientras miraba la parcela de cebolla recién desmalezada y distante a más de 2000 kilómetros de Sucre. Y luego de un largo silencio suelta un deseo: "Por lo menos que vengan a visitarme".
*Tres fotógrafos con formación en diferentes disciplinas comenzaron hace tres años este proyecto de registro fotográfico y recopilación de testimonios que hoy terminar de publicarse en El Extremo Sur.
Lucas Britapaja nació en Sarmiento. Es periodista y estudiante de Historia.
Nancy Calfin nació en Trelew. Es profesional en Ciencias Ambientales.
Noelia Otero nació en Río Gallegos. Es docente en Ciencia Política.