Petróleo

La crisis petrolera desatada por el Coronavirus demanda subsidios estatales y reducción de ganancias empresarias

El mundo se conmovió ayer con la caída de los precios de venta del petróleo a futuro, alcanzando niveles negativos especulativos. Si bien aún no se llegó a los niveles de la baja de 1998, las perspectivas no son alentadoras, porque la demanda mundial de crudo está casi paralizada y para resolver el problema harían falta al menos dos medidas esenciales tanto en Argentina como en Chubut.

Por un lado, el Estado nacional debería emitir y cubrir la diferencia del barril criollo subsidiado. Por el otro, las empresas del sector deberían asumir una reducción en sus niveles de rentabilidad. Las pérdidas en esta crisis deben ser compartidas entre el sector estatal y el privado.

La venta a futuro del petróleo a valores negativos impactó informativamente en el mundo entero, pero es necesario aclarar que esos precios tan decrecientes son parte de las ventas de crudo a futuro y responden esencialmente a valores especulativos de los mercados.

En verdad el crudo en su modalidad Brent europeo ayer cerró en 25 dólares por barril y el WTI estadounidense cayó a los 20 dólares. Hoy esos valores están un poco más bajos, ubicándose en los 20 y 15 dólares respectivamente con una alta volatilidad en el minuto a minuto.

El impacto real en los precios

En ese panorama tan declinante, el precio crudo Escalante de Chubut y la Cuenca del Golfo San Jorge -que incluye el norte de Santa Cruz- estaría siguiendo las curvas decrecientes. Las estimaciones del precio local del crudo hoy estaría más cercana a una fluctuación real de entre 15 y 20 dólares.

Respecto del WTI el crudo provincial viene manteniendo un nivel de equilibrio con el precio internacional (0,56 centavos de dólar por debajo en el último año), e inclusive a veces cotiza por encima del petróleo texano; mientras que al compararlo con el Brent la brecha se ensancha a valores que en promedio rondan los 7 dólares por barril en los últimos doce meses.

Si bien este panorama no es para nada alentador, vale aclarar que el precio del crudo Escalante y los valores internacionales aún no alcanzaron los niveles de baja producidas en 1998 cuando el petróleo cotizó a 11 dólares por barril. La extrema volatilidad actual podría producir una paridad con la última crisis de magnitud.

Pandemia y perspectivas

Las perspectivas de los precios son casi imprevisibles, tanto por los altísimos niveles de especulación en los valores internacional como por el impacto de la crisis mundial generada por el COVID-19 y el parate de buena parte de la actividad productiva y el consumo planetario.

A partir de la adopción de las políticas sanitarias de cuarentena el mundo comenzó a atravesar un proceso de desaceleración abrupto de la producción y el consumo. Como mínimo, se extenderá por un período similar al que abarque la cuarentena.

Hasta que no se aplanen las curvas de contagio y se reduzcan los niveles de fallecimientos por el Coronavirus, el mundo no comenzará a salir de manera notoria de las cuarentenas disímiles establecidas en los diferentes países.

Esta proyección tiene dos aristas desiguales y combinadas. Por un lado preanuncia la continuidad de la crisis de producción y consumo mundial por un lapso relativamente corto con vistas a futuro, que podría extenderse por dos o tres meses más, especialmente en los países desarrollados del hemisferio norte.

Por el otro asoma una perspectiva mucho más alentadora que se sostiene por el fin de las cuarentenas estrictas y la vuelta del mundo a una relativa normalidad antes de esta nueva crisis; la que dicho sea de paso era otras crisis anterior al COVID-19.

Petróleo y soluciones

Ante estos escenarios posibles, donde la pandemia no será eterna y los especialistas aseguran que deberá ir disminuyendo progresivamente, la realidad actual demanda al menos dos acciones indispensables que deberán instrumentarse de manera complementaria para que su efectividad tenga resultados reales.

Tanto en Argentina como en Chubut y la CGSJ, es imprescindible que el Estado nacional emita pesos y una parte de esa emisión la destine al mercado petrolero a manera de subsidio a la producción de hidrocarburos.

La instrumentación del precio sostén al crudo local tendría la misma matriz de asistencia que vienen teniendo los préstamos para las PyMES y los sectores productivos impactados con la crisis. Así como se pagará con emisión dos salarios mínimos a los trabajadores de las empresas paralizadas por la ausencia de actividad por el Coronavirus, el Gobierno nacional debería implementar el denominado "barril criollo" que debería rondar un precio de referencia que se mueva en una banda de entre los 45 y los 55 dólares por barril.

Esa sería solo la mitad de la solución, porque en una época excepcional se necesitan como contrapartida acciones políticas extraordinarias. No es lógico que frente a este panorama el esfuerzo solamente lo hagan el Estado con subsidios y los trabajadores petroleros con recortes salariales de hasta el 33% por dos meses.

Complementariamente a la intervención del Estado con un precio sostén del barril interno se deben reducir los niveles de rentabilidad del sector empresario. Las operadoras petroleras tendrán que ser partícipes con una reducción de sus ganancias, evitando traspasar el peso de la misma a los salarios obreros. Para que ese mecanismo se haga efectivo deberá ser el Estado el que cobre mayor cantidad de regalías y al mismo tiempo incremente las retenciones a las exportaciones de crudo.

En definitiva se trataría de un esfuerzo compartido, sin perder de vista que los yacimientos petroleros son propiedad estatal aunque están concesionados al capital privado. Esa opción proyecta una salida posible a la crisis generada por la pandemia y el petróleo.

En tiempos en que la Salud pública se revalorizó hasta transformarse en la principal política del Estado para enfrentar la pandemia, vale preguntarse el rol que en la actualidad podría desempeñar la vieja petrolera YPF 100% estatal. Más allá de la recuperación parcial del 51% de las acciones en el 2012, si el Estado tuviera el control absoluto del mercado petrolero y obtuviera para sí esa rentabilidad estas discusiones serían mucho más sencillas de resolver.

La privatización de YPF hoy con la crisis del Coronavirus se muestra como uno de los mayores errores cometidos por el país desde los años '90, aunque habría chances de revertir esa pérdida invaluable.

La no implementación de acciones de estas características pondrá al país y a Chubut al borde una crisis de mayores proporciones y un escenario catastrófico inconmensurable en la provincia, que además carga sobre sus espaldas una deuda en dólares que ha convertido en impagable para los tiempos que corre. O se salvan todos los sectores intervinientes o se hunden todos por la voracidad de la mezquindad rentística.