Cultura

Recordando a Mundstock: el brillante video que hizo reír a carcajadas a todo al Congreso de la Lengua

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Marcos Mundstock hizo una de sus últimas presentaciones en el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española, en marzo de 2019. Ese día, la expectativa en Córdoba por oír al maestro de Les Luthiers había contribuido a abarrotar el Teatro Del Libertador San Martín. El periodista y escritor Alex Grijelmo -ex presidente de la agencia EFE y autor de libros notables- me había anticipado que Mundstock no había viajado porque su estado de salud no se lo permitía, pero el público todavía no lo sabía. Cuando apareció en una pantalla, el interés no disminuyó en lo más mínimo. Ayer miércoles, Grijelmo despidió a Mundstock con una impecable columna en la que lo define como "el mayor ingenio de los juegos de palabras en lengua española" y "el ser humano que más ha visto reír a otros; ya que Les Luthiers han ofrecido unas 7.600 presentaciones durante sus más de 50 años de trayectoria".

Hace poco más de un año en Córdoba, Grijelmo presentó a Mundstock con una suerte de inventario de la cantidad de carcajadas que contribuyó a provocar; un cálculo que estimó llegaría a unos 4.300 millones de risas en las 7563 presentaciones que el grupo realizó durante más de cincuenta años de trayectoria. A ese arsenal humorístico deben sumarse "las carcajadas que provoca en la vida cotidiana a quienes les conocemos y tenemos la oportunidad de conversar con él de vez en cuando", agregó el periodista español. "Los chistes se le caen de los bolsillos", aseguró.

Grijelmo comentó que cuando publicó su primera novela, "El cazador de estilemas", Mundstock le mandó un mensaje de whatsapp: "¡Enhorabuena por la novela, después de tantos libros de ensayo te habrá salido bien por fin!"

El periodista dijo que cada vez que se encontraba con el creador del músico ficticio Johann Sebastian Mastropiero -mezcla de los nombres de Bach con un personaje que inventó Mundstock, llamado Fredy Mastropiero- debería llevar un bolígrafo y libreta para anotar las ocurrencias del miembro de Les Luthiers. "No es justo que esos chispazos sean tan efímeros que se pierdan", reconoció el ex presidente de la agencia de noticias Efe y actual director de la Escuela de Periodismo UAM-El País.

"Algunos juegos del lenguaje se basan en aparentes dobletes inventados. Por ejemplo: el monólogo se produce cuando habla uno solo; cuando hablan dos deberíamos llamarlo biólogo", ejemplificó el periodista español. "Las palabras nos sirven para entendernos, comunicar nuestros conocimientos, pero también para reír", contó.

Mundstock y un video brillante

"Propongo que ‘en lo que canta un gallo' equivalga a ‘dos santiamenes' y ‘cuatro periquetes' y un ‘me pareció un siglo' sea la ‘cuarta parte de la eternidad'", subrayó Mundstock desde la pantalla en el Congreso de la Lengua Española. "Pero si ya nos referimos a aquellas cosas de poca importancia, cuando alguien diga ‘me importa un comino' -¿en qué estará pensando?-, más o menos querrá decir que le importa ‘tres pepinos' o ‘medio pimiento'", planteó Les Luthiers para detenerse en la palabra "bledo", interrogarla y continuar el juego. "La expresión ‘me importa un bledo' no tiene igual: ¿alguien sabe lo que es un bledo? Algún día un ejército de bledos se lanzará sobre los hispanohablantes para vengarse de tantos siglos de ninguneo".

Luego promovió "formas más directas" con expresiones como "donde manda capitán no manda marinero", que ha sugerido cambiar por "el más explícito ‘donde manda capitán hay que ir', o que en vez de "una golondrina no hace verano" usar "expresiones más vulgares" como "una golondrina no hace un carajo", "con perdón de Gustavo Adolfo Bécquer".

Mundstock pidió "controlar la proliferación" de libros de autoayuda que "de literarios tienen muy poco". "Les propongo aprobar el desarrollo de los libros de autoayuda de última generación: libros de autolectura que se leen solos, uno los compra, los deja en la biblioteca y se leen solos. Es lo que hacemos todos al fin y al cabo", ironizó el actor y humorista y confesó que él mismo escribió un libro de autoayuda: "Manual para el automóvil club" y que firmó un título voluntarista "¿Qué ganas con seguir durmiendo?", que refutó con "¡Qué ganas de seguir durmiendo!".

"Conozco el caso de un joven aspirante a escritor que llevó un libro a que lo arreglaran en el taller", contó, y enseguida admitió que recibió críticas de su incursión en el mundo de la literatura. "Un crítico dijo de mí que llamaba la atención ‘su atrevida prosa'. "¿Pero cómo se atreve a escribir?", concluyó.