Política

Chubut: síntomas de una provincia enferma de intereses ante la soledad del pueblo

Síntoma 1: se desata la guerra

Hace unas semanas, una entrevista realizada por el periodista Pablo Duggan al ministro de Salud de Chubut, Fabián Puratich, en el programa "Minuto 1" de C5N desató una silenciosa guerra que rajó el cortafuego mediático nacional que tiene contratado el gobernador de la provincia Mariano Arcioni.

Puratich trató por todos los medios de esquivar las preguntas de Duggan referidas a la situación extrema que está atravesando la provincia con el pago escalonado, el descontento social y los abusos policiales.

Era la primera vez que los medios nacionales ponían en foco la gravísima problemática que sufren los chubutenses y que en estos últimos meses solo parecía tener desinterés de parte la prensa porteña.

Días después de que cayera ese blindaje mediático que el gobierno de Chubut tenía en los medios nacionales, el creador del Grupo Indalo y propietario de C5N, Cristóbal López, sufría un llamativo escrache en la entrada de uno de sus campos.

Según se supo inicialmente por gente cercana al empresario, esa "pueblada" había sido fogoneada por concejales que responden al arcionismo. Era tiempo de revancha. Todo parecía indicar que Duggan tenía el "permiso" para preguntar sobre la crisis de Chubut y ese permiso, sin dudas, había venido de lo más alto.

Síntoma 2: interna en la mesa chica

Se sabe que Sergio Massa tiene una excelente relación con el periodismo, especialmente con algunos periodistas del grupo América, dueña del canal A24. En los últimos tiempos, la línea editorial de los popes periodísticos del grupo América endurecieron posición con el gobierno nacional, especialmente con los socios Fernández-Fernández. Por ello, Chubut no aparecía en el radar aun siendo una provincia que no paga salarios, que fue denunciada en numerosos casos por abusos policiales y está prácticamente quebrada.

Algunos justificaban esta protección mediática por la sociedad política -que incluye una amistad desde tiempos universitarios- entre el gobernador Arcioni y el presidente de la Cámara de Diputados, más allá del festival de consultoras que trafican protección mediática a cambio de honorarios suculentos que se pagan desde Rawson.

Lo que revela esta disputa entre canales de TV es la diferenciación que Massa pretende hacer con respecto al gobierno. El gesto que confirma esta hipótesis fue el escándalo que se suscitó con la salida de presos.

Mientras el gobierno elípticamente acompañaba la medida, por considerarla humanitaria y consecuente con decisiones tomadas en otros países, Sergio Massa amenazaba con el juicio político a los jueces que habían liberado delincuentes.

Algunos desde el gobierno nacional afirman en off que la relación entre "Cristina" y "Sergio" es de una tensa calma y cada uno espera el momento del error para atacar, tal como lo hizo Massa cuando olfateó que la medida de liberar presos traería una condena social que, según mediciones recientes, llegaba al 85%.

Síntoma 3: los favores se pagan

Alberto Fernández, como líder moderado que es, mantiene con "Sergio" y con "Cristina" una relación cordial.

Sabe perfectamente que aunque esté atravesando un excelente momento en cuanto a su imagen, Cristina es fundamental para la presencia en el territorio. Y hoy es "La Cámpora", el único movimiento político que tiene presencia real en Argentina. De ahí que Fernández haya cedido el espacio de ANSES que dejaba Vanoli para dejarle paso a Fernanda Raverta, una mujer de perfil duro que responde a Máximo Kirchner.

Por su parte, el presidente sabe que Arcioni es un capital político que le sirve para consolidar los intereses de la megaminería, algo que el propio Fernández se encargó de dar su visto bueno.

Es ahí donde Massa ocupa un lugar incómodo. Por un lado, tiene que apoyar a un gobernador que sufre el rechazo de casi 8 de cada 10 chubutenses y no está cumpliendo con su "papel" de facilitador de los intereses mineros pese a sus propios deseos.

Por otro lado, Massa sabe que Fernández lo necesita como elemento de equilibrio en su frágil esquema de poder.

En una provincia quebrada, con el mayor conflicto social del país, un rechazo político-social inmenso, liderazgo más que precario, un sistema de seguridad social colapsado, empresas ahogadas, minería con fuerte rechazo social y un barril de petróleo que vale menos que un barbijo, es el Banco Chubut la única entidad que puede ostentar ganancias en una realidad chubutense en ruinas.

Ante este contexto, no llama la atención que Arcioni haya convocado a un hombre de Massa para ocupar la gerencia del Banco Chubut ante una inevitable reestructuración de la deuda. Allí hay una fuerte expectativa de ganancias personales para el entorno del principal asesor del gobernador mediante las comisiones.

Epíteto de un final inevitable

El contexto de cuarentena obligatoria limitó los conflictos sociales, que lejos de resolverse se profundizaron hasta niveles insoportables.

Cada mes que pasa, la situación social, económica y política empeora, aunque el gobernador no evidencia señales de preocupación.

El objetivo hoy por hoy es facilitar el ingreso de la megaminería y esperar las señales de Nación para resolver cómo presentará el ineludible default.

Por su parte, la oposición solo amaga gritar en la tribuna y no termina de salir de la comodidad que la pandemia también le propició. Es una escenario de "sálvese quien pueda", con un gobierno nacional que termina condicionando la ayuda.

Lo cierto es que la situación da señales potentes de desborde. Aunque Arcioni pretenda "tranquilizar" al poder judicial elevando un proyecto para su "autonomía financiera", los recursos no aparecen. Ni las ideas. Ni las respuestas. Ni los dirigentes políticos creíbles para una sociedad dañada que empieza a pedir "que se vayan todos".

La soledad del pueblo es absoluta y quizá sea ese el motivo que le permitirá obtener la fuerza para escapar de la abulia que le inoculó la promesa del Paraíso.