Géneros

¿Cómo es gritar "Ni una menos" para las invisibilizadas?

Por Lucía Ríos.

A cinco años del primer Ni una menos, referentes de colectivos villeros, travesti, trans, marrones e indígenas expresaron a Télam la importancia de la fecha y las demandas que aún existen, incluso hacia adentro de los feminismos.

El grito que irrumpió en todas las calles del país sigue tan vigente como aquel día. Con los años, el movimiento político feminista empapó las organizaciones sociales, al sindicalismo, al Congreso Nacional, al periodismo, los barrios, la cultura, las villas y tantos espacios más, y gracias a esa potencia surgieron innumerables acciones que no siempre tuvieron escucha en espacios estatales, privados, públicos y masivos.

A pesar de todas las transformaciones, conceptos y cambios que se pueden reconocer, los femicidios no bajan: cada 30 horas asesinan a una mujer por su condición de género.

Según un informe del observatorio "Ahora que sí nos ven", desde el 3 de junio de 2015 al 25 de mayo de 2020 en Argentina hubo 1450 femicidios. De ese total, un 64% sucedieron en la vivienda de la víctima y el 45% fue cometido por la pareja. En lo que va de 2020 fueron 79, y 44 se dieron en cuarentena.

El martes por la noche denunciaron que se sumó un nuevo femicidio en Jujuy. Las activistas apuntaron a la complicidad policial y de los medios de comunicación.

Las aisladas de siempre

Florencia Guimaraes estuvo en la marcha de 2015. Se paró en la entrada del cine Gaumont junto a dos referentas históricas de los derechos humanos y el colectivo travesti trans: Lohana Berkins y Diana Sacayán. "Ellas prepararon unos carteles que decían 'Ni una menos - Basta de travesticidios', todavía los guardo y los llevo a todas las marchas que puedo", recuerda la secretaria de Géneros de CTA La Matanza.

"Salimos hartas y hartes de los femicidios, los travesticidios, transfemicidios, de toda la violencia estructural que se sigue ejerciendo sobre nosotres", relata.

La activista reconoce que ese día, y gracias a los reclamos que todas llevaban en sus carteles, "abrió la cabeza" en muchos aspectos. Sin embargo, a cinco años, Guimaraes reflexiona: "A la hora de salir a exigir por las muertes de las travestis, todavía falta mucho hacia adentro de los feminismos para que esa interseccional. Cuando nos movilizamos por el travesticidio de una compañera, en cualquier lugar del país, seguimos siendo pocas personas y la gran mayoría son de la comunidad LGTBI".

De La Matanza a la Villa 31 hay poco más de 40 kilómetros. Allí, Martina Pelinco es la responsable de la Casa Diversidad Trans-Villera. "Ese día fuimos cinco chicas nomás", le cuenta Pelinco a Télam. "Nosotras tratamos de entender a todas en su militancia, y también reconocemos que el Ni una menos es un mundo distinto al nuestro, son otros problemas. Acá la villa es la Latinoamérica chica, tenemos otras formas de empoderarnos, de pensar el aborto, somos de otra clase social".

"En estos cinco años crecimos mucho como colectivo, nos formamos políticamente y aprendimos qué nos va a llevar a nosotras a recuperar nuestros derechos robados". En la actualidad, Pelinco y sus compañeras aportan a las discusiones en el barrio: "Estamos muy organizadas y participamos de las discusiones políticas", cuenta.

Ambas militantes están en sus casas y brindan la entrevista en distintos momentos, pero se refirieron a lo mismo, sin saberlo: "Las travestis sabemos de aislamientos porque nos aíslan de todos los espacios, de los vínculos afectivos, de la escuela, del sistema sanitario, del acceso a la Justicia".

Las antirracistas de siempre

En el medio de una conmoción tardía por un hecho de violencia policial hacia una persona negra, los colectivos migrantes e indígenas luchan hace siglos por políticas antirracistas. También marcharon en 2015.

"Movilización y marcha son palabras que forman parte de tantas otras por injusticias vividas, lo migratorio, lo racial, la discriminación, sin embargo aquel día claramente marcó un antes y después", dice Chana Mamani, trabajadora social y escribiente erótica Aymara antirracista.

Para la referente del colectivo Identidad Marrón esa jornada significó un nuevo punto de partida: "Nos hacía falta empezar tener la visión desde el contexto latinoamericano para dar una lectura acerca de las luchas y reivindicaciones. Nos hacía falta eso. Leernos desde ahí.

Eugenia Figueroa vivió siempre en el campo, en Mendoza. Milita la lucha de las mujeres indígenas desde los ocho años y, cuando ingresó a la universidad, se encontró con las violencias machistas en las instituciones. A raíz de eso, marchó en 2015 en su provincia.

"Con el tiempo y a medida que ingresaba a los espacios feministas, empecé a concientizar cada vez más que las mujeres indígenas no estábamos en esos grupos, no marchábamos, no estábamos presentes", explica Figueroa a Télam.

La activista indígena del pueblo Colla repara también en la acción concreta por parte de las mujeres que tienen privilegios por ser blancas: "Muchas piensan que por ser oprimidas no pueden ser opresoras. Las mujeres blancas son opresoras de las femenidades racializadas".

Las demandas de siempre

Hubo algunos cambios de paradigma dentro del feminismo en los últimos años. Se nombró Plurinacional al histórico Encuentro Nacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans, y hay una mayor visibilidada las indígenas y marronas, pero no hay un relevamiento específico de la violencia de género hacia ellas a nivel nacional.

"Se debe interpelar el racismo dentro del movimiento feminista en todo Abya Yala ("Abe" que significa sangre y "Ala" que significa espacio, territorio. Por lo que significaría tierra de sangre), si no seguiremos repitiendo las prácticas colonialistas, clasistas y racistas", remarca Figueroa y sentencia: "A nosotras nos matan por ser indígenas y después por ser mujeres".

Mamani recuerda lo que fue discutir en las asambleas posteriores al 3J desde el espacio de la red de migrantes: "Allí se decidió participar desde los propios lugares, pero al mismo tiempo debatíamos que en los paros internacionales no se podía parar porque no se cobran salario ni aportes".

En ese punto emergió la pregunta si paraban o no: "Ahí se entrecruza la clase y lo étnico racial o la racialización de los cuerpos".

¿Quiénes pueden y quiénes no? "No se trata de que no se quiere, o quizás sí, pero el punto es que las compañeras no se podían trasladar hasta capital por diversos motivos y porque tenían que destinar esa plata para comer".

Si bien hubo cambios en la sociedad y para la comunidad travesti trans, no fueron modificaciones estructurales para el colectivo. Existe la ley Diana Sacayán, de cupo laboral travesti trans, pero nunca se cumplió: "Al gobierno de María Eugenia Vidal nunca le interesó que nosotras accedamos a ese derecho, ella tenía la responsabilidad y cajoneó todo", denuncia Guimaraes.

La referente de la CTA también enumera una serie de demandas históricas del colectivo: "Falta una ESI reformada no heteronormativa, el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, que se termine la precarización laboral y que haya políticas públicas para las compañeras que están en situación de prostitución, acceso a la vivienda, que dejen de encarcelarnos y reprimirnos, un sistema de salud que respete nuestras identidades y corporalidades, ya que no conocen los cuerpos travestis. Nos siguen torturando hasta en el más inmenso dolor. Tiene que haber más concientización al respecto".

Un tema del que no se habla son las infancias trans y travestis. Tomó cierta visibilización en los últimos años, "pero la institución educativa sigue siendo muy hostil hacia las infancias diversas, maricas, lesbianas. Sufren todo tipo de exclusión, discriminación y abuso", explica Guimaraes.

"El feminismo tiene que aprender a aceptar, y ser trans y villero", enfatiza Pelinco, y continúa: "Eso es lo que no quieren, pero eso nos transforma en potencia para seguir hablando y siendo ejemplo de construcción. Las nuevas organizaciones feministas están saliendo de las clases bajas, de las villas, con sus temas y eso aporta a que sean muchas ideas que también se escuchen para no ser esa sola voz que quieren imponer".

Fuente: Télam