Opinión

Discriminación y paranoia en Comodoro: ¿perseguir a los contagiados nos hará salir mejor de la pandemia?

La manifestación contra la instalación de un anexo sanitario en una escuela de Comodoro Rivadavia puso en la superficie una de las caras menos deseables de la pandemia. La discriminación, la carencia de solidaridad y la exteriorización del egoísmo mostraron sus garras para con los infectados de COVID-19. Repensarnos como sociedad y la necesidad de vivir en comunidad nos obliga a preguntarnos si de la pandemia saldremos como mejores seres humanos.

Cuando la pandemia de Coronavirus se instaló desde principios de año en el mundo y también en Argentina, la pregunta inevitable era hacia dónde se encaminaba el mundo frente al nuevo panorama. El desconcierto por lo nuevo le dio paso a la incertidumbre del futuro por venir.

Más allá de preguntarse si el COVID-19 iba a llevarse consigo a una porción importante de la humanidad, comenzó a pesar cómo sería el devenir de la post pandemia. Si la crisis que afectaba al mundo abriría una perspectiva de reconstrucción de la humanidad hacia una senda más solidaria y menos inequitativa.

Debates profundos se vienen expresando a través de filósofos, intelectuales y pensadores, por lo que se hace recomendable seguir los análisis y posiciones confrontadas que enarbolan Slavoj Zizek y Byung-Chul Han pero también prestar atención a las visiones disímiles aportadas por Giorgio Agamben, Franco "Bifo" Berardi, Sreko Horvat, Judith Butler y Alain Badiou.

Paranoia y persecución

Evitando intelectualizar en demasía el debate, lo cierto es que la protesta concretada recientemente en la Escuela Especial 517 de Comodoro Rivadavia pone en superficie una de las actitudes más cuestionables de los últimos tiempos durante la cuarentena.

Primero apareció una pintada en el paredón de la escuela ubicada en las 1311 Viviendas del barrio Isidro Quiroga. Se advertía con tono amenazador que "No queremos infectados en el barrio".

¿Qué podía ser tan alarmante como para que se produjera una reacción de ese tipo? Entre el Municipio y el Ministerio de Salud provincial se había decidido montar en el Salón de Usos Múltiples del establecimiento un anexo sanitario para alojar y atender a contagiados leves de Coronavirus.

Tras varios meses de surfear una curva casi inexistente de contagios, Comodoro se topó con el caso de los marineros infectados que desembarcaron sin controles y terminaron esparciendo el virus sin intención entre varios comodorenses. La curva comenzó a trepar y ahora ya son 40 los contagiados en la ciudad petrolera en apenas cinco días.

Tal como sucedió en otros barrios y muchísimas otras ciudades del país, el Estado viene montando hospitales móviles para recibir y darle tratamiento a los pacientes leves que contraigan el COVID-19; porque a los casos graves que necesitan internación e incluso un respirador se los ubica en hospitales públicos o clínicas privadas.

En medio de una psicosis inentendible y mucho menos aceptable, un grupo de vecinos se decidió a darle veracidad y cumplimiento a la pintada antes mencionada.

Se manifestaron en las inmediaciones de la Escuela 517 y quemaron cubiertas para exigir que no se concrete la instalación del anexo sanitario, argumentando que se trata de un "barrio humilde", que tienen "muchas falencias de servicios" y les faltan hasta elementos de higiene.

Quizás debieran reclamarle al Estado salir de la pobreza y contar con los servicios públicos imprescindibles, en lugar de expulsar un centro de atención para contagiados.

Finalmente evitaron que allí se instale un lugar para pacientes leves con Coronavirus. ¿Fue un triunfo popular que impuso sus condiciones para evitar estar cerca de los contagiados o se trató de una de las peores demostraciones de egoísmo, discriminación y ausencia de solidaridad para con otros vecinos e inclusive con escasez de comprensión hacia ellos mismos?

En ese mismo hospital móvil podrían tener que internarse algunos de los manifestantes que se salieron con la suya, aunque quizás esperarán ser trasladados a otros barrios si es que tienen la desgracia de toparse con la enfermedad.

¿Desprecio por el prójimo?

Su accionar y la ausencia de una reacción social en la dirección opuesta muestra una de las peores aristas de la sociedad a la hora de reflejar una actitud social y comunitaria basada en la hermandad, fraternidad y solidaridad.

Esos tres conceptos enarbolados en la Revolución Francesa de 1789 tienen hoy en día más valor simbólico que nunca y deberían ser pilares fundamentales de las actitudes colectivas y también de las individuales.

Si en la pandemia y en la nueva normalidad por venir -donde habrá que convivir con el virus en comunidad- se instalan como moneda corriente la discriminación, el egoísmo y la carencia de solidaridad seguramente saldremos mucho peor de esta crisis.

Seremos menos humanos y encajaremos mejor en sistemas de explotación dominados por lo material, el consumismo y el individualismo. Quizás allí radica la esencia de la especie humana, aunque habría que evitar resignarse a que ese es el único destino posible.

Si nos comportamos de manera opuesta, más allá del miedo y el riesgo, quizás tengamos chances de resistir para superarnos como especie, empatizando con el otro y tendiendo una mano -aunque por ahora de modo simbólico- al que la necesita, buscando construir una sociedad más solidaria, fraternal y hermanada.

Es un desafío pendiente, que en ocasiones ha tenido en Comodoro demostraciones inolvidables como cuando impactó el temporal del 2017, pero que en tiempos de pandemia parece perderse en medio de la paranoia y el egoísmo. No alcanza con retuitear o compartir por Facebook una acción solidaria, sino de ejecutarla en la vida cotidiana.

Si tanto nos cuesta aceptar un hospital móvil para infectados, proponerse cambiar por completo la sociedad inequitativa y desigual, para construir una diferente termina siendo una completa utopía.

Ser mejores personas y actuar en consecuencia es una materia pendiente. En esas conductas se definirá cómo seremos después de la pandemia. Por ahora la pregunta sigue abierta, aunque los primeros indicios de respuestas individualistas y egoístas no resultan esperanzadoras.