Petróleo

La YPF de Nielsen apura la flexibilización contra los trabajadores petroleros: los recortes que se vienen

La YPF -controlada por el Estado nacional, que mantiene en sus manos el 51% de las acciones desde la decisión de Cristina Fernández de Kirchner- busca incrementar la "eficiencia y productividad" en los yacimientos petroleros. Para conseguirlo, necesita aumentar los ritmos de trabajo, reducir los costos operativos e -inevitablemente- deshacerse de personal. Esta YPF, de movimientos erráticos, aparece dominada por la flexibilización laboral, altamente endeudada y con bajos niveles de inversión. En líneas generales no tiene nada que envidiarle a la que comandaba la española Repsol. Atrás queda el brumoso sueño de una compañía de bandera en el mejor sentido. Por ahora, solo es una empresa parcialmente estatizada y sin un plan nacional estratégico que garantice derechos y genere beneficios para la Nación.

Desde su privatización en 1992, YPF se transformó en una auténtica piedra en el zapato con la que los diferentes gobiernos nacionales han tropezado sistemáticamente.

La enorme liquidación y desguace de la compañía tuvo sus orígenes en los años '70. Desde 1976 fue utilizada por la dictadura militar para endeudar al país. Luego en los '80 se reconvirtió como parte de la errática política aperturista al capital privado que se dio en los años del alfonsinismo.

Finalmente, el proceso de entrega y destrucción de la compañía histórica fundada por Mosconi concluyó cuando en los fatídicos años '90 el menemismo remató la principal "joya de la abuela". En la práctica, el gobierno de Menem la enajenó a cambio de baratijas y sedujo a los gobernadores provinciales con compensaciones por regalías mal liquidadas.

La llegada de la española Repsol a finales de los años '90 constituyó el triste y lapidario final de aquella petrolera que supo hacerse fuerte y expansiva en la Argentina. La cúpula española la fue desguazando lentamente, pero sin dejar de obtener importantes dividendos que repartía entre sus accionistas y enviaba religiosamente a Madrid.

La denominada "argentinización" intentada por el kirchnerismo con el Grupo Petersen Eskenazi como cabeza de playa a mediados de los 2000 fue un fiasco de magnitud. La YPF otrora poderosa se iba desvaneciendo después de 80 años de su creación en 1922.

En 2012 el kirchnerismo volvió a la carga con su política de apropiación parcial de la compañía y expropió el 51% de las acciones que poseía Repsol. La expropiación mediante el pago de 4.000 millones de dólares más los intereses originó una nueva demanda internacional en la que se reclaman otros 3.000 millones de dólares.

El macrismo la endeudó durante cuatro largos años, instrumentó la flexibilización laboral en los yacimientos y además volcó casi con exclusividad las inversiones hacia los no convencionales de Vaca Muerta.

La YPF de Nielsen

Ahora, el actual Gobierno nacional puso a un ultraliberal al frente de la compañía. Las políticas impulsadas por Guillermo Nielsen como nuevo presidente del Directorio de la compañía se basan únicamente en la "eficiencia y productividad" para hacer "viables" las operaciones.

A partir de ese criterio, la empresa necesita achicar personal -se estima que quedarían unos 4.000 empleados menos sumando despidos y retiros voluntarios- además de reducir costos e incrementar la flexibilización laboral de los trabajadores para que "cierre" la proyección empresarial.

La pandemia y la baja de la actividad por la cuarentena se transformaron en excusas ideales para buscar imponer esos objetivos. Ya no basta con pagar un 40% menos de salarios durante el proceso de la crisis del Coronavirus.

El directorio de YPF se mueve como cualquier otra petrolera, más allá de su apariencia estatal. Por eso, se focaliza en maximizar su rentabilidad a costa del esfuerzo laboral.

Sin embargo, no puede olvidarse que ese panorama de super explotación obrera desató la escalada de 8 muertes en los yacimientos neuquinos

-focalizadas en YPF y Tecpetrol- en apenas 15 meses. De conjunto, la industria acumuló 100 muertos en los últimos 20 años.

Ver el artículo: https://www.elextremosur.com/nota/20198

Modificación de convenios laborales

Los ejes de la política empresaria de YPF se basan en la modificación de los Convenios Colectivos de Trabajo, tanto de los trabajadores convencionales y no convencionales.

El acento estará puesto en el recorte de las horas extras pagadas, un "adicional por objetivo" en función de la productividad, la contratación temporal a plazo de las tareas programadas, el esquema laboral de 14 días en yacimiento, 7 de descanso y 7 de suspensión sin cobro salarial.

Se incluirá el achicamiento de personal en los equipos de torre, incrementando la multiplicidad de tareas por trabajador. Con ese objetivo la compañía abrió los retiros voluntarios.

Vuelta de tuerca flexibilizadora

En trazos generales las modificaciones que se pretenden implementar no distan demasiado de las que ya fueron aceptadas por el sindicalismo petrolero neuquino y de otras cuencas cuando se firmaron las "adendas" en 2017 para la explotación de los yacimientos no convencionales focalizados en Vaca Muerta.

Ahora YPF pretende mantener esas condiciones estipuladas por dos años y extenderlas al conjunto del país, a lo que indudablemente se sumará luego el resto de las operadoras en la búsqueda de la tan perseguida "eficiencia y productividad".

La avanzada flexibilizadora tiene en la mira a Vaca Muerta, ya que allí el Gobierno nacional seguiría poniendo las mayores ambiciones de productividad y obtención de dólares para el país. De todos modos, el gobierno de Fernández no deja de mirar al resto de las cuencas convencionales. Se especula incluso con la aprobación de nueva Ley de Hidrocarburos, que podría contener parte de estos cambios pretendidos.

El sindicalismo petrolero neuquino -con Guillermo Pereyra a la cabeza- ya aceptó una vez cambios de similares características. No habría que asombrarse si el poderoso senador y sindicalista lo vuelve a hacer, aunque a priori parece haberse encontrado con mar de fondo entre las bases petroleras y debió salir a manifestarse tibiamente en contra de las modificaciones anheladas.

YPF jamás fue en las últimas décadas lo que supo ser. Se ha convertido en un ariete del sector para conquistar esa siempre reclamada "eficiencia y productividad". La post pandemia aparece como un nuevo escenario de disputa por el incremento de la rentabilidad petrolera en los yacimientos argentinos.