Géneros

Lala Pasquinelli: "Somos tratadas como objetos que pueden ser destruidos, quemados, violentados"

Entrevista de Lola Sánchez.

El énfasis discriminatorio que Caras asignó al talle "plus size" de la hija de Máxima Zorriegueta profundizó un debate larvado. ¿Qué hay detrás de la decisión de marcar el talle grande de una adolescente? En diálogo exclusivo con El Extremo Sur, Lara Pasquinelli -quien encabeza "Mujeres que no fueron tapa", proyecto artístico que propone "hackear" los modelos de belleza hegemónicos- destacó que "Ser tratadas como objetos tiene implicancias en la violencia de género; si nosotras somos objetos, los objetos son propiedad de alguien, pueden ser destruidos, quemados, violentados".

Lala Pasquinelli es artista visual. Con su proyecto artístico "Mujeres que no propone "hackear" los modelos de belleza hegemónicos y preguntarnos dónde están las mujeres que no salen en las tapas de revistas, qué experiencias pueden compartir, qué tienen para decirnos.

A través de su proyecto, Pasquinelli analiza las narrativas hegemónicas y sus implicancias en la vida diaria, el cruce del machismo, el mandato de la delgadez y la responsabilidad de los medios. Además, cuestiona la violenta apropiación que realizaron las industrias sobre estos debates, disfrazados de una nueva idea de look "plus size" que pareciera incluir a todas las mujeres.

"No ver a estas mujeres tiene otras consecuencias, no tener referentes, y eso hace más difícil el avance de las mujeres hacia la igualdad de oportunidades. Necesitamos conocer a las mujeres referentes que nos han abierto camino, para poder seguirlas", expresa la artista en la web de su proyecto (http://www.mujeresquenofuerontapa.com).

¿Cómo analizás el mensaje de la Revista Caras sobre el cuerpo "plus size" de la hija de Máxima?

Tiene que ver con lo que venimos hablando desde "Mujeres que no fueron tapa". La idea de que hablar de "plus size" es un eufemismo para decir gorda, además en inglés, con la connotación que eso tiene; porque "plus size" es un tamaño de ropa, no es un look. Se provoca lo mismo que se intenta supuestamente visibilizar. Terminan haciéndole bullying a la chica por gorda, porque en realidad lo que se está señalando en la nota es que su cuerpo no es hegemónico.

Se está afirmando que todo aquello que no encaja en el mandato de belleza debe ser excluído.

Esto trasciende su corporalidad y nos habla a todas las mujeres, porque en definitiva es un medio; no se trata de una carta privada hacia la chica. Lo que se está diciendo es "si vos no encajas en ese mandato de belleza que tiene la delgadez como uno de los principios rectores, necesitas ser valiente". Como marcaba la revista, "muestro con orgullo". ¿Por qué tendríamos que sentir orgullo por tener un talle y no otro? Es evidente una serie de errores en esa construcción. Siguen poniendo el foco en el cuerpo de las mujeres como si fuera un territorio para la opinión general, cosificándonos. Si hubiera sido un varón el hijo de Máxima seguramente no hubieran puesto ese título ni se hubiera hablado del look "plus size" de un príncipe.

¿Qué opinás de la respuesta que dieron desde la redacción de la revista, afirmando que el público malinterpretó la verdadera intención del mensaje?

Por un lado, da cuenta de la diferencia de perspectiva y de puntos de vista. Seguir reafirmando que tienen razón o que el público no comprendió que en realidad querían hacer una crítica del bullying es bastante extraño. Evidencia que no hay una comprensión de la problemática, de las implicancias, de qué se trata el bullying, de qué hablamos cuando hablamos de cosificación, qué es la hegemonía. También revela la existencia de cuerpos que invisibilizan otras posibilidades de existencia. Creo que nada de eso ha sido comprendido en profundidad y que trataron de agarrar un tema del que supuestamente hay que hablar e hicieron un abordaje que es el mismo que tiene el resto de las notas.

¿Considerás que la sociedad argentina comienza a ser cada vez más consciente sobre los estereotipos de belleza y la manera en que nos afectan?

No sé si somos más conscientes de los estereotipos, creo que hace falta más tiempo. En este caso lo que sucedió es que se hablaba de bullying y estábamos hablando del cuerpo de una adolescente. Si este juicio hubiera sido sobre el cuerpo de una mujer adulta no hubiera tenido la misma trascendencia que tuvo. Hay cierta peligrosidad en que se hable de los trastornos, de la autopercepción y de la alimentación; pero no de sus causas o de las responsabilidades que tienen los medios y algunas industrias. Así se convierte en una forma de normalizarlo, caer en la idea de que es algo que le pasa a las mujeres, que nos pasa a las mujeres, casi por nuestra "naturaleza".

Es imprescindible una mirada crítica.

Hablar de esto sin tener una mirada crítica y sin hablar de las causas provoca un gran peligro que es el de la normalización. De que sea atribuido a algo que nos pasa a nosotras casi por tener vulva, cuando en realidad hoy la bulimia y la anorexia en varones jóvenes crece infinitamente y de eso no se habla. Todavía no me animaría a decir que hay una mirada profunda o crítica sobre esto. Como todos los temas, cuando son tomados por los medios y por la cultura masiva -que tienen una gran responsabilidad en la construcción y reconstrucción de estos problemas sociales- corremos el riesgo de que se normalice y se banalice.

¿Qué efectos tiene la violencia simbólica sobre la vida diaria de las mujeres?

La violencia que tiene efectos más concretos sobre la vida de las mujeres es determinado tipo de violencia simbólica que reproduce los roles de género y cosifica nuestros cuerpos e identidades. Las consecuencias diarias son infinitas en el sentido de que la violencia de género tiene que ver con la violencia simbólica; la normalización de la violencia hacia las mujeres que se sustenta en la cosificación. Ser tratadas como objetos tiene implicancias en la violencia de género: si nosotras somos objetos, los objetos son propiedad de alguien, pueden ser destruidos, pueden ser quemados, puede ser violentados. En esta construcción simbólica donde todo el tiempo se está reproduciendo a través de estos modelos que nos exhibe la cultura permanentemente, donde las características de las mujeres y de los varones son diferentes.

¿Qué diferencias tienen estos roles que se exhiben?

A nosotras se nos asigna un rol absolutamente desjerarquizado. Ser mujeres es ocuparnos de lo doméstico, de lo físico que nos abre la puerta a ser deseadas, a ser objetos de deseo. Ser amadas en este modelo de amor heterosexual y romántico nos va a llevar al matrimonio y a ser madres. Ahí se termina la vida de las mujeres, deberíamos realizarnos y ser felices, cuando sabemos que eso no sucede. Por otro lado, hay una construcción donde los varones son socializados para no estar conectados con sus emociones, para ser hipersexuales, para exponerse al riesgo y a la aventura, para evaluar el éxito en términos de acumulación económica y para desempeñarse y existir en el ámbito de lo público que también es el ámbito de lo político.

¿Cómo funcionan esos modelos culturales en los medios?

Estos modelos culturales nos bombardean desde todos lados. Las series, la televisión, un comic, una página de memes, el cine, la música. Nosotras pasamos a ser un género desjerarquizado en cuanto a la masculinidad, como lo son también las disidencias sexuales, y eso normaliza una desigualdad estructural que por supuesto es violenta y opresiva. Las consecuencias implican no acceder a determinados espacios, ganar menos, que nos eduquen en la idea de que tenemos que ser sumisas, tranquilas, amorosas, que tenemos que cuidar, proteger, siempre dar sin recibir, que no tengamos conocimiento sobre nuestra vida sexual o nuestro deseo. Tiene implicancias infinitas en todos los minutos de nuestra vida, y además son creencias que nos constituyen a todes. Todes pensamos en este sentido y esto determina las decisiones y los deseos.

¿El discurso de la mujer "plus size" presente en revistas y medios hegemónicos encierra un doble estándar? Es decir, a pesar de pretender la inclusión sigue reproduciendo estereotipos negativos.

El discurso de la mujer "plus size" es una genialidad de apropiación de estas temáticas. Ahora no somos más gordas, los cuerpos que se salen de los talles hegemónicos no son cuerpos gordos sino que son "plus size". Hasta parece más "cool" decirlo en inglés, y en realidad es una nueva estigmatización. En lugar de esperar que las marcas tengan más talles que nos incluyan, las páginas de cualquier marca tienen una pestaña especial que es "plus size"; donde vas a encontrar los talles grandes.

¿Cómo se refleja esto en las industrias?

Esto beneficia únicamente a las industrias, no a nosotras. Las marcas tienen que hacer la ropa en todos los talles. No puede una industria operar violentamente sobre nuestras identidades, construir esta idea de que nos salimos del modelo, que somos casi una exageración, que no hay ropa para nosotras dentro de "lo normal". Eso es cínico, perverso. ¿Cuál es el límite de lo "plus size"? ¿Cuándo pasamos a ser "plus size"? Lo define la industria, es siempre lo mismo. Claro que es un doble estándar. Creo que para nada promueve la inclusión, es una nueva forma de estigmatización y son formas de cosificación, es ampliar el espectro de los cuerpos que pueden ser cosificados.

¿Hay una tendencia por parte de los medios a estigmatizar a las mujeres en la política? Por ejemplo, haciendo alusión a su aspecto, a su vida amorosa, y cuestiones personales para desacreditarlas políticamente.

No creo que sea una tendencia nueva por parte de los medios la de estigmatizar a las mujeres en la política; es histórico. Ahora hay más visibilidad de las mujeres en la política, entonces se hace más evidente este señalamiento. Se da con las mujeres en la política pero también en la ciencia o en cualquier ámbito que sea de lo público-político, un ámbito que no se nos reconoce como un lugar en el que podamos desempeñarnos. Entonces siempre se nos va a señalar cuál es nuestro lugar: ocuparnos de la apariencia.

En todos los casos se marca la idea de que algunas encajan en el estándar de belleza y las demás son "inferiores"

Se instala la idea de que encajar en el estándar de belleza es lo más importante, y por esa cualidad nos van a elegir antes que por cualquier otra cosa. Cuando a las mujeres en la política se les hace este señalamiento lo que están diciendo es "vuelvan a ocuparse a lo de ustedes"; que es la celulitis, no envejecer, tener el pelo de tal manera, estar delgadas. Cada vez sucede más porque cada vez hay más mujeres en la política. No hace ni 70 años que las mujeres votamos, y participamos activamente en la política hace muy poco tiempo. Entonces es una manifestación de estas estructuras fósiles que se resisten a incluirnos en el espacio de lo político, en el espacio de la toma de decisiones de diferentes maneras. Esta es una estrategia, pero hay otras más violentas, directas e individuales que son las que sufren las mujeres de la política en sus propios cuerpos.

En un texto reciente señalaste que hay que "dejar de reírnos de lo que nos daña". ¿Qué papel juega el humor en la reproducción de estereotipos?

El humor es central en la normalización de las jerarquías y de la opresión. A lo largo de la historia podemos pensar en un montón de chistes, cosas que eran graciosas y tendían a normalizar esto y hoy consideramos que son inviables. Los chistes sobre el color de la piel -reírse de los negros, por ejemplo- es algo que ya no se puede hacer como se hacía. O los chistes sobre los judíos, sobre determinadas minorías raciales o religiosas. Las mujeres somos un colectivo desjerarquizado, al igual que las disidencias sexuales.

Los chistes machistas siguen ocupando espacio en los medios.

Actualmente no se pueden hacer chistes sobre la homosexualidad o las disidencias, pero sí se hacen chistes machistas que se siguen riendo de la violencia o de los roles que se nos asignan. De ese modo nos siguen infantilizando, tratándonos de irracionales, de estúpidas, riéndose de nuestra apariencia. El humor siempre ha sido una forma de reproducir las opresiones y el orden social, de normalizar las desigualdades. Sin embargo lo que sucede con las mujeres es que todavía no hemos logrado que se enciendan las alertas, que sí se encienden cuando se hacen chistes que se ríen de otras minorías o grupos desjerarquizados. Es un espacio que nos queda trabajar, en el que tenemos que incidir con fuerza.

¿Cómo impacta la gordofobia en nuestras vidas, en el marco de la pandemia? Se habla mucho del miedo a engordar mientras estamos en cuarentena.

La gordofobia impacta en nuestras vidas en la pandemia y fuera de la pandemia. Este miedo a no encajar, es un miedo que se instala, no viene en los genes. Sucede especialmente en la pandemia: si yo entro a google y me hace una propuesta de las noticias que tengo para leer y dos de esas noticias son "estudios científicos dicen que las personas engordan entre tantos y tantos kilos en la pandemia" y la otra que dice "como hacer para no aumentar de peso en la pandemia", lo que esos títulos me están queriendo decir es, primero, que este tema es importante, porque si de diez noticias dos se refieren a eso es porque esto es importante, y segundo, que engordar está mal. Y eso lo recibimos desde que somos niñas, el bullying hacia los cuerpos gordos es algo que no nació con la palabra bullying, es algo histórico, sólo que en este momento es mucho más radical. Y el mandato de la delgadez tiene un nivel de violencia muchísimo más fuerte. Esto tiene que ver con la instalación de determinados discursos, con instalar ciertas posibilidades de existencia que están relacionadas a la restricción, con el no goce, con el no disfrute, a mi criterio la cultura de la gordofobia también tiene mucho que ver con esto: que no podamos existir en las condiciones en las que queremos existir. Es muy violento lo que sucede y cómo se instala en nuestros cuerpos, que no solamente genera el odio hacia los otros cuerpos sino también el odio en nuestros propios cuerpos.