El país

La derecha consiguió que mucha gente no se cuide

Por Miguel Croceri

Los inmensos e invalorables logros de la sociedad y el Estado argentinos para enfrentar al coronavirus durante cuatro meses (desde mediados de marzo hasta julio) aparentemente se encontraron con un muro que es difícil o imposible de atravesar: las decisiones de los gobiernos -nacional, provinciales, municipales- para evitar la propagación de la enfermedad dentro de lo posible, tienen mucha menos efectividad porque bajó el cumplimiento por parte de la población.

Así, en las últimas semanas crecieron exponencialmente la cantidad de personas contagiadas y su consecuencia más extrema e irreparable, es decir las personas que mueren. Al referirse públicamente a tal situación, el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, dijo la semana pasada que "mucho de lo que está pasando es por cosas clandestinas, como reuniones, asados y mateadas. Todos los brotes que vemos son por alguna indisciplina social".

Aclaró que, si bien "la mayoría" de las personas respetan la cuarentena y demás medidas preventivas, quienes no las respetan "hace pagar un precio grande" al conjunto de la sociedad. Pidió "por favor que la gente tenga responsabilidad" porque el Covid-19 "es una cosa única, nunca lo vivimos y queremos que termine de la manera menos dañosa para los argentinos", pero advirtió que se viven "momentos muy complicados". (Estos y otros conceptos pueden recuperarse en la edición digital de Perfil. Nota del 23/07/20).

(En el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, al concluir la semana pasada la señal televisiva "Canal 10 Río Negro" difundió un reporte de 4 minutos sobre "la actualidad en los sanatorios de General Roca", la ciudad de la región más afectada por el coronavirus. Distintas/os médicas/os de centros de salud tanto públicos como privados expresan allí, de forma serena pero con un trasfondo dramático, su exhortación a respetar las medidas preventivas. Se escuchan expresiones tales como "el Covid es traicionero", "Por favor no se reúnan" con otras personas, "Es fundamental hoy más que nunca la responsabilidad individual", etc. Informe televisivo del 24/07/20).

Determinar las causas de por qué fue creciendo la "indisciplina", es una tarea que excede completamente las posibilidades y conocimientos del autor de esta nota. A modo de suposición, o de conjetura, se puede afirmar que convergen dos tipos de causalidades: por un lado motivaciones referidas al desgaste psíquico, emocional, afectivo, etc. y por otro -vinculado con lo anterior pero con una lógica específica- la necesidad de trabajar para ganar el dinero necesario para la vida cotidiana.

Este último tipo de motivaciones -las de obtener el dinero para la subsistencia- obviamente era menor al principio y creció a medida que pasaron los días, semanas, ya más de cuatro meses. En millones de familias de todo el país hay angustia o directamente desesperación, por más que el Estado acuda con múltiples políticas de auxilio, desde el reparto de alimentos hasta el pago del IFE (Ingreso Familiar de Emergencia), pasando por el congelamiento de tarifas y alquileres, moratorias de impuestos y tasas, créditos a tasa cero para algunas categorías de pymes o monotributistas, etc.

Famosos/as de televisión más las redes

Dejando de lado, por falta de capacidad y conocimientos para hacerlo, consideraciones más rigurosas sobre la complejidad extrema del comportamiento social ante los riesgos que presenta un virus nuevo y fácilmente contagioso, es posible centrarse en los factores políticos que contribuyeron a que mucha gente -aunque siga siendo una minoría, como aclaró el ministro González García- se cuide cada vez menos.

En ese sentido, la acción psicológica sobre la opinión pública desplegada por las cadenas mediáticas de la derecha, incluyendo las redes digitales manejadas de forma clandestina con mucho dinero, modernos software y enormes recursos tecnológicos, ha sido determinante para provocar la grave propagación del Covid-19 que se verifica a fines de este mes de julio en Argentina.

No es el único factor -ningún hecho o proceso tiene una sola causa- pero es fundamental. Los principales canales televisivos porteños con penetración en todo el territorio nacional, más las emisoras radiales con igual alcance, los medios informativos digitales de Buenos Aires más leídos en el país, y los ejércitos de activistas en las redes que son expertos en manipulación de la conducta de las personas, ejecutan minuto a minuto una prédica disolvente, ultra-individualista, antisolidaria y en definitiva antihumanista.

Influyentes personajes famosos que actúan desde las maquinarias mediáticas con tendencia ideológica de derecha o ultraderecha, según de quien se trate, han bombardeado discursivamente la estrategia de contención del virus lanzada a mediados de marzo por el gobierno nacional junto a los provinciales y municipales, y que tuvo inicialmente una magnífica respuesta de las mayorías sociales.

Los personajes tienen perfiles con variaciones entre sí, y por lo tanto conectan con distintos segmentos de las audiencias. Existen desde violentos y beligerantes como Ángel Etchecopar y Eduardo Feinmann, o los enfermos de ultra-antikirchnerismo Jorge Lanata, Luis Majul, Alfredo Leuco y Diego Leuco, pasando por los/las principales animadores/as y periodistas de los canales televisivos Canal Trece y TN (ambos del Grupo Clarín) hasta otros/as presuntamente más "moderados/as", sobrios/as, circunspectos/as y "serios/as" como Cristina Pérez, Jonatan Viale, Fabián Doman o Débora Plager (por nombrar solo algunos/as como ejemplo).

Apenas un botón de muestra. El empleado jerárquico del Grupo Clarín Nicolás Wiñaski, un periodista de atributos intelectuales escasos pero fiel sirviente del conglomerado empresarial para el que trabaja (seguramente porque coincide ideológicamente, porque el servilismo no siempre se practica por plata o por conveniencia), apeló hace dos meses a las emociones y sentimientos humanos más nobles con una pieza magistral de la acción psicológica masiva: contó su desazón y dolor porque había sido tío y no podía ver a su sobrina recién nacida por culpa de "la cuarentena más larga del mundo".

Ese tipo de mensajes para manipular la conducta de las personas comunes del pueblo -y este es solo uno entre miles y miles de mensajes que se emitieron a lo largo de cuatro meses- producen efectos devastadores sobre una población agotada por los esfuerzos o sacrificios que exigen las medidas de prevención.

(Puede accederse al audio con las palabras de Wiñazki en el canal de Youtube de "168 horas TV". Posteo del 22/05/2020. La propagación en cadena del discurso de la derecha se verifica por ejemplo en una crónica sobria y circunspecta del diario oligárquico La Nación, que convirtió en noticia "seria" la propaganda ideológica/política disfrazada de libre opinión periodística. Además de la información escrita, puede verse completo en un video de 8 minutos el editorial devastador del empleado de Clarín contra la cuarentena. Nota del 22/05/20).

Combatir a un gobierno enemigo

Si semejante potencia comunicacional estuviera destinada a afianzar la conciencia de prevención ante la pandemia, este sería un país muy diferente. La necesidad del aislamiento y el resto de las medidas sanitarias lograrían un arraigo mucho más profundo en las prácticas cotidianas de la población, y eso se traduciría en los hábitos de cuidado frente al peligro de contagios.

Pero la realidad es exactamente al revés. Los intereses de las clases sociales dominantes, de los factores de poder extranjeros y de las corporaciones que organizan y articulan su dominio sobre la sociedad, ha conseguido que mucha gente haya dejado de cuidarse, al menos en la medida en que lo hizo durante las primeras semanas de la pandemia.

¿Por qué la derecha actúa de una forma tan cruel? Simplemente porque esa es la forma de combatir a un gobierno que consideran enemigo, y al que deben desgastar y tratar de derribar de todas las formas posibles.

Semejante estrategia de disputa de poder no es acompañada por los representantes políticos de la derecha o centroderecha que ocupan lugares de gobierno en provincias y municipios del país, porque ellos deberán responder ante el voto ciudadano.

Gobernadores (en primer lugar, el jefe de gobierno de la ciudad autónoma Buenos Aires, equivalente a un gobernador) o intendentes/as que tienen legitimidad electoral de origen, funcionan con otra lógica y tienen amplios grados de coincidencia con el gobierno nacional que encabeza Alberto Fernández para hacer frente a la amenaza del coronavirus.

Incluido el carcelero de Milagro Sala, el gobernador jujeño Gerardo Morales, cuya provincia es -de entre las más "chicas" en población"- la que vive en estos momentos la peor situación por el avance del Covid-19.

En cambio, los/las referentes de Juntos por el Cambio (JpC) que no tienen responsabilidades de gobierno forman parte del polo extremista conducido por las cadenas mediáticas, con el Grupo Clarín en primer lugar. Entre los más destacados de ese sector están Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Miguel Pichetto, el mendocino Alfredo Cornejo, Fernando Iglesias, Laura Alonso y el "invisible" -porque maneja mucho poder, pero ocultándose- Marcos Peña.

Esos/as dirigentes representan los intereses de los poderes de facto, pero fuera de los altos cargos de gobierno que supieron tener su incidencia es relativa. Por eso el plan para hacer fracasar la estrategia de freno al coronavirus, y que de ese modo la tragedia se agrave y el gobierno quede como gran culpable, está a cargo mayormente de las estructuras corporativas.

Fundamentalmente de las corporaciones mediáticas, que conforman poderosas cadenas con discursos -en lo fundamental- unificados, mediante los cuales están haciendo mucho más difícil el combate contra la pandemia en nuestro país.

Fuente: Va Con Firma