Cultura

Roger Chartier: "Debemos presionar a los poderes públicos para que ayuden a los editores y libreros"

Para el ensayista francés Roger Chartier, uno de los historiadores franceses más destacados en la actualidad y uno de los más leídos a nivel internacional, la cultura digital ya no pesa como amenaza para el libro impreso, aunque todavía resta definir cuál será el lugar del libro "como tipo particular del discurso en el universo de los textos breves, fragmentados y autónomos" que impone la virtualidad.

- Usted participará en la Feria de Editores a través de un diálogo que se titula "La edición en tiempos inciertos". ¿Cuáles son las grandes transformaciones que han tenido lugar en este nuevo siglo y cómo cree que han impactado sobre los modos de leer y de editar?

-Roger Chartier: En el año 2000, lo que se discutía era la "muerte del libro", entendida como la posible desaparición del libro o del periódico impreso, sustituidos por su forma electrónica, leída frente a las pantallas de los computadores. De ahí, los debates en cuanto a la digitalización de las colecciones de las bibliotecas, las propuestas de libros electrónicos y el temor de los editores (y de los lectores fieles a los objetos del pasado). Hoy en día, con la resistencia del libro impreso en el mercado del libro, no es este tipo de muerte que se teme.

Con la multiplicación de los soportes electrónicos (tablet, smartphone, móvil, etc.) con la presencia obsesiva, imperativa de las redes sociales, son las categorías más esenciales las que se encuentran transformadas: así, las nociones de amistad, privacidad, intimidad, sociabilidad, espacio público, etc. Al mismo tiempo, el mundo de los libros, de las revistas y de los diarios no es más que una franja muy minoritaria en la producción, transmisión y lectura de los innumerables textos digitales: blogs, mails, tweets...

Las preguntas se desplazaron: ¿cuál puede ser el lugar del libro como tipo particular del discurso en el universo de los textos breves, fragmentados, autónomos? ¿Pueden resistir las modalidades del leer heredadas del pasado en el tiempo de la dominación de las prácticas de lectura exigidas por la comunicación digital? Estos interrogantes son los desafíos del presente.

- Durante todo este tiempo de confinamiento, muchas de las actividades culturales y sociales se desplazaron al formato virtual. Cuando todo tome la forma de una normalidad más familiar ¿cuánto sobrevivirá de ese universo intangible en el ahora tienen lugar nuestros intercambios? Dicho de otro modo ¿la cultura tendrá mayor incidencia en las plataformas virtuales?

-RCH: El tiempo de la pandemia fue y todavía es un tiempo del "todo digital", tanto para las comunicaciones formales e informales como para las compras on-line y la lectura de libros en formato electrónico. Los datos de la Cámara Argentina del Libro muestran que 60% de las novedades registradas en abril del 2020 eran títulos que ya contaban una versión en papel y que se publicaron en formato digital.

El interrogante es saber si las prácticas del tiempo del confinamiento perdurarán después de su fin y si la compra y la lectura de libros electrónicos alejarán más lectores del libro impreso (que constituía antes de la crisis 90% del mercado del libro casi en todos países). Como ciudadanos debemos presionar a los poderes públicos para que ayuden a los editores y los libreros, tomando las medidas urgentes que permitirán evitar las quiebres y desapariciones: subvenciones, exenciones fiscales, préstamos garantizados, encargos públicos, etc. Y como consumidores, debemos resistir a las facilidades del "click" y comprar libros en las librerías, leer en las bibliotecas, preferir la forma impresa del libro, de la revista o del diario, y así mantener vivas las instituciones de la cultura impresa.

-El filósofo francés Eric Sadin plantea que los algoritmos que predicen hábitos de consumo están empezando a dinamitar la capacidad humana del juicio. ¿Esos procesos de alguna manera están transformando nuestra manera de leer o la lectura está por ahora a salvo de los algoritmos?

-RCH: Desgraciadamente pienso que tiene razón. Pero no desaparece la capacidad de juicio de los lectores o espectadores. Solamente se olvidan de ejercerla. Conformarse a lo que le proponen los algoritmos es una forma de tranquilidad, de pereza confortable. Es la razón por la cual las instituciones (escuelas, bibliotecas, medias) deben ayudar a despertar su curiosidad cultural y su juicio crítico. La apuesta no es solamente intelectual o estética, incitando cada uno a descubrir lo inesperado, lo sorprendente. Es también una apuesta cívica en un tiempo de masiva circulación de teorías absurdas, verdades alternativas, falsificaciones históricas y manipulaciones políticas. (Télam)