Opinión

La memoria de Evita, la única "reina" que vistió Dior y la persistencia lejos del sepulcro

Por Federico Calvo

Desde pequeños nos enseñan las estrofas de nuestro Himno Nacional. Una de las que más resuena -tanto en nuestras escuelas como en nuestras canchas- es la nos hace gritar "Coronados de gloria" antes del estruendoso "Oh juremos con gloria morir". Esa corona que sacraliza nos hace pasar de simples mortales a emblemas en nuestra historia. Esta frase, abierta para todos y todas, invita a la trascendencia y sugiere que la gloria está al alcance de todos.

¿Quién fue Eva Duarte? Eva no fue un simple personaje histórico, sino que se convirtió en un relato, casi un cuento virtuoso que resuena en muchos hogares y asegura que con entrega y sacrifico uno puede perdurar en el tiempo a cambio de permanecer fiel a los orígenes.

Eva nació en el pequeño poblado de los Toldos, llamado así por el pasado de los pueblos originarios que establecieron su hogar allí. Eva nacía para triunfar en una tierra marcada por la derrota de los más humildes. Tenía el nombre de la primera mujer, según el relato bíblico, pero en vez de traer el pecado trajo la redención de millones.

Su vida estuvo marcada por altibajos económicos y emocionales. Desde la muerte de su padre -que no pudo llorar por ser supuestamente una hija "ilegitima"- o las injusticias que, al mejor estilo griego, los hijos heredan de sus padres.

Eva y su familia lograron asentarse en Junín. El pueblo fue su trampolín para radicarse en la Ciudad de Buenos Aires, ciudad de estrellas brillantes y de oscuro anonimato. Eva saltó del segundo al primero, con una pasión que no conoce límites y una tenacidad irrevocable.

¿Quién hizo a quién?

En 1944, ocurrió un hecho relevante para nuestra historia. El terremoto de San Juan puso en evidencia el poder de Juan Domingo Perón en aquel gobierno militar. Ahí aparecieron juntos Juan Domingo y Eva Duarte, que tiempo después serian Perón y Evita.

¿Quién hizo a quién? Eso nadie lo va a poder determinar. Aunque ambos ya brillaban por su cuenta, juntos eran imparables.

Evita, como empezó a ser conocida desde entonces, tuvo un rol cada vez más importante en el gobierno peronista. Avanzaba como las olas del mar moldeando la arena a su gusto. Nada ni nadie era capaz de enfrentarla; todo con paciencia cedía. Eva adquiría ese diminutivo cargado del amor por su pueblo. La lucha era su vida y la coherencia su escudo.

"La única reina que vestí"

Eva es conocida por muchas y memorables anécdotas, pero hay un recuerdo relevante que para algunos historiadores es solo un detalle menor. Tras la "Gira del Arco Iris", mientras recorría Europa devastada por la barbarie de la civilización, Eva recibe un vestido del gran diseñador Christian Dior; que la historia convertiría en un gran referente de la industria del vestido.

La entrevista empapada en glamour se torna seria cuando el periodista pregunta: "Usted que vistió a todas las casas reales, ¿cuál fue la reina que más disfrutó vestir?" La respuesta continúa asombrando, como esas que no comprendemos de niños y de adultos no creemos entender del todo. "La única reina que vestí fue Eva Perón", dijo Dior. La definición sigue resonando. Una joven de un pueblo olvidado de la pampa bonaerense aparecía con una corona ficticia pero no invisible.

La corona, claro está, no se la entregaba Dior, quien supo darse cuenta de que era un regalo de su pueblo. Nada tenía que envidiar a antiguos monarcas y su derecho divino, porque el pueblo y sus descamisados entregaban esa tiara atada con alambre, si era necesario; pero revestida por una incalculable fidelidad. Después de todo, el lujo es vulgaridad, como escribió el filósofo rocker.

Un sepulcro innecesario

Evita se apagó como un fuego inmenso, encendiendo miles de hogueras, el 26 de julio de 1952. Eran días fríos en la Argentina, que hasta entonces parecían más templados por su presencia. Ese día un esposo despedía a su esposa y un pueblo a su reina plebeya.

Lamentables hechos posteriores obligaron a un largo recorrido de su cuerpo en manos de perversos por distintos lugares del mundo, como describieran Rodolfo Walsh y Tomás Eloy Martínez.

¿Ese cuerpo buscaba un descanso? Durante mucho tiempo careció de sepulcro para ser recordada o venerada. Solo un pedazo de tierra en Italia, bajo otro nombre, para que sus fieles no pudieran reconocerla; es lo que decidieron los epígonos de la dictadura como si de esa manera pudieran decretar el olvido.

Al fin y al cabo, ¿qué es un sepulcro? Seguramente un lugar de descanso en sentido simbólico. Sin embargo, parece innecesario para aquellos que habitan en la memoria de millones.

*Estudiante de Derecho y Sociología.