Sociedad

Ayuda de Holanda para sostener proyectos populares en La Boca pese a la pandemia

Al "Rinconcito de La Boca" el delivery no le funcionó y sus dueños sintieron que se estaba acercando el final de su restaurante. Sin embargo, lo que quebró la pandemia lo supo reparar la tecnología. Bajo el hashtag #RedRinconcito, miles de voluntades se unieron -mayoritariamente desde Holanda- para evitar el cierre. Gracias a eso, mañana martes a las 19, en pleno corazón de La Boca, entregarán una segunda tanda de 2.000 empanadas que luego serán distribuidas a las familias que buscan ayuda en CasaSan.

La Boca, atravesada por situaciones de hacinamiento y vulnerabilidad social, reúne dos atractivos internacionales: el estadio de Boca Juniors y Caminito, ambos apagados por el inexorable impacto de la pandemia.

Se estima que son más de 500 familias las que, en tiempos de normalidad, viven de la actividad turística de ese emblemático atractivo al que diariamente turistas de todo el mundo se acercan a visitar.

Atravesadas por el coronavirus y parálisis de la actividad, muchas de estas familias que trabajan en el sector informal recurren al auxilio que brindan organizaciones de la comunidad que intentan dar respuesta a algunas de las necesidades de la comunidad.

Una de esas organizaciones es CasaSan, que desde hace tres años ofrecía

-hasta la llegada del coronavirus- talleres y actividades gratuitas diarias a más de 200 chicos y chicas del barrio, y que, con la pandemia buscó la forma de reinventarse y ayudar de algún modo a las familias que la solían habitar.

"Son muchas las personas que hoy en el barrio no pueden trabajar, que pertenecen al grueso mundo del sector de la economía informal y que nunca habían tenido que recurrir a comedores para poderse alimentar", asegura Mercedes Frassia, arquitecta, fundadora y motor de CasaSan.

Ahora, los espacios de esa casona ubicada en la calle Olavarría al 800 -donde vivía su hijo menor, que perdió su vida producto de las adicciones- hoy están poblados de cocinas, heladeras, tuppers y, otra vez, de compromiso social.

Los holandeses solidarios

El amor trajo a Natascha Dolkens a Buenos Aires, 15 años atrás. Nunca hubiese imaginado que los mil kilómetros de aquel viaje en tren entre Milán y Amsterdam atravesarían finalmente el océano y se multiplicarían por diez más. Fue en aquel recorrido sobre rieles que conoció a un argentino, hoy su marido, con quien en 2012 se estableció en Buenos Aires, tuvieron dos hijos y echaron a rodar un emprendimiento.

Ontdek Buenos Aires -Descubra Buenos Aires, según la traducción del neerlandés- ofrece visitas guiadas en bicicleta a miles de holandeses y belgas que, en tiempos de normalidad, visitan la ciudad.

Uno de esos recorridos comprende un circuito por el sur de la ciudad. Justamente El Rinconcito, el restaurante de la familia López Genes, ubicado en la calle Doctor del Valle Ibarlucea 1166, es el lugar estratégico donde cada vez que un grupo de turistas recorre La Boca estaciona las bicicletas para reponer fuerzas y disfrutar de alguna delicia de la ciudad.

"La idea fue surgiendo espontáneamente y va saliendo bien. La gente en Holanda se copó", resume Natascha Dolkens y completa: "Pensé en juntar plata para ayudar a esa familiar a mantener el restaurante y, después, se me ocurrió que, mejor que pedir solo plata, era pedir algo que se pudiera al mismo tiempo donar a comedores de La Boca y ofrecer una ayuda en el contexto actual".

Una empanada por un euro. Con este lema y la intención de rescatar a El Rinconcito de La Boca de su seguro final producto de la crisis por la pandemia, la iniciativa lanzada por la holandesa y los demás guías de Ontdek Buenos Aires a través de una plataforma de 'crowdfunding' (financiamiento colectivo de proyectos) logró reunir fondos para que Máxima, Lorenzo, y sus hijos Luz y Matías puedan seguir dándole vida al restaurante.

Y así, a la vez, que un gesto de solidaridad le permita dar una nueva vuelta a la rueda que desde hace tiempo Mercedes Frassia -con una buena dosis de empuje, otra de magia y otra de arte para reunir solidaridad- hace girar en CasaSan, la casa que habitó su hijo Santiago y a la que, con vida, una y mil veces vuelve a llenar. (Télam)