Patagonia

COVID en Comodoro: "Empezamos a tenerle miedo al otro y parece que el virus se acerca cada día más"

Entrevista de Lola Sánchez.

Como psiquiatra del Hospital Regional de Comodoro Rivadavia y coordinadora de Salud Mental, Marta Rodríguez realizó el seguimiento de las personas en aislamiento social obligatorio por COVID junto a otros profesionales. En diálogo con El Extremo Sur, enfoca la pandemia como una "crisis psicosocial" y enfatiza la necesidad de "sostener los vínculos personales y virtuales frente a la incertidumbre, porque nos permiten seguir adelante y no sabemos cuánto tiempo pasará hasta que esto termine". Destaca que "se nos planteó un buen plan de trabajo, pero la provincia de Chubut no tuvo la disponibilidad económica para brindarnos ningún tipo de colaboración". Tras casi 180 días de confinamiento empiezan a aparecer "insomnio, cuadros de ansiedad y síntomas relacionados con cuestiones afectivas como angustia, llanto e irritación", sintetizó.

¿A partir de qué elementos caracterizan a la pandemia como una crisis psicosocial?

Vemos la pandemia como una crisis psicosocial porque siempre el enfoque en Salud Mental debe ser general. Uno no ve al paciente solamente desde un lado biológico. Este enfoque es más abarcador y se tienen en cuenta otros factores que afectan a la persona. Desde la mirada de otras disciplinas, más allá de la medicina, pudimos englobar esta situación bajo ese concepto.

¿De qué manera y desde qué aspectos nos afecta esta crisis psicosocial?

La pandemia afecta desde lo psicosocial porque abarca todas las aristas, desde cuestiones biológicas que tienen más que con la salud hasta relaciones interpersonales, conductas, prácticas, el cambio de la forma de vincularnos y cuestiones económicas -como la forma en que obtenemos el dinero-. Hay muchas personas que debieron darle un giro a la forma en que trabajaban. Esta pandemia toca tantas aristas de la vida de la gente que si lo pensáramos solamente como una crisis a nivel mental eso sería quedarse con un pedazo de la historia. La pandemia es mucho más abarcadora. Por eso requiere la intervención de un equipo interdisciplinario de Salud Mental y de conceptos todavía más amplios. Se piensa a la pandemia como una crisis, un desastre y se la compara a un desastre natural.

Mencionaste que el estado de encierro resultó para muchas personas un recuerdo amargo de la Guerra de Malvinas o del temporal del 2017. ¿Cómo interpretaste esto?

En las encuestas que realizamos recibimos muchas de esas respuestas, y eso me llamó la atención. No soy oriunda de Comodoro sino del Valle de Río Negro, y tal vez en otros lugares del país la Guerra de Malvinas se vivió desde otro lugar. Algunas zonas de la Patagonia como Comodoro vivieron la guerra realmente en carne propia, tuvieron el desembarco de las tropas, los simulacros. Muchas personas que estuvimos entrevistando relacionaban este aislamiento social obligatorio y la experiencia de estar encerrados en sus casas con los momentos pasados durante la Guerra de Malvinas. Me sorprendió porque pensé que lo iban a llevar más al temporal, algo más reciente.

¿Desde las instituciones estatales estuvo presente el enfoque psicológico y psiquiátrico en el marco de la pandemia?

Cuando empezamos a trabajar con los pacientes en aislamiento se acordaron varios ejes de trabajo. Uno fue el abordaje de las personas que se encontraban en aislamiento obligatorio, que incluía a viajeros y a quienes fueran contactos estrechos o diagnosticados con COVID. Acá empezamos a trabajar con esa población. Lo que siempre pasa en las acciones de salud pública es que tenemos diseños muy buenos, pero deben trabajarse siempre bajo la falta de recursos económicos que los puedan sostener. Sostuvimos la tarea a través de nuestros propios teléfonos, sin contar con un montón de recursos que nos fueron faltando. El monitoreo de todas estas personas se logró gracias al compromiso de las personas que conformaron el equipo. La realidad es que se nos planteó un plan de trabajo, pero después la provincia debido al estado de crisis no tuvo la disponibilidad económica para brindarnos ningún tipo de colaboración. La provincia colaboró parcialmente, pero faltó el apoyo económico para el proyecto.

¿Cómo vive el sector de Salud el estado de pandemia, afectados por la falta de pago, la ausencia de recursos y la sobrecarga de trabajo?

Es complejo. Nos conformamos como un equipo muy unido y también se sumó el equipo de los otros hospitales rurales y la gente de la Municipalidad. Se conformó un equipo muy intersectorial, además de ser interdisciplinario. Creo que eso nos ha permitido mantenernos muy enteros a la hora de mantener la tare, porque uno vive muy al límite. Hubo cosas fundamentales: el reconocimiento de los límites propios, poder verbalizarlo hacia el equipo y que el equipo pueda suplir ese lugar que dejaba el que no podía continuar. Esto no significó más dinero, por supuesto, pero si nos llenó de satisfacciones personales y el reconocimiento de la comunidad y el académico.

¿Qué síntomas relacionados a la salud mental fueron en aumento durante el aislamiento?

Llevamos más de 1500 entrevistas, y el material es muy rico porque fue armado por un equipo con diferentes miradas (psicólogos, trabajadores sociales, acompañantes terapéuticos, médicos). Como dato estadístico se hizo visible un aumento importante de varias cuestiones y vimos cómo fueron cambiando los patrones de las personas en seguimiento. Las personas empezaron a tener cada vez más dificultades para cubrir las necesidades básicas durante los14 días que tenían que estar aislados. Han aumentado las discusiones verbales en las casas y tuvimos que activar a otras instituciones por situaciones de violencia, trabajando en conjunto con la Policía y la Comisaría de la Mujer. Como síntoma cardinal puedo nombrar el insomnio; la gente ha empezado a padecer tanto para conciliar el sueño como para mantenerlo. Después de casi 180 días de confinamiento empiezan a aparecer cuadros de ansiedad, síntomas relacionados a cuestiones afectivas, como angustia, llanto, irritación.

¿En qué momento surgió en tu carrera la incorporación de la perspectiva de género?

Soy egresada de la Universidad Nacional del Comahue, que tiene una mirada comunitaria y te forma desde una mirada de médico no hegemónico. Desde que empecé la carrera siempre estuvimos muy metidos en los centros de salud, en contacto con los trabajadores comunitarios y la comunidad en general. Hay cosas de la historia personal de uno que también nos marcan: yo soy la tercera de cuatro hermanas mujeres. En mi familia somos casi todas mujeres; eso me hizo notar cómo a las mujeres nos costaba muchas veces ser reconocidas en cosas que para los compañeros masculinos requería menos esfuerzo.

¿Había un sesgo machista en las cuestiones académicas?

Si bien Medicina es una carrera muy machista, es muy loco que el 70% de quienes cursábamos Medicina éramos mujeres. Había una impronta machista importante; pudimos darle un poco de pelea a eso. Empezamos también a denunciar a nuestros profesores con quienes nos sentimos incómodos, quienes nos miraban de manera inapropiada. Eso generó mucho ruido en la Facultad.

¿Por qué sentiste que era necesario incorporar esta perspectiva?

Cuando me encontré con situaciones complicadas de mujeres en los diferentes lugares donde fui trabajando tuve que empezar a articular con la Defensa, con la protección de Derechos, con la Dirección de Género. Con todo lo que uno puede ofrecer desde su lugar de profesional hay que tratar de dejarle redes a las pacientes, que es algo imposible para muchas. Cuando tengo un paciente enfrente, me cuente el problema que me cuente, tengo la posibilidad de diseñar un tratamiento que incluya lo que ese paciente necesita. Con suerte se han podido construir esas redes con las instituciones que son las que permiten el trabajo, que beneficia a las personas que uno atiende.

Se puede decir que tu trabajo no está sólo en el consultorio, sino también fuera de él.

Si la psiquiatría fuera solamente escuchar a un paciente y darle una pastilla, jamás me hubiera dedicado a esto. Uno tiene la posibilidad de involucrarse desde otro lugar, interinstitucionalmente, intersectorialmente. Creo que no hay ninguna rama de la medicina que haga el vínculo que uno hace con el paciente como lo hace el psiquiatra. Tiene una impronta que no vi en otra rama de la Medicina.

Trabajas con terapia EMDR, enfocada en atenuar las consecuencias de eventos traumáticos. ¿Cómo funciona?

Trabaja con el psicotrauma. Siempre trabajo con trauma, para mi es súper importante saber si una experiencia que el paciente vive actualmente rememora una anterior. Si es así, es un punto de partida donde uno puede trabajar distinto con el paciente, desde este recuerdo y adónde lo lleva. Tuve la posibilidad de aprender esta terapia desde cero. El doctor Rubén Lezcano dictó de manera gratuita la formación de esta terapia para quienes trabajamos en el Hospital Regional. Trabajo con ese tipo de terapia en la obra social SEROS y con algunos pacientes del hospital que tienen situaciones complejas. Cuando la situación lo permite, porque en el Hospital siempre estamos con lo urgente. Con algunos pacientes igual he podido aplicar esta terapia. Tiene muy buenos resultados, requiere de un compromiso tremendo por parte del paciente, porque es exponerse; hay mucha exposición de situaciones muy difíciles. También exige gran compromiso por parte del terapeuta, porque hay que acompañar mucho al paciente en este proceso.

¿Hay mayores índices de depresión y ansiedad en grupos oprimidos que tienen que ver con el género, la raza y la clase?

Hay una vulnerabilidad que aparece en algunos grupos. Si uno piensa en los factores de vulnerabilidad -no entendiéndola como debilidad, sino como una mayor exposición a tener ciertos síntomas- vemos que hay factores que aparecen más en las mujeres, personas mayores, niños, la comunidad trans, o grupos que quedan por fuera de la sociedad. De todas formas, hay un avance tremendo. Son poblaciones que quedan al costado, por eso son consideradas vulnerables, especialmente en temas de ansiedad, depresión.

En este contexto, ¿qué aportes podés hacer acerca del suicidio?

En torno al suicidio es más riesgoso ser hombre que mujer. Es al revés, porque las mujeres presentan más intentos de suicidio pero los hombres tienen mayor probabilidad de consumarlo. Tiene que ver con que los hombres utilizan métodos más cruentos que las mujeres, como el ahorcamiento o el arma de fuego.

¿Qué trabajo se lleva adelante para romper el estigma contra las personas que tienen problemas de salud mental?

Siempre estamos intentando plantearlo desde ahí; por eso surge la idea de los conversatorios, de visibilizarlo en los medios. Cuando salió la cuestión del COVID tratamos de hacerlo visible como pudimos. Siempre tuve la convicción de que el cambio está en las instituciones, ya que los médicos muchas veces son prejuiciosos en relación a la salud mental. Si un médico es el que tiene el prejuicio, qué podríamos esperar de la población en general, que se deja llevar por la opinión profesional. El compromiso que siempre he asumido es involucrarme en la formación de médicos y dejar una impronta en todos estos temas, y sumar mi granito de arena en los chicos y chicas que van pasando por la Facultad de Medicina sobre la salud mental integral. Hay muchas personas que no asisten a consultas o no saben que hay una Guardia para Salud Mental las 24 horas del día. Deben saber que si se sienten mal, tienen ataques de ansiedad o están pensando en ideas en relación a la muerte pueden pedir ayuda, hablar de esto con un médico o un psicólogo. En el Hospital alguien los va a escuchar.

¿Qué cambios crees que traerá la "nueva normalidad" tras la pandemia? Especialmente en las relaciones, atravesadas por la virtualidad.

La pandemia tiene todas las características para generar cambios de gran impacto. Pensar que las cosas van a ser iguales tras la pandemia es un imposible. Hay muchas cosas que ya se han naturalizado en la sociedad, donde ya no hay vuelta atrás en relación a muchas cuestiones que tienen que ver con la virtualidad. La gente se dio cuenta que hay cosas que se pueden resolver de otra manera, que no son necesariamente de manera presencial. El distanciamiento social ha provocado que empecemos a tenerle miedo al otro. Hoy Comodoro tiene tantos casos y pareciera que el virus se acerca cada día más, porque cada vez hay más contactos estrechos y más contagios. Empiezan a aparecer estas cuestiones del temor al otro, el miedo a que el otro me enferme.

¿De qué manera podemos combatir este nuevo paradigma?

Hoy el uso de la palabra es importante, recalco este reclamo que le han hecho al presidente de renombrar esto como aislamiento sanitario. Creo que somos seres sociales y los vínculos son necesarios. Es real que las medidas que nos permiten protegernos de este virus incluyen la distancia desde lo sanitario, la distancia prudente del espacio físico. Siempre remarco a los pacientes que eso no significa que uno no pueda mantener el mismo vínculo. Uno tiene que cuidar ahora son los vínculos, esos son los que nos sostienen. Somos redes. Soy el sostén para muchos de mis pacientes y amigos, pero al mismo tiempo hay muchas personas que me sostienen. Somos todos una red de personas donde lo que nos une son vínculos. ¿Puede haber distancia sanitaria? Sí, me parece prudente y debe existir junto a todas las medidas de seguridad. Pero es el vínculo el que nos mantiene unidos, lo que nos permite seguir adelante, porque no sabemos cuánto tiempo va a pasar hasta que esto termine. Vivimos con incertidumbre, tenemos que tratar de mantenernos unidos y de la mejor manera.