El país

Touzón: "Un reflejo de los signos vitales del peronismo es que sigue incorporando lo nuevo"

El politólogo Pablo Touzón opinó que uno de los principales valores del peronismo es su facilidad para "mutar" e incorporar "lo nuevo", resaltó la vigencia de su legado con la inclusión política de trabajadores, movimientos de mujeres y excluidos y evaluó que esas capacidades y rasgos son justamente el "reflejo de sus signos vitales".

En una entrevista con Télam para trazar el perfil del peronismo con motivo del 75 aniversario del Día de la Lealtad, Touzón analizó además que "parte del error" cometido por el expresidente Mauricio Macri fue pensar que podía prescindir del justicialismo, una fuerza que, desde 1989 en adelante, está asociada a la capacidad de "gestión de crisis".

Télam: ¿Cómo llega el peronismo a estos 75 años de vida?

Pablo Touzón: Bastante en crisis. De ideas y de algunos sentidos. Si uno ve la secuencia de los últimos 10 años, del 54% sufrió luego tres derrotas y se partió en muchos pedazos (ruptura con Hugo Moyano, con Sergio Massa, triunfos de Macri y la derrota de Cristina Kirchner). Se intenta, mediante la decisión de Cristina de llamar a Alberto, un formato de coalición que dé cuenta de que la unidad se construye después de haber intentado todas las otras alternativas. Al margen del núcleo de ideas-fuerza del cristinismo, no hay muchas otras ideas dentro del peronismo. No hay tanta variedad entre los gobernadores. La realidad implicaba algún cambio interno que dé cuenta de eso. Un mérito del peronismo es su capacidad de mutar, en el sentido de que lo que no muta muere. Eso es un valor, no un demérito. Hay una idea que nace el 17 de Octubre: los "negros" adentro. No existe una Argentina política sin que esté sentado a la mesa ese sector de la población, que fue mutando con el país y sus crisis. De los trabajadores nuevos del 17 a los industriales, excluidos y trabajadores sociales. Cualquier formato de poder en Argentina tiene que incluir políticamente a los trabajadores. Ese es el legado.

T: ¿Cuánto hay de aquel peronismo originario en el frente que hoy gobierna?

PT: Como todo partido revolucionario en su origen, pero en el que que pasan 75 años, no hay forma de que no se burocratice o institucionalice. Vemos mucho la proliferación de apellidos. Eso era más propio de los radicales. Antes el peronismo era más plebeyo. Hay un proceso en una élite política peronista que se ha vuelto más casta. Lo que mantiene el espíritu del 17 de Octubre es parte del mundo de las organizaciones sociales. Cuando fue el Gobierno de Macri se produjo el primer entendimiento entre movimientos sociales y sindicatos, apalancado por la figura del Papa (en Francisco tal vez haya más semillas de ese peronismo original que en muchos del PJ). Incluso en una Argentina con 50% de pobres, se mantiene la idea de que políticamente eso tiene que ser incluido. Algunos países latinoamericanos tienen más inclusión económica, y los trabajadores están mejor que en Argentina, pero acá tienen más inclusión política. Reivindico la idea de la Argentina plebeya, que no se puede gobernar solo entre élites. Aunque es una idea que está en crisis.

T: Desde el '83 para acá, ¿puede pensarse un peronismo sin gobierno?

PT: En los '80 se producen la renovación y el menemismo. Dos caminos de un mismo fin: terminar con el partido isabelino sindical. Son diversos pero hay más unidad de concepción de la que parece. Bajo el Gobierno de Macri se producen dos unidades, una que tardó mucho más y la otra mucho menos. La que tardó menos fue la de los movimientos sociales (CGT, CTEP y demás), y la política fue la de 2019, forzada por las circunstancias y las derrotas, sobre todo en provincia de Buenos Aires, porque perder ahí fue simbólico, no sólo una cuestión de demografía electoral. Eso habló de que la mitad más uno tal vez no exista más, ni acá ni en ningún lugar del mundo. Históricamente, sobre todo para este peronismo de gestión de crisis, peronismo y Estado tendían a ser sinónimos, pero muchas de las cosas interesantes no fueron creadas por el Estado. Siempre fue un gran incorporador: a los sindicatos, movimientos sociales, movimientos de las mujeres y la CTEP no los inventó una subsecretaría. El peronismo los incorpora. Ese es el reflejo de signos vitales: incorporar la nuevo.

T: ¿Por qué los partidos no-peronistas tienen una pata peronista?

PT: Antes de la dictadura, el peronismo no era necesariamente el partido que solucionaba las crisis. Desde el '89 en adelante, cuando el peronismo vuelve, incluso en el menemismo con su doctrina liberal, hubo una idea de que cualquier reforma tenía que ser pactada con el peronismo, en sus formatos partidario y sociológico. Parte del error de Macri fue pensar que podía hacerlo sin eso. (Télam)