El país

El hombre que nunca oyó hablar del Coronavirus

Por Manuel Quaranta

Un amigo que trabaja en el Aeropuerto de Rosario me llamó ("es de las historias que te gustan") para contarme que ayer cerca del mediodía interceptaron en la entrada del edificio a un hombre de entre 40 y 45 años porque no llevaba barbijo. El hombre, visiblemente sorprendido, les preguntó a su vez por qué debía usarlo, si nunca hasta el momento había tenido que hacerlo. Mi amigo me cuenta que se miraron extrañados con su compañero y que quisieron saber los motivos por los cuales se encontraba allí.

El hombre les dijo que tenía un pasaje a Barcelona para el 15 de noviembre (Aerolíneas Argentinas), con escala en Buenos Aires y que por eso se encontraba allí, porque quería tomar su avión. Mi amigo cada vez más sorprendido le reclamó el pasaporte comunitario o el permiso especial para poder salir del país y entrar a España. El hombre (mi amigo prefirió cuidar su identidad, el nombre empezaba con L) negó que tuviera pasaporte comunitario (mostró el argentino) y les consultó por qué debería contar con un permiso especial para salir de Argentina si lo había hecho varias veces y nunca había necesitado uno.

El compañero de mi amigo le comentó que las nuevas disposiciones del gobierno nacional así lo indicaban y que sin ese permiso lamentablemente no iba a poder viajar. A todo esto, un tercer agente de seguridad, atento a la situación, le alcanzó un barbijo al supuesto pasajero y lo conminó a que lo utilizara. La primera sensación, según mi amigo, fue de sospecha. Un atentado. La desecharon. La segunda fue la locura. La desecharon también cuando el hombre, al enterarse de la pandemia de Covid, les confesó que él no usaba celular, no miraba TV, no tenía servicio de internet y que, como en general permanecía el día entero adentro de su casa, por algunos inconvenientes que no quiso explicitar, para hacer las compras llamaba por teléfono al chino de la vuelta y se hacía llevar el pedido.

En ese instante mi amigo vio en el rostro del hombre una especie de fulgor, el hombre había comprendido por qué el ayudante del super chino desde hacía unos meses aparecía siempre con un barbijo. Él había pensado que era una cosa solamente de asiáticos, ya que los asiáticos hace años que usan barbijo. Develado el misterio, el hombre quiso averiguar algunas cuestiones acerca del cambio del pasaje (lo había comprado en diciembre del 2019) y luego salió de las instalaciones del Aeropuerto con un dejo de tristeza, pero con suma tranquilidad. Acto seguido tomó un taxi y se perdió en la ruta.