Patagonia

Lecturas / Osvaldo Bayer: Los fusilamientos de Santa Cruz, mi madre y padre

Por Osvaldo Bayer*.

Ya desde la infancia, el tema de los fusilamientos de obreros patagónicos había llegado a mis oídos. En los almuerzos, principalmente, mi padre solía contar anécdotas de sus largos viajes o sus experiencias infantiles en las colonias agrícolas santafesinas, como Humboldt, muy cerca de Esperanza.

Humboldt había sido poblada en el siglo XIX con agricultores alemanes, austríacos - del Tirol - y suizos alemanes. En sus orígenes, la familia Bayer provenía del Tirol austríaco.

En realidad nos llamábamos Payr y mi padre apenas cumplió dieciocho años de edad cambió el apellido porque era impronunciable en la Argentina. Pero claro, no se desvió del significado. Payr en dialecto tirolés significa Bayer, es decir, natural de Bayern, Baviera. Y Bayer significa precisamente eso, en alto alemán: bávaro, de la tribu germana de los bajuwaren.

Entre los relatos de mi padre - yo era el menor de los hijos - figuraban una y otra vez las huelgas patagónicas. El era un especialista en telégrafos y había sido enviado a Río Gallegos, recién casado. Allí nació mi hermano mayor, Rodolfo.

Justamente les tocó a mi padre y a mi madre, ser testigos de ese período tan dramático de principios de la década del veinte. Mi padre se indignaba cuando contaba el proceder del ejército - principalmente del comandante Varela - y cuando nos detallaba la forma brutal en que eran tratados los peones prisioneros. Esas charlas comenzaron en Buenos

Aires, donde la familia se instaló luego de haber vivido en Neuquén, Concepción del Uruguay, Tucumán y Bernal. Recuerdo que mi padre contaba con mucho dolor lo de las huelgas y llegaba a emocionarse. Nosotros - los tres hijos (Rodolfo de 14, Franz de 12 y yo de 10) - quedábamos impresionados. Mi padre después tenía que partir al trabajo y y era la oportunidad de mi madre para decirnos:

- Vuestro padre se olvida de algunas cosas. Por ejemplo de que los huelguistas eran gente muy díscola. Me acuerdo muy bien cuando el Jefe de la Policía de Santa Cruz, Coronel Schweizer, recorría una por una las casas de Río Gallegos para advertirles a las señoras que se cuidaran porque podían venir los huelguistas a la ciudad y violaban a todas las mujeres.

A mí esas dos versiones me hacían caer en una dualidad que me dejaba en la total inseguridad. ¿Quién tenía razón, mi padre o mi madre? Tal vez en búsqueda de esa respuesta ocurrió que cuatro décadas después iniciara la investigación de las huelgas patagónicas a las cuales les dediqué ocho años de mi vida.

Fue cuando trabajaba en la redacción de «Clarín», donde era Jefe de Política y Fuerzas Armadas. Uno de los redactores de esa sección era Félix Luna, que en esos años del sesenta comenzó a publicar una revista, «Todo es Historia», que contenía investigaciones sobre el pasado argentino.

Como muchas veces me oyó hablar de las huelgas patagónicas, me invitó a hacer una investigación sobre ese tema. Yo sabía que me iba a meter en algo muy escondido y negado, una especie de leyenda negra. Pero me despertaba siempre la curiosidad aquello de saber por fin, quién tenía razón, si mi padre o mi madre. Y comencé primero por las venganzas posteriores a los fusilamientos, por eso, mi ensayo en primer término se denominó «Los Vengadores de la Patagonia Trágica».

* Publicado en "Hogueras y prohibiciones", de Osvaldo Bayer, Ediciones Espacio Hudson, 2016 (espaciohudson.com).