El mundo

La pandemia más cruel: 209 millones de pobres en América Latina

Por Alfredo Zaiat (Sputnik).

Los datos de pobreza e indigencia de Argentina del segundo semestre del primer año de la pandemia registraron un aumento hasta el 42% de la población. La situación es más impactante en el grupo de 0 a 14 años, que alcanzó al 57,7%.

Estas cifras dramáticas no son exclusivas de Argentina. Se repiten en casi todos los países de América Latina, una de las zonas más castigadas por la crisis del coronavirus, que supera el millón de muertes.

La pobreza y la indigencia en la región alcanzaron en 2020 niveles que no se han observado en los últimos 12 y 20 años, respectivamente. El retroceso en términos sociales ha sido fulminante.

El esfuerzo en mejorar las condiciones monetarias de amplias franjas de la población en las últimas dos décadas fue barrido en apenas un año de crisis de coronavirus, y con un horizonte inmediato que no asegura que lo peor haya pasado en materia de bienestar social.

También han empeorado los índices de desigualdad y las tasas de ocupación y participación laboral, sobre todo en las mujeres.

Esta evolución sociolaboral desastrosa se desplegó pese a las medidas de protección social de emergencia que los países han adoptado para frenarla. O sea, las estadísticas de pobreza e indigencia podían haber sido todavía peores.

Desigualdad

El escenario económico, social y político es muy complejo. El panorama es de bajo crecimiento, aumento de la pobreza y crecientes tensiones sociales.

La pandemia puso al desnudo las desigualdades estructurales que caracterizan a las sociedades latinoamericanas y sus altos niveles de informalidad y desprotección social, así como la injusta división sexual del trabajo y organización social del cuidado, que atenta contra el pleno ejercicio de los derechos y la autonomía de las mujeres.

Al respecto, la economía del cuidado pasó a ser considerado un sector estratégico para una recuperación con igualdad. La pandemia ha revelado el enorme costo que significa para los países de la región no tener un sistema integrado de cuidados de amplia cobertura, desfeminizado y de calidad.

Por esto, la CEPAL advierte que "es urgente invertir en este sector para enfrentar la crisis, garantizar el derecho a cuidar y a recibir cuidados, así como reactivar la economía desde una perspectiva de igualdad y desarrollo sostenible".

Según las nuevas proyecciones de la CEPAL, como consecuencia de la fuerte recesión económica en la región, se registrará una caída del PIB de 7,7%.

En 2020, las tasas de indigencia y de pobreza se situaron en 12,5% y en 33,7% de la población, respectivamente. Ello supone que el total de personas pobres ascendió a 209 millones a fines de 2020, 22 millones de personas más que el año anterior.

De ese total, 78 millones de personas se encontraron en situación de pobreza extrema (indigencia), 8 millones más que en 2019.

Emergencia

El informe anual Panorama Social de América Latina 2020 de la CEPAL destacó, a la vez, la persistencia de las brechas de pobreza entre grupos de población:

La pobreza es mayor en áreas rurales, entre niñas, niños y adolescentes.

En indígenas y afrodescendientes.

En la población con menores niveles educativos.

Como se mencionó, el aumento de la pobreza e indigencia sería todavía mayor sin las medidas implementadas por los gobiernos para transferir ingresos de emergencia a los hogares.

Hubo 263 iniciativas de protección social de emergencia. Estas alcanzaron al 49,4% de la población, aproximadamente 84 millones de hogares o 326 millones de personas.

Sin esas medidas, la incidencia de la indigencia habría subido al 15,8% y la pobreza, al 37,2% de la población.

Brechas

"La pandemia ha evidenciado y exacerbado las grandes brechas estructurales de la región", afirmó Alicia Bárcena, secretaría ejecutiva de la CEPAL.

Con complicaciones para tener un acceso continúo y masivo de vacunas, que deriva en un lento ritmo de vacunación de la población, América Latina vive un momento de elevada incertidumbre en el que aún no están delineadas ni la forma ni la velocidad de la salida de la crisis.

La directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne, denunció que "el sistema actual está diseñado para la inequidad y eso no es aceptable". Para agregar que "las vacunas deberían estar disponibles para todos los que las necesitan, independientemente de dónde vivan".

En ese sentido, Bárcena señaló que "no cabe duda que los costos de la desigualdad se han vuelto insostenibles y que es necesario reconstruir con igualdad y sostenibilidad, apuntando a la creación de un verdadero Estado de bienestar, tarea largamente postergada en la región".

Ingreso básico

Con la fortísimo alza de la pobreza y la consiguiente vulnerabilidad social de más de un tercio de la población en América Latina, la CEPAL promueve garantizar la protección social universal como pilar central de un nuevo Estado de bienestar.

En situaciones sociales tan críticas, los planes de transferencias directas son potentes amortiguadores de las crisis. En el corto plazo, consiste entonces en implementar o continuar con las siguientes transferencias monetarias directas:

Ingreso básico de emergencia (IBE).

Bono contra el hambre.

IBE para mujeres.

El diseño de una estrategia de mediano y largo plazo debería incluir:

Un ingreso básico universal, priorizando a familias con niños, niñas y adolescentes.

Diseñar sistemas universales, integrales y sostenibles de protección social, incrementando su cobertura.

Margen fiscal

Hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) postula la necesidad de destinar fondos públicos para atender el crítico panorama social.

En Cicatrices de curación lenta: el legado de la pandemia, los economistas del FMI Sonali Das y Philippe Wingender mencionan que las grandes crisis causan estragos y el daño suele durar mucho tiempo.

El derrumbe provocado por el COVID-19 no es una crisis tradicional, puesto que en comparación con otras anteriores, la contracción fue repentina y profunda: la producción mundial disminuyó aproximadamente tres veces más que en la debacle financiera de 2008, en la mitad del tiempo.

Das y Wingender plantean que el camino hacia la recuperación sigue siendo un desafío, especialmente para países con espacio fiscal limitado, como sería el caso de los de América Latina.

Indican que los países deberán adaptar sus políticas a las diferentes etapas de la pandemia con una combinación de apoyo mejor dirigido a los hogares y empresas afectadas e inversiones públicas.

Para recomendar que "para abordar el aumento de la desigualdad que probablemente resultará de la pandemia, se deben ampliar las redes de seguridad social y se deben asignar los recursos adecuados a la atención médica y la educación".

Pactos

Otro frente para atender la fragilidad del cuadro sociolaboral es avanzar hacia nuevos pactos sociales y fiscales para mejorar la equidad, y planes que garanticen la salud, la educación y la inclusión digital.

"El proyecto de un nuevo pacto social está más vigente que nunca: la pandemia es una coyuntura crítica que redefine lo que es posible, y abre una ventana de oportunidad para dejar atrás la cultura del privilegio", afirmó Bárcena.

La actual crisis impacta con más ferocidad en las personas de los estratos de ingresos bajos y medio-bajos. En 2020 unos 491 millones de latinoamericanos vivieron con ingresos hasta tres veces la línea de pobreza.

Alrededor de 59 millones de personas que en 2019 pertenecían a los estratos medios experimentaron un proceso de movilidad económica descendiente.

Entonces la desigualdad del ingreso total por persona aumentó dando lugar a un índice de Gini promedio 2,9% más alto que el registrado en 2019.

Sin las transferencias realizadas por los gobiernos para atenuar la pérdida de ingresos laborales, cuya distribución tiende a estar concentrada en los grupos de ingreso bajo y medio, el índice de Gini promedio para la región habría aumentado 5,6%.

Mercado laboral

El incremento de la pobreza y la indigencia fue impulsado por el impacto del COVID-19 sobre el mercado laboral.

La Organización Internacional del Trabajo calculó que los mercados laborales de América Latina y el Caribe han retrocedido al menos 10 años, y advirtió que la crisis está lejos de terminar.

"Llegamos a 2021 con el empleo en terapia intensiva", señaló el último reporte de esa entidad multilateral.

La tasa de desocupación regional se ubicó en 10,7% al cierre del año pasado, lo que representó un incremento de 2,6 puntos porcentuales respecto de la cifra registrada en 2019 (8,1%).

La caída generalizada del empleo y la salida de la fuerza de trabajo ha afectado con mayor intensidad a mujeres, trabajadoras y trabajadores informales, jóvenes y migrantes.

La pandemia del COVID-19 está dejando una estela de desolación a lo largo y ancho de América Latina, región cuya situación sociolaboral ya era muy compleja y con esta crisis sanitaria ha ingresado en una impactante pandemia de la pobreza.