Géneros

Brenda Barattini, la "mala víctima", no es "La Amputadora" sino la condenada por una justicia patriarcal

Por Lola Sánchez y Gerardo Escobar

Durante la última década, Argentina fue testigo y campo de acción de una revolución feminista que permitió visibilizar un entramado de violencias largamente silenciadas. El primer Ni Una Menos, que se realizó en julio de 2015, marcó un antes y un después. Ya no podemos permitirnos como sociedad -pero tampoco deberían permitirlo legisladores y jueces- una secuencia creciente de atropellos contra los derechos de las mujeres, niñas y adolescentes. El caso patagónico de Micaela Brenda Barattini -una emblemática "mala víctima" que decidió defenderse duramente tras largo tiempo de violencia por parte de su pareja sexual- desnudó las estrategias patriarcales de los medios de comunicación, quienes salvo algunas contadas excepciones configuran un mensaje autoritario y "aleccionador" para las demás mujeres. La denominaron "La Amputadora" y la asociaron con Lorena Bobbit, aquella víctima que fue largamente estigmatizada.

La "revolución de las pibas" cuestionó la matriz patriarcal en sus encarnaciones más profundas y estratégicas, responsables centrales de la construcción y reproducción de la opresión que se concentran especialmente en la Justicia y los medios de comunicación.

Los hombres y mujeres que integran estos espacios están atravesados por la idiosincrasia misógina. A menos que realicen un largo trabajo de deconstrucción, reproducirán sus prejuicios en el trabajo diario. No es fácil identificar el discurso que da pie a la reproducción de la violencia. Suele parecer que uno refleja al otro. Lo cierto es que se retroalimentan de manera constante, bajo la visión de una sociedad que no siempre quiere ceder sus privilegios.

El caso de Micaela Brenda Barattini puso en evidencia las estrategias patriarcales de los medios de comunicación en tanto buscan configurar un mensaje aleccionador para otras mujeres.

Se cumple más de un año de un caso mediático y controversial que puso en discusión una manera de contar y relatar la historia de una mujer, que -tras meses de violencia psicológica y al punto de la desesperación- decidió defenderse.

Al no hacerlo de manera convencional, en el marco de una región recaldadamente machista y teniendo como víctima a un hombre de grandes influencias, Micaela Brenda Barattini se convirtió en lo que los medios llamaron "La Amputadora", una "mala víctima". Como una Lorena Bobbit argentina, fue juzgada doble, y hasta triplemente: por la justicia, los medios y la sociedad.

El caso Sergio Fernández

La noche del 25 de noviembre de 2017 en Córdoba Capital, Micaela estaba con Sergio Aníbal Fernández, un hombre casado, de 40 años, dueño de varios locales en la capital y líder de la banda "La Coca Fernández", con quien mantenía una relación íntima.

Según el fallo oficial, en medio de un juego sexual supuestamente propuesto por Barattini, la joven lesionó a Fernández en su miembro viril con una tijera de podar. Esta acción habría sido premeditada, según la Justicia, y según confirmó luego Micaela. La mujer desmintió la versión de la fiscal Laura Batistelli, quien sostuvo que tenía intenciones de matar.

A pesar de la presunta "imparcialidad inamovible" que tuvo la mirada judicial, tanto el hecho en cuestión como las situaciones anteriores y posteriores están atravesado por discursos enfrentados. "Es mi palabra contra la de él", declaró Micaela (apodada Micky por los sectores de la sociedad que defendieron su caso) en una carta que compartió meses después.

Según declaró la joven, la herida fue provocada con la intención de "igualar el dolor" que le provocó Fernández luego del ejercicio de una práctica de violencia psicológica sostenida y ante la amenaza del hombre de filtrar videos íntimos de Barattini con amenazas de por medio.

"Me di cuenta de que me hacía ver como una cola, que yo solo era una cola, no preguntaba por mí, preguntaba por mi cola, yo era la cola directamente. Con esto de que él me había expuesto, mi carrera, todo lo que yo había estudiado, se había arruinado todo, traté varias veces de sacarle el celular y nunca pude, ni siquiera el día de los hechos", detalló Micaela en su declaración final.

A pesar de la declaración opuesta de Fernández, que fue ampliamente aceptada por la fiscal y el jurado popular que emitió el fallo condenatorio, Barattini sostuvo su denuncia contra el músico por haberla humillado y denigrado sexualmente. Parte de su declaración no fue tenida en cuenta por la Justicia y mucho menos por los medios, quienes ignoraron el trasfondo de violencia de género que rodeaba el polémico caso. Llegaron al punto de utilizar un tono burlón para referirse a la joven arquitecta, alcanzando el límite de la espectacularización.


La justicia y una coreografía perversa con los medios

Desde el primer día los medios de comunicación se hicieron eco del caso, aunque con sobrados ejemplos de falta de perspectiva de género. La mayoría marcó su narrativa con exageraciones, prejuicios y comentarios sin fundamento sobre la supuesta personalidad asesina de Barattini.

Una de las primeras notas que se publicó en "La Voz del Interior" (medio referente de Córdoba) ya dejaba claro la toma de posición, los prejuicios y el discurso que pretendían legitimar. El 26 de agosto de 2019, tras iniciarse el juicio contra Brenda Micaela Barattini, La Voz titulaba "Comenzó el juicio a Brenda Barattini: ‘Me quiso matar en ese segundo', dijo el damnificado".

Desde el inicio, Barattini fue la "asesina" y Fernández el "damnificado", sin contar aún con la conclusión del proceso judicial, que para sorpresa de muchos y muchas -a diferencia de casos que terminan condenando a femicidas- se realizó con mucha más celeridad que el promedio.

Otro ejemplo de este ataque mediático puede encontrarse en la nota publicada el 27 de noviembre de 2017 por Clarín. Allí comparan el caso de Brenda Barattini con el de Lorena Bobbit bajo el título "Qué fue de la vida de John y Lorena Bobbitt: El caso de la mujer en Córdoba que le cortó el pene a un hombre mientras dormía recuerda la famosa historia de esta pareja". En notas posteriores la llaman directamente la "Lorena Bobbit argentina".

Aunque parece inocente, esta directriz de los titulares marcó una fuerte impronta en el tratamiento mediático del caso, partiendo de la concepción errónea de que Barattini había amputado el pene de su amante. El fallo señala que se trató de una lesión, y que el miembro del hombre pudo ser reconstruido en su totalidad, sin pérdida de ninguna función vital o sexual. Los medios no tardaron en llamarla "La Amputadora", sin advertir la historia de violencia que subyacía en la complejidad del hecho.

El foco de las críticas estuvo en el accionar de la Fiscal de la causa, Laura Batistelli, quien casi como si se tratara de una especie de coreografía perversa con los medios montó un show morboso en torno a lo sucedido esa noche, permitiéndose opinar desde una perspectiva machista y cosificadora.

La fiscal puso énfasis en sus preguntas sobre la vida sexual de Micaela, emitió declaraciones dentro del Tribunal desde su discutible opinión personal e incluso apareció en diversos canales de televisión comentando el hecho; con un formato más parecido al de la farándula que al periodismo judicial.

El ejemplo más claro de esta situación ocurrió cuando Bastistelli alzó con sus manos, casi como si fuera un trofeo, la tijera de podar que utilizó Brenda para lesionar a Fernández y pidió al jurado que la levanten. "Álcenla, por gusto", les dijo. Las imágenes de la escena fueron grabadas y la fotografía de Batistelli recorrió largamente los medios.

Incluso se convirtió en un sticker de WhatsApp, que circuló sin escrúpulos en los chats de abogados de renombre de la ciudad de Córdoba. Según la información del sticker de Whatsapp en el que Batistelli sostiene la tijera de podar, el mismo fue creado por el Abogado Ignacio Picatto, del estudio Mooney & Picatto; equipo que además estuvo integrado varios años por el fallecido ex gobernador de Córdona José Manuel de la Sota.


La madre de Micky denunció la misoginia contra su hija y expresó: "La fiscal Laura Batisttelli maneja un nivel de misoginia increíble. Es muy morbosa y la cosifica a Micaela. Es un desastre lo que está pasando. Todo el tiempo hace preguntas muy suaves a S.F. y muy vulgares a ella y su ex novio sobre la vida sexual. Yo estoy destruida porque quieren condenar a Micaela con una sentencia aleccionadora para que no haya replicabilidad a otras mujeres".

Y remarcó la vara subjetiva con que juzgan a los varones: "No tratan así a un femicida. No se asustan de que muera una piba cada 24 horas, pero sí se asustan de lo que hizo Micaela cuando ella no lo quiso matar. La fiscal dijo ‘Vemos ante qué mujer estamos' por la frecuencia de las relaciones sexuales de mi hija. La cosificaba. La quiere condenar de una manera tremenda. Mientras él pide cinco millones de pesos a una mujer que no está pudiendo trabajar".

Tratamiento mediático

Los medios hicieron lo suyo, alimentados por la información compartida desde Tribunales. Se construyó una narrativa que rápidamente decidió quién sería el villano y la víctima. Desde las primeras notas, los medios que cubrieron el caso marcaron un fuerte sesgo machista en su redacción. A pesar de la declaración de Brenda -en la que describió la violencia previa que sufrió por parte de Fernández-la mirada mediática enfatizó su responsabilidad en el hecho, reiterando la planificación y la intención de matar.

Desde un primer momento se tomó como verdad absoluta la versión de la parte acusatoria y se minimizó el relato de Micaela, generando un sesgo en la opinión pública que seguía el caso a través de los portales y medios de comunicación; que fueron parte fundamental para generar un perfil de victimaria sádica y fría.

La intención implícita de este pacto entre Justicia y medios de comunicación ha sido, históricamente, producir y reproducir narrativas desfavorables para las mujeres, tanto si son ellas las víctimas como victimarios.

Los varones son presentados desde una mirada humana, resaltando sus cualidades, incluso con acusaciones de violencia sexual y femicidio. El varón puede cometer atrocidades, aunque se destaca siempre el "pero" -era estudiante, pero "tenía una vida por delante", por ejemplo-. A las mujeres, en cambio, se las posiciona en el lugar de "malas" víctimas, mujeres asesinadas o violadas que "se lo buscaron". En el caso de las presuntas victimarias se construye un perfil de mujer vengativa, hostil y calculadora. En las narrativas mediáticas, las mujeres siempre pierden. Cabe preguntarse de qué manera estas ideas van conformando parte del imaginario colectivo.

El relato de Clarín

Desde la primera nota realizada al siguiente día del hecho, Clarín a través de su portal web espectacularizó el hecho utilizando 19 titulares en el que menciona la palabra "cortó"; además de realizar notas relacionando el caso de Brenda Micaela Baratini con el de Lorena Bobbit, tildándola en una de sus notas como la "Lorena Bobbit argentina".

Además, el archivo fotográfico para ilustrar las notas recurrió a imágenes tomadas de las redes sociales privadas de la acusada y escenas de los momentos posteriores a la lesión provocada a Sergio Aníbal Fernández.

En todo momento se resguarda el nombre completo de Fernández, incluso cuando realizan una nota dándole voz al hombre lesionado.

Solo en una de las 20 notas auditadas se hace referencia al trato mediático dispar entre los casos de mujeres y hombres victimarios. Mariana Iglesias, resalta que "Todos, todas, conocemos sus nombres, sus historias, sus rostros. Sabemos cada detalle del delito cometido. En sus casos, la Justicia fue rápida y efectiva, y los medios de comunicación dedicaron cientos de notas en diarios, radio y televisión".

Este tratamiento de la noticia, en tono acusatorio y de fuerte espectacularización, tomando partido por una de las partes, acrecienta su gravedad debido al poder y alcance que tiene la web del diario Clarín. En septiembre de 2019, el mismo portal indicó en la nota "Medios y Audiencias Digitales" que sumó 19.4 millones de visitantes únicos, de acuerdo a la plataforma Comscore, lo que representa un alcance del 57,4% del total de la población digital del país; que suma 33,9 millones.

Clarín, junto a sus respectivos satélites que representan más del 47% del mercado multimediático de Argentina, fustigó y tomó partido desde un primer momento, dejando de lado la imparcialidad periodística; profundizando en la acusación de Brenda Micaela Barattini, que terminó siendo sentenciada a 13 años de prisión.

La voz del interior

También hizo su aporte discriminador el medio cordobés "La voz del interior", que pertenece a Grupo Clarín. Se evidencia una perspectiva machista que pretende escudarse en la neutralidad que se esperaría de las coberturas judiciales. Pero a día de hoy es bien sabido que detrás de la Justicia y los medios hay varones con intereses ideológicos, personales, políticos y económicos.

El encargado de la sección Judiciales, quien llevó a cabo la cobertura del caso de Micaela, fue Francisco Panero. Panero insiste de manera constante en el silencio de Brenda (que no fue silencio si no omisión de terceros), en la descalificación de su testimonio y en las numerosas consecuencias del hecho en la vida de Sergio Aníbal Fernández.

En la nota publicada el 27 de agosto de 2019, se alude a Fernández como el "damnificado", y se comparte su testimonio. Con cierta morbosidad, se habla de las lesiones en el pene de Fernández y cómo esto afectaría su masculinidad. Panero hace énfasis en el cambio de vida de la víctima tras el ataque, y cómo llevará adelante su sexualidad, su autopercepción y su virilidad herida.

Es interesante observar el profundo análisis que se desarrolla desde los medios (alimentados por la información que comparte la Justicia) en torno a la psiquis de Sergio Aníbal Fernández y las secuelas del ataque. En ningún momento se habla de las secuelas en la psiquis de Barattini debido a la violencia constante ejercida por el "damnificado" y cómo esto pudo haberla llevado a defenderse de la manera en que lo hizo.

Nos encontramos con dos narrativas enfrentadas, aunque solamente una es legitimada por la voz del poder. No hay datos sobre los peritajes que indicarían qué sucederá con la feminidad de Brenda tras haber sido tratada como un trofeo entre los amigos de Fernández, tal como ella relató en reiteradas ocasiones.

En la nota mencionada, se dedican apenas dos párrafos a detallar en qué estado se encuentra el miembro de Fernández, si puede tener erecciones, si puede orinar y cómo se siente al respecto. Esta práctica morbosa se puede rastrear en las entrevistas que le realizaron a Brenda antes del juicio, en las que hicieron hincapié en sus hábitos sexuales, con preguntas específicas y por demás prejuiciosas.

La manipulación de la causa

En la cobertura del caso hay un hecho en concreto que cambia rotundamente la causa y evidencia con mayor profundidad el prejuicio de los periodistas. El 27 de agosto de 2019 "La Voz del Interior" informa que el delito será considerado "tentativa de homicidio calificado por el vínculo y alevosía" y que Brenda Barattini responderá ante un jurado popular. La decisión fue tomada a raíz del testimonio de la entonces pareja de Brenda, quien relata que tras el hecho en cuestión ella le entregó un bisturí, le dijo que Fernández la había violado y expresó "Matalo, matalo a ese hijo de puta". L0a frase se propagó en numerosos titulares, lo que acrecentó el resentimiento contra Brenda, quien continuaba siendo perfilada como la amante vengativa.

Según la ex pareja, no creyó en la versión de Brenda y coincidió con la Fiscal en que se trataba de una "historia armada". Esto se suma a la declaración de Fernández en la que Brenda le habría dicho "Morite". "Yo sabía que no la habían violado, que ella había planeado todo ese escenario para tratar de salir impune", habría expresado GER, la ex pareja.

En este sentido, tan solo la palabra de dos varones relacionados sentimental y sexualmente con la victimaria, bastó para cambiar la carátula y decidir el futuro judicial de Brenda. En el caso de las mujeres, el testimonio es débil, no se presenta jamás como prueba suficiente. En el caso de los varones, basta para decidir una condena.

¿Justicia?

En cuanto al rol de la justicia, que debe ser imparcial y aplicar la perspectiva de género tal como lo dicta la Ley Micaela (Ley 27.499), y los convenios internacionales a los que adhiere Argentina (CEDAW, Art. 1, d) y Convención de Belem Do Pará, Art. 4, b) y f), fue posible observar una práctica poco objetiva, con un sesgo machista fuertemente marcado, además de morboso, revictimizante. Hizo uso constante de la espectacularización con el fin de generar impacto mediático. Asimismo, buscó de alguna manera, incidir en la opinión pública, siendo un detalle relevante ya que Brenda fue juzgada mediante juicio popular. Uno de los medios con mayor nivel de espectacularización fue la Voz del Interior, con una gran presencia en la sociedad cordobesa.

Hermida: "zonas altamente machistas"

El Extremo Sur consultó a la Dra. Raquel Hermida Leyenda -reconocida abogada por los Derechos de las mujeres, niños, niñas y disidencias- sobre los juicios por jurados en los casos que involucran mujeres, especialmente en los casos de defensa personal. "Un juicio por jurados tiene que tener en cuenta la zona dónde se llega a debate, porque hay ciudades pequeñas o grandes que son altamente machistas, en esas zonas la elección del jurado como forma de llevar a cabo un juicio no es la indicada", explicó.

En el fallo judicial no hay constancia de que se haya solicitado un análisis de la zona, entendiendo que Córdoba es una de las ciudades con mayor índice de femicidios de todo el país. Ocupa la tercera posición detrás de Santa Fe y Buenos Aires, según el Observatorio de Violencia de Género "Ahora que sí nos ven".

Cabe destacar que los porcentajes más altos en torno a las características de los femicidios corresponden siempre a la pareja o ex pareja como agresor, la vivienda como el lugar donde se produce el hecho y la franja etaria más afectada entre los 21 y los 40 años. Esto pone a Micky en una situación de vulnerabilidad ante la violencia machista. Este dato no es menor, y según la aplicación de la perspectiva de género en la justicia, debía ser tomado en cuenta antes de solicitar un juicio por jurado popular.

"Hay muchas mujeres detenidas que fueron mal sentenciadas por haber ido a un juicio por jurados", sostiene Leyenda. "Lo importante es, a mi criterio, analizar la zona para poder verbalizar qué hacer".

Esto también se aplica al trabajo de los peritos, que en este caso particular jugó un papel fundamental. "La realidad es que el comportamiento machista puede provenir de peritos de parte o provenientes del sistema judicial", sentencia Hermida.

"Hay que vigilar el comportamiento de ellos porque son de alguna manera instrumentos de la justicia, si tienen un sesgo de dominación patriarcal machista o de alguna manera de seguir a quien los puso en agradecimiento en su cargo, y seguir su ideología contraria a este movimiento que es la perspectiva de género". Este movimiento subraya que no se trata de algo político, sino "no es ni más ni menos que el resultado de innumerables convenciones internacionales a las que suscribió nuestro país. Entonces, podemos encontrar este sesgo machista o contrario a la perspectiva de género como movimiento jurídico. Lo vamos a encontrar en todos y cada uno de los profesionales porque no escapa a ninguna profesión".

El último abogado defensor de Micaela Barattini, Lucas de Olmos -quien ejerció la defensa junto a Iván Sironi antes de que la defensa pasara a la abogada Andrea Amigo- subraya: "El Tribunal está queriendo dar una pena ejemplificadora soslayando completamente la cuestión de género. Tanto se habla de género, pero la sociedad de Córdoba sigue siendo patriarcal y machista".

"La cuestión está siendo soslayada por la Fiscalía en un total ensañamiento. Pero él ahora dice que se estaba muriendo cuando en su momento dijo que estaba tranquilo cuando llegó la ambulancia. La fiscal no puede, por ser machista y patriarcal, subir la acusación a homicidio en grado de tentativa. El pronóstico es preocupante y va a ser una lucha ante la justicia", detalló Olmos en su momento.

La cuestión no reside en la culpabilidad de Micaela sobre las heridas causadas a Fernández, puesto que ella misma se declaró culpable en este punto. La pregunta es por qué un jurado presuntamente parcial logró elevar la carátula a tentativa de homicidio, descreyendo y omitiendo por completo la historia de la victimaria, a su vez víctima de violencia psicológica y sexual por parte del "damnificado". En este sentido, todavía se trabaja en una reforma judicial feminista con el ojo puesto en asegurar que, cualquiera sea el caso, las mujeres reciban un tratamiento justo.

El debate de la legítima defensa -en gran parte aceptado por una sociedad punitivista- de repente se vuelve en contra cuando quien se defiende es una mujer.

En el artículo "Movilización feminista y justicia penal", incluido en el libro "Intervenciones Feministas para la Igualdad y la Justicia", Ana Clara Piechestein y Sofía Lanzilotta remarcan:

"Llama poderosamente la atención que si bien el Código Penal pre-sume que cualquier persona que agrede -e incluso, mata- a alguien que ingresa a su propiedad por la noche, actúa en legítima defensa, no pre- sume lo mismo de una mujer que se defiende en un contexto de violencia machista o que defiende a su hija de un violador. En esos casos el Código Penal habilita a generar "cualquier daño" (y esas son las palabras textuales) a quien ingresa al domicilio por la noche sin consentimiento del dueño. Sin embargo, pareciera no habilitar a una mujer a defenderse o a defender a su hija de un ataque contra su integridad sexual"

Y ponen en jaque la matriz patriarcal que sostiene esta interpretación de la ley: "Las feministas hemos denunciado, y lo seguiremos haciendo, lo problemático que resulta que la hermenéutica de estos requisitos típicos quede librada a la valoración que fiscales y jueces, mayoritariamente varones -en cuyas decisiones suele estar ausente la perspectiva de género".

La mirada de una madre

La madre de la joven, Daniela Herrera, dialogó con los medios sobre la posición machista que sostuvo la Justicia, reconociendo que su hija también fue la víctima durante el proceso.

"Micaela estuvo en todos lados. Aníbal Fernández no, porque tiene un nombre que nadie dice, que se ha cuidado mucho. Micaela, apareció en los portales de todo el mundo, me han escrito desde Ucrania y de Polonia. Es bizarro, porque las mujeres estamos expuestas siendo víctimas y victimarios. Cuando matan a una mujer, no vamos a ver la foto del atacante. Vemos a esa mujer en todos lados", sostuvo.

"¿Hoy quién es la víctima? ¿quién está en el sistema penitenciario, en un ámbito hostil, perverso, insalubre, con superpoblación, con suicidios, con represión? ¿quién es la víctima hoy?".

Tentativa de homicidio agravado contra lesiones leves

Para entender el funcionamiento de la vara patriarcal con la que se juzga a las mujeres y se protege a los varones -sean cualquiera de los dos víctimas o victimarios-es interesante comparar las sentencias que a lo largo de los últimos años se dictaron para hombres y mujeres que han cometido delitos. Un varón que viola, asesina y descuartiza puede ser sentenciado a la misma cantidad de años que una mujer que cometió heridas graves o leves.

Un caso emblemático en Comodoro Rivadavia es el de Lorena Paredes, una joven mujer que fue secuestrada y torturada por su expareja, Luis Rubén Vidal, a punto tal de que la mujer terminó con hematomas en todo el cuerpo, además de haber sido rociada con líquido inflamable, siendo amenazada de que iba a ser prendida fuego.

En este caso, que trascendió para ser portada de los portales nacionales, fue calificado como "lesiones leves". El acusado fue liberado a las pocas horas de la agresión. Desde la fiscalía indicaron que el hombre "no tuvo intención de matar" a la joven y se brindó un dispositivo electrónico a ambos. A pesar de las amenazas recibidas por Paredes, Vidal nunca volvió a prisión.

Una pena similar a la de un descuartizador

Pablo Cuchán mató a su entonces novia Luciana Moretti, de 15 años el 16 de octubre de 2004, cuando tenía 25 años. La asesinó, descuartizó el cadáver y luego lo prendió fuego en una parrilla.

Cuchán fue condenado a la pena de 17 años de prisión. Sin embargo, como la sentencia no quedó firme por su "conducta ejemplar" durante la reclusión y por haber cumplido dos tercios de la pena, recuperó la libertad en abril de 2016, once años después de haber quedado preso.

Cuchán recibió solamente 4 años más de condena que Brenda Micaela Barattini, quien recibió 13 años de prisión en una cárcel de máxima seguridad por haber lesionado a Sergio Aníbal Fernández.

Otro caso de gran peso en la agenda mediática fue el de Lucía Pérez, que expuso las complicidades entre justicia y medios, así como la visión machista en la construcción del perfil de la víctima. Lucía fue abusada sexualmente por Farías y Offidani, quienes le vendían droga en el establecimiento escolar al que asistía.

Según la Justicia, "por la personalidad de la joven" resultó imposible probar el abuso sexual, por lo que ambos imputados (Junto a Alejandro Maciel, quien habría sido cómplice por lavar el cuerpo y esconder evidencias), fueron absueltos del delito de abuso sexual, con una condena de 8 años por "tenencia de estupefacientes con fines de comercialización agravado por ser en perjuicio de menores de edad y en inmediaciones de un establecimiento educativo".

Es evidente la vara machista que la Justicia utiliza para juzgar hombres y mujeres, justificando a los primeros y perjudicando a las últimas. Además, es preciso señalar la forma en que se subrayan los detalles de la vida sexual de las mujeres, independientemente de si son víctimas o victimarias.

Es posible observar ese rasgo tanto en el caso de Micaela Barattini como en los de Nahir Galarza, Lucía Pérez o Melina Romero. Las narrativas apuntan siempre a culpabilizar a la mujer, no hay punto medio: es una puta o una santa. Con esta misma dicotomía se juzga a las mujeres desde hace siglos, y esa lógica perversa permanece vigente en los tribunales.