Política

La década perdida de Chubut: la deuda sigue aumentando día a día y se come todos los ingresos

La crisis económica y social se profundiza estructuralmente en Chubut. El Estado se encuentra parece ausente. Los habitantes de la Comarca Andina padecen las consecuencias de un incendio brutal ocurrido el 9 de marzo, mientras los estatales no terminan de cobrar sus salarios y siguen perdiendo poder adquisitivo crónicamente. Enfrentar la pandemia parece una quimera utópica con las cuentas en rojo. La madre de todos los problemas es la deuda tomada desde 2010, decisión que no se tradujo en obras mientras que desde hace cinco años los pagos del endeudamiento se llevan una porción importante de los ingresos de la provincia.

Durante los últimos cinco años Chubut pagó deuda por 43.500 millones de pesos. En ese período, los fondos utilizados para afrontar esos desembolsos representaron entre el 14 y 21% del total de los ingresos corrientes que tuvo la provincia en dicho período; según la situación de cada año.

A pesar de haber desembolsado casi 8 masas salariales de las que deberían cobrar actualmente los empleados públicos y los jubilados provinciales, Chubut tenía al tercer trimestre del año pasado una deuda de 74.437 millones de pesos.

Indudablemente, la deuda es la madre de todos los problemas que tiene la provincia. No soluciona las urgencias, no puede atender a los más necesitados, no puede afrontar la pandemia y al mismo tiempo no se realizaron las obras con las que se justificaron 10 años de endeudamiento.

Los endeudamientos en dólares arrancaron en 2010 durante la gestión de Mario Das Neves, continuaron en otras dos oportunidades durante el gobierno de Martín Buzzi (2013-2015) y se volvieron a generar durante 2016 cuando empezó a gobernar la fórmula Das Neves-Mariano Arcioni. La gestión de Arcioni ya emitió 83,5 millones de dólares en los últimos seis meses.

Ver el artículo: Chubut emitió U$S 9 millones de deuda para pagar sueldos y acumula U$S 83,5 millones en seis meses

Esos pedidos de dólares iban a destinarse a la realización de obras públicas de importancia, pero la década se esfumó tanto como los dólares. Las obras en su gran mayoría no se hicieron, y desde hace cinco años los vencimientos comenzaron a transformarse en una pesada herencia que continuará hasta por lo menos 2030.

Escalada alocada

En 2010 la deuda de Chubut era de apenas 959 millones de pesos. Para el tercer trimestre del 2020 había crecido a 74.734 millones de pesos. El aumento fue sideral en pesos y superó el 7.600%.

Más impresionante todavía es medir el salto de la deuda provincial unificando sus valores en dólares. En 2010 se debían 241 millones de dólares, pero antes de cerrar el ejercicio 2020 la deuda ya había crecido a 981 millones de dólares, mostrando un incremento del 300% en dólares.

En medio de ese proceso, los récords de endeudamiento llegaron en 2016 -cuando ascendió a los 1.296 millones de dólares- y en 2017 -cuando trepó a los 1.361 millones de dólares-. El segundo crecimiento porcentual más significativo se suscitó en 2013 cuando aumentó un 79,6%, mientras que en 2016 se produjo el mayor aumento de la década con un crecimiento de 126,9%.

Esos casi 75.000 millones de pesos de endeudamiento no significaron una mejor calidad de vida para los chubutenses. Simplemente se escurrieron entre las manos de una clase política dirigente que se mostró incapaz de poder transformarlos en obras públicas, mejores servicios estatales, desarrollos productivos sostenibles y ayudas para los sectores más empobrecidos.

Endeudarse y pagar

Después del festival de endeudamiento, llegó la hora de pagar. Ahí se cortó una "fiesta" que aún sigue impactando con sus errores en la cotidianeidad de los chubutenses.

El despilfarro de bonos y préstamos en dólares casi se interrumpió, pero arrancó un mecanismo paralelo de endeudamiento en pesos para cubrir los ingresos

-específicamente a través de las regalías petroleras- que en la práctica no llegan realmente a la provincia porque van directamente a pagar la deuda en dólares.

Hasta 2015 los desembolsos para cubrir los vencimientos de la deuda fueron relativamente bajos, pero al año siguiente subieron hasta 3.642 millones de pesos y pasaron a representar el 13,5% del total de los Ingresos Corrientes que tuvo Chubut en 2016.

A partir de ahí la escalada fue imparable. Los vencimientos se fueron acumulando para llegar a los 6.365 millones de pesos en 2017 (el 18% de los ingresos). En 2018 llegaron a los 9.218 millones de pesos (16,8% de los ingresos); y en 2019 treparon a 12.207 millones de pesos; que representaron el 14,9% de los fondos que ingresaron ese año.

En 2020 los pagos habrían ascendido a los 12.000 millones de pesos. Con la llegada de la pandemia los ingresos descendieron, por lo que la incidencia de los desembolsos para afrontar la deuda estaría en el 21%.

Los datos oficiales -que tienen seis meses de atraso en su difusión pública- revelan que al tercer trimestre de 2020 la deuda total de la provincia ascendía a los 74.734 millones de pesos. Representaban, al tipo de cambio oficial de septiembre pasado, unos 981 millones de dólares.

Hasta ese momento del año pasado los pagos de deuda habían ascendido a los 9.066 millones de pesos, que significaron el 15,9% del total de los fondos que habían ingresado a la provincia.

Las proyecciones permiten suponer que la deuda aumentó y debería rondar los 90.000 millones de pesos; mientras que los pagos habrían estado en los 12.000 millones de pesos, que representarían el 21% de los Ingresos Corrientes con la mayor incidencia de los últimos diez años.

Romper la lógica imperante y recaudar

Solamente en los últimos cinco años Chubut pagó 43.432 millones de pesos de deuda, lo que hace casi inviable el funcionamiento de un Estado que no se propone incrementar sus ingresos genuinos y perdurables en el tiempo en el marco de un desarrollo productivo sustentable. De ahí surge la trampa de la minería, que promete una perdurabilidad de tan sólo 10 años y deja un enorme pasivo ambiental.

Mientras el Estado se hunde en el déficit de las cuentas públicas, los diferentes gobiernos que atravesaron la última década en Chubut dejaron de cobrarle impuestos a sectores con amplia capacidad de pago. Tampoco generaron nuevos mecanismos tributarios significativos para resolver los desfasajes de caja.

El Impuesto Inmobiliario Rural no se les cobra a los terratenientes y grandes propietarios de tierras desde hace 15 años. Por uno u otro motivo fueron eximidos de su pago, mientras el Estado perdió la posibilidad de recaudar miles de millones de pesos.

Algo similar sucede con el Fondo Ambiental Pesquero (FAP). Los pagos han sido irrisorios en los últimos tiempos; mientras las capturas en las costas chubutenses han generado abultadas ganancias para los empresarios del sector.

En tres años la provincia debió recaudar cerca de 850 millones de pesos en este rubro. Ingresaron solamente 12,6 millones, lo que representa apena el 1,5% del total que se debía cobrar por el denominado "canon al langostino".

Chubut tenía a finales del año pasado 3.691 millones de pesos a cobrar por deudas que mantienen grandes contribuyentes con la provincia. Es una suma que representa más del 70% de una masa salarial adeudada a los empleados públicos y jubilados provinciales. De ese total, 1.385 millones de pesos corresponden a deudas de 2019. Los 2.345,8 millones restantes ser deben a las generadas en 2020.

Tras diez años de descalabros financieros queda más que claro el problema no son los gastos en la provincia, más allá del despilfarro generado por la corrupción. El principal motivo de la crisis es la falta de determinación política para aumentar los ingresos y recaudar como corresponde, sin prebendas para sectores privilegiados.

Romper con ese ciclo de endeudamientos constantes y falta de ingenio para recaudar es una tarea pendiente que por ahora nadie se propone desarrollar en Chubut, mientras que algunos trasnochados neoliberales siguen empujando la aplicación de viejas recetas vinculadas con el ajuste del gasto público y la fracasada teoría del derrame.