Cultura

Viento, huesos, Patagonia

Por Gerardo Burton.

Julio Mochi Leite construyó un lirismo áspero que complementa -y antagoniza con- las miradas casi de égloga de otras poéticas. Crece esa poesía en los caminos de ripio y en las rutas y en las calles de la región. En cada encrucijada hay un punto de encuentro: todos los caminos son el camino.

Tiene que ser la calle 28 de Julio, un sábado por la noche en el invierno de 2009. Apoyados en la pared del cine de Puerto Madryn, los dos que vinieron de Neuquén ven llegar al Mochi con rumbo vacilante hacia el mar. Él se detiene, saluda a los gritos a sus dos colegas, los abraza, recita de memoria algún verso suyo o de otro. Ríe a carcajadas y se va, tan vacilante como vino. El encuentro está por terminar; el acto principal en el cine fue un protocolo detrás de otro, aplausos y a otra cosa. Al día siguiente habrá lecturas en la escuela que sirve de sede, un taller y venta de libros. Más que venta, intercambios, charlas entre los poetas y otros escritores. Habrá también un gran porcentaje de estudiantes universitarios, académicos que observarán cómo circula, aprehendiéndola de a ratos, la poesía en esta parte del mundo.

Lloro en esta noche

mirando la ampolleta,

y veo pececitos de luz.

Acercate, papá,

pescámelos,

Vos fuiste y sos

el gran pescador.

Cálzate esas botas largas

de persistencia

y pescame las lágrimas

una a una.

Soy todo un río por mis ojos

cargados de peces que me pesan.

Levántate, papá.

Levántate, Vital,

que tengo tanto sueño

como vos.

Sentate a la vera

de mi pena meandro

y encontrame el pozón

que nunca hallaste en mí,

que siempre me creí

tu mejor río,

y eso que te miraba

con estos ojos profundos...

De nada sirvió,

fuiste a buscar tu mejor pieza

allí

al fondo del caño

de esa "Tala" calibre 22

que me taló

para toda la vida

la felicidad.

Acercate, papá,

de una vez y para siempre,

pescame estas lágrimas

una a una,

hoy soy todo tu río

por mis ojos.

("Invocación, Una de tantas",

en Piedrapalabra, 2003)

Varios años después, será por 2018 en General Roca, durante el ciclo de Conversaciones de Otoño que organizan Silvia Butvilofsky y Chelo Candia. Mochi llega del sur, ha estado los días previos en lo del Tuni Castro, en Neuquén, y ahora lee y se esconde detrás del escenario donde alguien le alcanza ginebra. Alguien o él mismo. Y vuelve a recitar, enfático, hechizando a un público que, en su caso, ya es incondicional. Allí repetirá -o dirá de otra manera- aquello sobre la poesía patagónica que ha citado Ignacio Artola: la importancia de la poesía patagónica en el mapa del país. Leite asegurará que en Buenos Aires hay muy buenos poetas, pero hay muchos Gelman, muchas Pizarnik y poquísimas voces propias. Y que, en el norte del país, la poesía está imbuida de tradicionalismo. En cambio, en la Patagonia, "las distancias tan terribles, tan enormes, ayudan a que haya un hombre escribiendo solo en la cordillera, en la meseta o en la isla, intentando encontrar una voz propia, al menos buscándola".

Arranque sus costillas

y esternón,

construya las cuadernas,

ponga su alma

de mascarón de proa,

extienda sus ganas

como velas,

gane el viento

que le deben

y llore, luche, ame,

mate, llore, luche,

hasta hacer el mar.

("Cómo hacer un barco", en Aceite humano, 1997)

Una voz propia... Quizás un intento que contradice -o confirma- aquello de que "cualquiera que escriba es un cleptómano" (Miguel Dalmaroni dixit) pues, sin pedir permiso, "se ha llevado algo de toda lectura, de toda conversación", de todo arte. De todos lados, Mochi ha extraído algo. Está en su poesía la selva valdiviana que castigó a Neruda en su infancia; están las leyendas y los mitos, las creencias de los yaganes y los selk'nam, pero también los dioses vikingos y sus sistemas de adivinación y aquí puede haber un vínculo involuntario, acaso azaroso, quizá caprichoso, con Juan Benigar y su sumersión en la cosmovisión de los pobladores ancestrales de la Patagonia en busca de síntesis con las teosofías del centro de Europa.

Sombras,

fueron muchas sombras,

una vez ante tanta noche

enarbolé una lágrima,

riendo de ternura

ante ese brillo antiguo

te acercaste,

eras luz pequeña

y me alumbraste.

("Recordando el matriarcado, homenaje a Kree,

en Invocación, 2011)

La isla y el fuego que ella encierra

lamen con su tierra y brazas

una mirada de chulengo

que no ha muerto.

Vivo hoy habitando

un continente,

Esperancita se llama

y es mi única tierra,

atrás queda la estepa

y sus brillitos de frío.

(Karukinka, -Tierra del Fuego en lengua selk'nam-,

de Invocación, 2011)

Nosotros no somos de aquí, nada nos pertenece. Todos hemos llegado de algún lado. Hasta los nacidos en esta persistencia que se llama isla somos extraños. Seguro que, si nos ponemos a revolver con la ramita de la memoria las cenizas de los tiempos, reaparecerá la figura de algún abuelo recolector de orejas, de algún pariente célebre por sus dentelladas de alambrado. Nosotros no somos de aquí. Tanú, Hohstan, Olulm, Havilan y tantos otros espíritus de la tierra, nos observan, ella nos observa. Entonces, tengamos cuidado. Respetemos la casa de los que ya no están, la casa de los que fueron cazados con pestes, plomos y plegarias, los despojados para siempre de su haruwen.

("Nosotros no somos de aquí", fragmento,

en Piedrapalabra, 2003)

La poesía del Mochi crece. Son libros enjutos, austeros y semejan caleidoscopios donde danzan Vallejo y sus húmeros y sus piedras negras sobre piedras blancas, como es el caso del poema "Premio", de Aceite humano(1997), donde el Mochi dice que:

Tres búhos

palmean la ira

que tengo por espalda.

Estoy construyendo

con mi húmero

un puñal filoso y pálido

para matarlos.

("Premio", en Aceite humano, 1997)

Sin embargo, el húmero no es el del jueves de Piedra negra sobre piedra blancadel peruano (Jueves será, porque hoy, jueves, que proso/estos versos, los húmeros me he puesto/a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto, /con todo mi camino, a verme solo) sino, por el contrario, es la herramienta de la reivindicación: la ira en la espalda y el hueso convertido en puñal "filoso y pálido/para matarlos". A los búhos, por supuesto. En cambio, las preguntas y preguntitas en Gelman (¿y si Dios fuera una mujer? alguno dijo/ ¿y si Dios fuera las Seis Enfermeras Locas de Pickapoon? dijo alguno/ ¿y si Dios moviera los pechos dulcemente? Dijo/ ¿y si Dios fuera una mujer?("Preguntas", en Relaciones, 1973) tienen otra orientación en el poeta fueguino:

¿Y si dios

fuera una trucha

enorme y saltarina,

un Arco Iris

con un cielo al fondo

y todo el viento?

Y si mi padre Vital

me esperara

sin sangre en la boca

en la otra orilla de la vida?

("Preguntita", en Aceite humano, 1997)

¿cómo jugar a las escondidas

en esta Patagonia

que te alcahuetea,

dónde esconderse

en esta estepa?

cuando niño tuve

columpios de corceles,

toboganes de nieve,

y después

de esa feracidad lúdica

fui ropa colgada,

llorando,

luchando al viento

sin mácula y solo

en el extremo sur

de este cordel desmesurado.

Imposible jugar a las escondidas,

hay que dar la cara

en este territorio

de majadas.

("Interrogante", en De límites y militancias, 1996)

Si Gelman también asegura que toda poesía es hostil al capitalismo/puede volverse seca y dura pero no/porque sea pobre sino/para no contribuir a la riqueza oficial(Los poemas de Sidney West, XCI), el Mochi traslada esa hostilidad al campo de la poesía. Sabido es que el pecado original del latifundio tiene en Patagonia un escenario de privilegio. Quizá por eso el Manifiesto de Leite sea contra "los grandes hacendados de la poesía", "los latifundistas de la tinta"y en cambio exprese su fe "en el ovejero de las letras"... que, "van transhumantes/con su piño de ideas/afrontando cuero al cielo/la palabra,/para darnos abrigo"( "Manifiesto", en De límites y militancias, 1996 ).

En el poema Patagonia,el poeta Leite profundiza esa posición: cuenta la trama oculta para el turismo; calcula el reverso de la pujanza petrolera y pesquera; describe la existencia cotidiana de los nadies que jamás aparecen en las postales ("es mi abuelo Bernardo/combatiendo la piorrea/con su pinza") porque la Patagonia es la "boca vacía/.../grito desdentado/de petroleros, /pescadores, /fardos de lana/.../made in qué me importa"). Es "gris para el centro/y roja adentro/después del veinte/y la masacre...". Y concluye el poema con un remate fatal: "primigenio hueso/sólo el perro/del viento que te roe/te respeta" (ver video). Lejos de esos regionalismos redactados para el turismo de exportación, el Mochi, que en estos días de abril habrá cumplido dos años de su ida, construye un lirismo duro y áspero que complementa -y antagoniza con- las miradas utópicas, casi de égloga, de otras poéticas. Crece entonces esa poesía en las picadas, en los caminos de ripio y en las rutas asfaltadas de la región, también en las calles urbanas y suburbanas; su red es la red caminera y la que establece puntos de encuentro en cada encrucijada. No son caminos alternativos; todos los caminos son el camino, pues lo único que importa es el andar, sin apagarse. Andar, siempre.

Patagonia

es este mallín

que me bebo

por tu ausencia.

Es

la gran adivinanza,

la gran memoria.

Parado en la meseta,

escarpado en tu café

de piedra/espera,

reflejado

en el frío de tu sangre

lagos ventisqueros,

me doy cuenta.

Patagonia

es mi abuelo Bernardo

combatiendo la piorrea

con su pinza,

boca vacía

es Patagonia

grito desdentado

de petroleros,

pescadores,

fardos de lana,

majadas y majaderos

made in qué me importa....

Patagonia amarilla,

azul arriba

gris para el centro

y roja adentro

después del veinte

y la masacre...

ruma de calcio

esta estepa y bosque.

Patagonia,

primigenio hueso

sólo el perro

del viento que te roe

te respeta

("Patagonia", en Piedrapalabra, 2003)

Julio Mochi Leite (Ushuaia, Tierra del Fuego, 1957-Río Grande, abril de 2019).

Publicó los poemarios Cruda poesía fueguina(1986), Primeros fuegos(1988), Edad sol(1990, en coautoría con el poeta Oscar Barrionuevo), Bichitos de luz(1994), De límites y militancias(1996), Aceite humano(1997), Piedrapalabra(2003), Breve tratado sobre la lágrima (2009), Invocación(2011) y Antología pertinaz(2018). Poemas suyos han sido incluidos en diversas obras y antologías, entre ellas: Segunda antología fueguina(1987), Literatura fueguina1975-1995. Panorama(1998) de Roberto Santana, Cantando en la casa del viento. Poetas de Tierra del Fuego(2001 y 2015) de Niní Bernardello, y en el Libro de lectura del Bicentenario(Secundaria I)2?(2010) publicado por el Ministerio de Educación.

Su poesía forma parte del disco Patagonia. Canto y Poesía-que reúne a referentes del movimiento patagónico de música y poesía Canto Fundamento- y de los libros cerámicos instalados en Punta Arenas, Chile, a orillas del estrecho de Magallanes, que incluyen a otros autores latinoamericanos como Juan Gelman, Pablo de Rokkha, Pavel Oyarzún, Ernesto Cardenal, Roque Dalton, entre otros.

Ver más en:

https://laopinionaustral.com.ar

https://www.agenciapacourondo.com.ar

https://www.radionacional.com.ar/fallecio-el-poeta-julio-mochi-leite/

https://www.elcordillerano.com.ar

http://www1.rionegro.com.ar/arch200401/19/c19s21.php

En youtube

Mi cristo ona

Acá viven gigantes: Programa de cultura

CUCHARA DE MADERA

Fuente: Va Con Firma