Minería

La mosca en la pantalla

Por Sebastián Sayago

La situación es por todos conocida. Estamos viendo una película, compenetrados con la trama, y, en medio de la escena de la despedida o la de una caminata solitaria y atemorizante, viene una mosca y se para en la pantalla. Y no solo eso, además se desplaza casi a saltitos por la superficie, como si quisiera molestar a los protagonistas.

Podemos tratar de ignorarla y esforzarnos por seguir inmersos en la historia, pero ya no es lo mismo. Esa mosca vino a recordarnos que se trata de una ficción, de algo que no es real; al menos, no tanto como la mosca misma, que va a seguir ahí, en la pantalla o volando en la habitación, luego de que la película haya llegado a su fin.

La mosca parece decir: "Estos dos no sufren al separarse: son dos actores y ensayaron esta escena cincuenta veces. A esta muchacha no le sucederá nada al atravesar el bosque: los monstruos están hechos en computadora y ella finge pánico al mirar un fondo azul". Tal vez vaya más allá y nos increpe, obligándonos a hacer algo concreto y específico, como ponernos de pie y tratar de ahuyentarla.

Esto es parecido a lo que ocurre cuando el gobierno provincial y los medios de comunicación oficiales (disciplinados por la pauta oficial) intentan proyectar la película de Chubut actual. En esa ficción, todo trascurre con normalidad. El gobierno es eficiente, los políticos actúan con honestidad y compromiso, la educación es una maravilla, al igual que la salud, la crisis provincial es apenas un desafío que todos debemos aceptar.

En esa película, no hay culpables del descalabro financiero que padecemos. Las deudas públicas cayeron del cielo. El gobierno realiza anuncios serios, escucha al pueblo y demuestra energía y celeridad en sus acciones. La prensa da información precisa acerca de la gestión de gobierno y, si no hace denuncias, es porque no encuentra motivos para ello.

Todo está bien. Solo hay que disfrutar la película que reproducen diarios, canales de televisión y radios. Todo está dispuesto paras que saquemos los pochoclos y celebremos por vivir en una provincia tan linda.

El problema es la mosca, ese insecto molesto que siempre viene a arruinar la ficción. Nos recuerda que esto que aparece una y otra vez, todos los días, es falso. La provincia no está bien, el gobierno es un desastre, la deuda pública es la contracara de la corrupción, la educación y la salud son sistemas profundamente deteriorados, los políticos se ríen de la gente que los vota.

Al fin de cuentas, la mosca es la realidad. Más específicamente, nuestro conocimiento de la realidad. Ellos podrán seguir gastando millones de pesos en este armado discursivo, pero el pueblo sabe qué es lo que pasa en esa realidad cotidiana que habita y que no reflejan los medios.

Cuando se estudie la historia de estas últimas décadas, los investigadores tendrán que describir el rol que jugó la prensa en la legitimación de malos gobiernos. Dirán que, más de una vez, cuando tuvo que elegir entre apoyar a un mal gobernador o a trabajadores que luchaban por razones justas, se pararon detrás del poder de turno, es decir, del que ponía la plata, y actuaron servilmente repitiendo declaraciones mentirosas e invisibilizando voces que hacían reclamos válidos.

La historia real no sigue un guión, está abierta, siempre continúa. Las películas, en cambio, acaban y los protagonistas se sacan el traje y se vuelven personas que pueden enfrentar las consecuencias de sus artimañas.

Mientras tanto, el pueblo está allá afuera, como pedacitos que se juntan para armar esa otra representación de la realidad, esa que no va a aparecer en la pantalla hasta que finalmente irrumpa y espante hasta las moscas.

Fuente: Radio Sudaca