El mundo

La historia de los Mártires de Chicago que dio origen al 1° de Mayo

Esta historia comienza en 1887, con el juicio a ocho anarquistas, socialistas y sindicalistas acusados de asesinato y conspiración.Samuel Felden, Oscar Neebe y Michael Scwab recibieron largas penas en prisión. George Engel, August Spies, Albert Parsons, Adolf Fischer y Louis Lingg -quien a último momento se suicidó en su celda- fueron destinados a la horca.

Los hombres terminaron condenados y en 1889, un congreso de la Segunda Internacional decidió conmemorar a estos mártires y se estableció en su honor el Día Internacional de los Trabajadores. La fecha elegida no fue la de su muerte, sino el 1° de mayo, cuando junto a cientos de miles de obreros estadounidenses, en 1886, pararon el país para reclamar las 8 horas de trabajo.

Las protestas por el derecho al tiempo

En la década del 80 del siglo XIX, los obreros norteamericanos pasaban fuera de sus hogares la mayor parte del día. La jornada promedio era de 10 horas, aunque algunos -como los conductores de trenes- trabajaban más de 15. Las experiencias variaban según el Estado, la rama, la fábrica y el puesto.

Los ritmos agotadores constituían otro de los reclamos. Todos los testimonios apuntan a una verdadera disputa por el tiempo. En muchas fábricas, los operarios se quejaban de la manipulación de los relojes por parte de los jefes, que cotidianamente añadía 20 o 30 minutos más de obligaciones.

En 1882, los dueños de grandes empresas se congregaron para defender una jornada de 11 horas. El año anterior, una huelga en Saint Louis había conseguido una ley que limitaba las tareas a 72 horas por semana, pero, tres años más tarde, nadie trabajaba menos de 97.


No es extraño que el movimiento por las 8 horas generara ilusiones, hasta convertirse en algo imparable a lo largo del país, que despertó distintas manifestaciones.

Las multitudinarias organizaciones obreras dispersas por todo Estados Unidos eligieron el 1° de mayo de 1886 como día para unir sus fuerzas (recordando una importante huelga de 1867). Se esperaba que la convocatoria fuera grande -los diarios hablaban de cien mil personas-, pero el resultado superó todas las expectativas.

La huelga del 1 de mayo

El 1° de mayo de 1886, casi 340 mil trabajadores confluyeron en la protesta por la reducción de la jornada laboral. Unos 190 mil se declararon en huelga, mientras otros 150 mil participaron de las acciones. Se estima que 45 mil personas se movilizaron en Nueva York, 32 mil en Cincinnati y 4.700 en Boston. Pero en ningún lugar se alcanzó la magnitud de Chicago: 90 mil habitantes salieron a las calles y hubo un cese de actividades en la industria y el transporte.

La tensión social se mantuvo por varios días. En ese marco, el 3 de mayo, la policía atacó a quemarropa una protesta frente a la fábrica de maquinaria McCormick Harvester, que se encontraba en conflicto desde febrero y funcionaba gracias a rompehuelgas. Un obrero falleció y otros tres heridos lo hicieron al cabo de un mes.

Al día siguiente se convocó un mitin en la Plaza Haymarket. Como se avecinaba una tormenta primaveral y había otras convocatorias anunciadas, no se juntaron más de 3 mil personas. Cuando los manifestantes se retiraban pacíficamente, 180 policías se metieron en la muchedumbre y explotó una bomba. Luego se escucharon disparos. Hubo casi 70 heridos y murieron siete policías.

La prensa alertaba del «peligro rojo». Sin las órdenes correspondientes, los oficiales se llevaron detenidos, allanaron locales y hogares. No solo en Chicago. Ciudades como Milwaukee también fueron militarizadas.

El juicio a los Mártires

El 21 de junio de 1886, se inició una causa contra 31 activistas, aunque finalmente fueron ocho los acusados de instigar los hechos de violencia. Entre ellos había empleados textiles, pastores, tipógrafos y redactores de periódicos obreros, de entre 22 y 50 años. «Mi hija trabaja quince horas para ganar quince centavos», declaraba uno. Otro -Schwab- contaba que había llegado a trabajar entre 13 y 17 horas por día.

Los testigos eran agentes y hombres sobornados. Como explicaba Martí, Parsons -que sería ahorcado- había contemplado los sucesos desde una casa vecina. Lingg directamente estaba lejos de la catástrofe. A ninguno de los ocho se le pudo atribuir la detonación.

«Si creen que pueden aplastar estas ideas que ganan cada día más terreno (...), yo los desafío a mostrar dónde hemos mentido. Si la pena de muerte es el precio por decir la verdad, entonces estoy dispuesto a pagarlo desafiante y orgullosamente. ¡Llamen al verdugo!», pronunció Spies en su alegato final.

Durante los años siguientes, casi el 70% de los trabajadores del país logró algún acuerdo sobre horas o salarios, y los ecos de esta reivindicación se repitieron en otros lados.

«El 1° de Mayo es el único día verdaderamente universal de la humanidad entera, el único día donde coinciden todas las historias y todas las geografías, todas las lenguas y las religiones del mundo, pero en los Estados Unidos, el primero de mayo es un día cualquiera», escribía Eduardo Galeano en El libro de los abrazos.

En 1894, el presidente demócrata Grover Cleveland estableció el Labor Day o Día del Trabajo (primer lunes de septiembre) como celebración oficial.El funcionario, que también había ejercido la presidencia durante los días sangrientos de 1886 y 1887, quería evitar confrontaciones el 1° de mayo. Territorios anglosajones como Australia y Canadá siguieron su ejemplo. En gran parte del mundo, en cambio, la fecha original se mantiene hasta hoy.

Fuente: Resumen Latinoamericano