Patagonia

Recuerdos de ceniza: la erupción del Puyehue y la obra del Chino Leiva

El libro se llama "4 de junio - 16:30 / Cenizas de la Patagonia", y es una obra de arte donde se refleja lo que la erupción del volcán Puyehue hizo en la zona.

Fotografías que, inmóviles en el papel, no se quedan quietas.

Parecen guiar al ojo observador por una road movie con algo de cine catástrofe, aunque, en ciertos tramos, transmiten un hálito esperanzador.

Hay capturas que se asemejan a pinturas; a su vez, podría ser que fuesen óleos que evocan instantáneas.

El artífice de ese devenir de sensaciones es un tal Alfredo Leiva, al que todos conocen como "el Chino".

Para más datos, se puede decir que aquellos que se mueven en el ámbito periodístico (cronistas, camarógrafos y, claro, fotógrafos), sobre todo los que acostumbran a ir al lugar de los hechos, meterse en el fango como quien diría, y, por lo tanto, suelen tratarlo -porque él es uno de los que se tiran de cabeza en el barro de la realidad-, saben que es un buen tipo, y eso, en los tiempos que corren, no es poca cosa.

Pero a no desbarrancar, que esta nota está referida al libro parido a partir de lo que sucedió diez años atrás...

Aunque, en realidad, la obra nació de un hecho desafortunado que ocurrió tiempo después de que las cenizas volcánicas invadieran la región.

En 2012, el Chino, en una jornada donde estaba haciendo fotos en el Catedral, bajaba el cerro esquiando y tuvo un accidente.

"Me di un golpe tremendo, que me afectó las dos piernas y me obligó a estar casi un año en cama", detalla.

Entre otras labores, trabajaba en el diario Río Negro. "Pero todavía no estaba fijo, así que cobraba sólo si laburaba", rememora.

"Fue una época complicada... Se me llenaba la cabeza de preguntas", apunta.

Ahí, quizá como una manera de ocupar la mente en algo que lo alejara de la incertidumbre, comenzó a revisar el material que tenía reunido en relación a la erupción del volcán.

"Llamé a un par de colegas para ver qué opinaban, y coincidimos en que ahí había algo bueno", relata.

"Ese fue el comienzo", puntualiza.

Cuando pudo retomar la movilidad, muletas mediante, fue a la redacción del diario.

Curiosamente, o mágicamente -con las cosas del destino, nunca se sabe-, coincidió allí con un hombre al que conocía, aficionado a la fotografía.

Charlaron, y, tras darle detalles del accidente y cómo iba la recuperación, el Chino preguntó: "Y vos, ¿en qué andás?".

"En esto", contestó el interlocutor, mientras sacaba un libro de un sobre.

A esa persona, se le había ocurrido preparar una obra fotográfica.

El Chino, entonces, habló de su idea, y le consultó si podía darle una mano en la edición y el armado.

La respuesta fue positiva, así que, en ese instante, el camino comenzó a definirse.

"Esa persona me recomendó que mandara el material a California, para pasarlo al formato libro. En aquel momento, acá no existían lugares que prepararan un solo ejemplar. Así que eso hice, y al cuarto modelo que llegó a Bariloche, quedamos conformes", narra.

A la hora de buscar editorial, como su deseo era que gente de Bariloche se involucrara en el proyecto, se decidió por Patagonia Escrita.

Cuando llegó el momento de definir el tema de la financiación, el Chino, que, tras el parate laboral por el accidente en el Catedral, se encontraba lejos de estar en una posición holgada ("No tenía un centavo", afirma), recurrió a una serie de empresarios.

En ese sentido, explica que "ayudó mucho tener un modelo del libro", porque, al observarlo, los consultados veían que se trataba de algo serio.

"Me sorprendió mucho que cada uno, cuando le mostraba el material, tenía su propia historia respecto a las cenizas. Al ver las fotos, inmediatamente te contaban qué estaban haciendo en el momento de la erupción, dónde se encontraban y demás... Incluso, varios se emocionaban", señala.

De esa manera, fue recibiendo aportes. A cambio, se comprometió a que los logos de las empresas colaboradoras figurarían en la última página del libro.

La obra, finalmente, se publicó en 2013, con prólogo de la poeta Graciela Cros, y una presentación a lo grande en el hotel Alma del Lago.

"Fue muy emocionante", dice el Chino.

"Asistió mucha gente: calculamos que alrededor de quinientas personas", apunta.

"Incluso hubo quien no pudo entrar, porque no había más lugar", sostiene.

El libro, cocido a mano, se realizó en papel importado. Se trató de una edición de lujo, de alrededor de mil trescientos ejemplares. "Hacer algo de esas características, en la actualidad, debe estar arriba de los tres millones de pesos", hace cuentas el Chino.

En cuanto a las imágenes en sí, además de en Bariloche, fueron captadas en lugares como Villa La Angostura, Ingeniero Jacobacci, Pilcaniyeu y Villa Llanquín, con el apuro que marcaba el ritmo periodístico.

En este punto, el Chino, al recordar ese andar a las corridas, parece Diego Armando Maradona. En cierta ocasión, el Diez exclamó: "¡Sabés qué jugador hubiera sido si no me hubiese drogado!". Si el astro hablaba de fútbol y adicciones, el Chino dice algo similar, pero en referencia a tomar fotos cercado por las agujas del reloj: "Pienso que, en la rapidez y la urgencia, obtuvimos un material bastante bueno; no me quiero imaginar lo que se hubiese logrado quedándonos tres o cuatro días en cada lugar, para documentar todo de forma más completa".

Cuando se le pregunta qué lo marcó más de aquel trabajo, responde: "Me impactó mucho la ‘geografía' humana y animal... Era muy triste, la gente estaba golpeada, conmocionada, y eso se traducía en sus rostros... Los animales se encontraban muy mal... Toda la situación fue dolorosa".

En cuanto a la foto de la portada, el Chino recuerda que la tomó al cuarto día de la erupción del volcán, en el barrio El Mallín. Concurrió a realizar un reportaje sobre los chicos que, debido a la situación, no podían salir a jugar. Los padres hablaban afuera de la casa, y el fotógrafo observó a los niños, apoyados en la ventana, en el interior de la vivienda. "Para mí, eso era un festival fotográfico: en aquel momento, caía ceniza, pero, además, estaba la de los días anteriores, que había quedado pegada en el ventanal. Se generaba un efecto multiplicador; era una imagen impactante", rememora.

Al ser consultado si se quedó con ganas de tomar alguna foto en especial, indica: "Me hubiese gustado llegar más cerca del Puyehue, porque cuanto más te acercabas, más importante era la caída de ceniza, pero no tenía el vehículo adecuado para poder hacerlo".

Puntualiza que, en aquel tiempo, se trasladaba en "un Volkswagen Gol viejito, de la década del setenta".

Igual, hizo un intento de ir un poco más allá de la frontera con Chile, pero resultó imposible. "Había como sesenta centímetros de ceniza", se lamenta.

Y, puestos a esbozar qué hubiese sucedido con el Chino del otro lado del límite fronterizo, se puede citar el título de una novela de Osvaldo Soriano: "A sus plantas rendido un león", porque, al imaginar la situación del volcán observando la llegada del fotógrafo, nace la imagen de una capitulación ante el lente mágico de Leiva.

"4 de junio - 16:30 / Cenizas de la Patagonia" ha recorrido un largo camino, llegando incluso a manos de mandatarios argentinos y del exterior.

"Es una alegría pensar que, cuando no estemos más por acá, el libro se podrá seguir disfrutando", reflexiona el Chino.

La edición está prácticamente agotada, pero, para los interesados, vale aclarar que aún quedan unos pocos ejemplares en la librería Cultura. También se pueden comunicar en forma directa con el autor: por mail, a manufa14@gmail.com; por teléfono, al +54 9 294 414-2794.

Fuente: El Cordillerano