Pueblos originarios

Genocidios

Por Roberto Samar*.

Tras la frase sobre "los argentinos" y "los barcos", el presidente visibilizó en su nota al Inadi distintas violencias sufridas por los pueblos originarios. Es una oportunidad para analizar conceptos y reclamar políticas reparatorias más profundas para las víctimas de procesos genocidas.

Luego de citar la frase "los argentinos venimos de los barcos", el presidente Alberto Fernández, visibilizó en una nota al Inadi el genocidio y las situaciones de violencia que sufrieron los pueblos originarios que habitaban estas tierras a lo largo de nuestra historia.

En ese marco es necesario detenernos y analizar la profundidad de estos conceptos.

Rafael Lemkin, quien creó el concepto de genocidio, sostuvo que: "por ‘genocidio' nos referimos a la destrucción de una nación o de un grupo étnico [que] tiene dos etapas: una, la destrucción de la identidad nacional del grupo oprimido; la otra, la imposición de la identidad nacional del opresor".

La definición nos invita a pensar la complejidad de las ideas que vinculan nuestra identidad a un mundo europeo que idealizamos. "Venimos de los barcos", "Buenos Aires es la ciudad más europea de América Latina", son frases que escuchamos cientos de veces. Nuestros modelos de belleza, la utilización escolar de un planisferio donde Europa está en el centro y nosotros en un margen, sub representados, también podemos entenderlos como marcas de esas miradas Eurocéntricas.

Como sostiene el sociólogo Daniel Freierstein en una entrevista realizada por Leandro Bartolomeo en el libro Genocidios: "lo que busca, al destruir a un grupo, es destruir la identidad de ese grupo, y es la identidad de ese grupo mayor: el genocidio es una práctica que no se aplica solo a los que aniquila, sino que se aplica a lo que quedan vivos, a los que se les busca transformar la identidad".

Un estudio de la Universidad de Buenos Aires determinó que el 56 por ciento de los argentinos y argentinas tenemos antepasados de los pueblos originarios. Sin embargo, nos cuesta verlo. Lo negamos. Es la realización simbólica de este genocidio.

Para tomar dimensión de lo ocurrido, como denunció el historiador Osvaldo Bayer, con la mal llamada Conquista del Desierto se restableció la esclavitud, ya que a los prisioneros se los repartió como esclavos: hubo niñas y niños apropiados, cuerpos exhibidos en museos como objetos. Se impusieron nombres y apellidos a personas sobrevivientes. Muchas y muchos negaron sus raíces para subsistir. Ocultaron sus tradiciones, olvidaron sus lenguajes, negaron sus identidades.

Según el escritor y ensayista Guillermo David, "en la historia política argentina, ante los indígenas el primer menú es el genocidio. El segundo menú es el etnicidio, la destrucción de su cultura, que puede ser deliberada, voluntaria, perseguida, o simplemente como un fenómeno histórico-social que se va dando en las micro-políticas, en la vida cotidiana".

Pero esta identidad genocida no es la única tradición argentina posible. San Martín se refería a los pueblos indígenas como nuestros hermanos, el texto de la Asamblea del año XIII se publicó en quechua, aymará y guaraní. Y la bandera argentina lleva un sol incaico.

En el marco actual de identidades negadas, la vapuleada ley de Servicios de Comunicación Audiovisual reserva parte del espectro a los pueblos originarios, un ejemplo de trabajo posible para fortalecer voces y miradas.

Todavía tenemos que bajar los cuadros de Roca que siguen presentes en nuestras instituciones y en buena parte del sentido común de nuestra sociedad. Hay que pensar políticas reparatorias más profundas para las víctimas de los genocidios sufridos en este territorio.

(*) Licenciado en Comunicación social. Especialista en Comunicación y Culturas.

Fuente: Va Con Firma