Patagonia

La viuda de "Tino" John cuenta qué pasó el día de su muerte y los planes de un futuro destruido

Por Alejandro Marinelli

Eran las 10.48 de la mañana cuando Claudia Costa (62) llegó a su casa desde El Bolsón. Caminó desde la tranquera y se metió en su propio terreno. Cuando le faltaban 100 metros para llegar a la puerta de la casa, vio algo que se movía escondido entre los frutales. Dice que pensó que eran jabalíes. Llamó a su marido para que saliera a buscarla. Cuando pasó por al lado, escuchó que dos hombres la llamaban. Se asustó y apuró el paso. El esposo la esperaba en la puerta junto a un ayudante con el que trabajaba en el galpón. "Metete adentro", llegó a decirle antes de que dos camionetas frenaran de golpe. El esposo tomó el rifle 22 y se fue para arriba. Sintió que pateaban la puerta y vio cómo entraban varios hombres armados, con cascos con linternas y uniforme. Ellos siguieron detrás del marido y a ella la agarraron, le ataron las manos atrás de la espalda y la sentaron en un sillón. Sintió disparos, una bomba de estruendo y luego solo silencio. Preguntó a los gritos qué había pasado con él pero nadie le contestó. Hasta que por un handy escuchó: "Hay que confirmar la muerte". "En ese momento mi mundo se derrumbó. Estaba atada, no me soltaban, no me dejaban abrazar ni a mi perra, que estaba toda mojada", relata la mujer.

Martín Alejandro "Tino" John tenía 63 años. Era alguien muy conocido en El Bolsón. Había hecho de todo: tuvo el alquiler de equipos de esquí en Cerro Perito Moreno, una empresa de procesamiento de frutas y de hongos para exportación. En marzo, vio como el fuego que castigó la zona se llevaba sus árboles y parte de su chacra. Ayudado por dos motobombas, con sus hijos y unos amigos, pudo salvar su casa. Esa tarde terminó con los pies quemados. "Tino era bipolar. Estaba medicado con litio, nunca dejaba su medicación. Llevaba una vida normal, pero sufrió lo de los incendios, más que tuvo que hacerse cargo de su papá, en internación domiciliaria por un shock. Todos eso lo habían golpeado. Sabíamos que si sumaba capas de estrés se podía descompensar", explica Costa.

Luego de los incendios, según cuenta la mujer, John no había recibido ayuda para recomponer su actividad. Su invernadero estaba destruido, sus frutales quemados y, a diferencia de lo que sucedió con otros vecinos, debió comenzar la reconstrucción sin ayuda del Estado. "Eso lo tenía mal. Decía que era el único tarado que pagaba todos sus impuestos y que no recibía ni subsidios ni chapas ni nada. Además comenzaron las tomas de los terrenos y estaba con ese temor también", cuenta la pareja.

El día anterior al allanamiento, dos personas habían entrado a su campo. Ahora se investiga si eran parte del grupo especial, que estaba haciendo reconocimiento del lugar. "Al verlos, John disparó varios tiros al aire. No era normal que él lo hiciera, pero aquí, en los últimos tiempos, muchos disparaban para ahuyentar a alguno se metiera. Tino no era un pistolero, yo no nunca estaría 15 años con alguien violento".

Luego del primer episodio, llegó al lugar la Policía de El Hoyo. "Fueron hasta la tranquera y nunca nos enteramos porque no nos avisaron. Ayer me llamó un chico de la zona para decirme que le habían pedido que saliera de testigo de que Tino estaba disparando. Dicen que hubo denuncias de vecinos, no me consta, supuestamente por eso es que se hizo el allanamiento", explica.

Antes de que el GEOP allanara la casa, desde la Policía le avisaron al hijo de Tino que iban a ir hasta allí por una denuncia que alguien había hecho. El les dijo que fueran con un médico, porque su padre era paciente psiquiátrico y necesitaban compensarlo, para que le dieran algo que lo ayudara a dormir. "Nunca se imaginó que llegarían de la manera que lo hicieron. La otra vez que había tenido una crisis lo mandaron al hospital, durmió un par de días y se puso bien de nuevo".

El relato vuelve de nuevo a las 11 de la mañana 27 de mayo, cuando lo mataron. Costa cuenta que después de 30 minutos de tenerla sentada con las manos atadas, apareció un hombre y le acercó un papel. "‘Acá está la orden de allanamiento', me dijo. Le dije si me estaba cargando. Se metieron a escondidas, nos tomaron por sorpresa, y por el miedo, salimos corriendo. Si se identificaban antes, como corresponde, y decían lo que venían a hacer nada hubiera pasado".

Costa también denunció los malos tratos que recibió del personal policial. "Mientras estaba atada apareció mi perra pequinesa, que estaba mojada y asustada. Les pedí que me dejaran abrazarla y secarla. Pero no me contestaban. Hasta que una mujer policía me dijo que si no la cortaba la tirarían de nuevo afuera. Fueron muy sádicos. Después de 40 minutos, llegó la fiscal, cuando vieron por la ventana que llegaba, recién me desataron y me dejaron llamar por teléfono. Después me mandaron alguien de Asistencia a la Víctima. Le dije: ‘La víctima no soy yo, la víctima está arriba. Tendrían que haber llegado antes".

"Con Tino ya estábamos planeando el retiro. Pensábamos hacer una hostería en esa casa, para poder costear los gastos y después, salir a viajar en nuestra combi primero por Argentina y luego ir a Suiza, al pueblo de su bisabuelo. El 28 es su cumpleaños. No puedo creer que ya no lo voy a ver más, no me entra en la cabeza", dice sin poder contener el llanto.

"Todo esto que pasó no tiene sentido. En los medios dijeron que Tino estaba esperando atrincherado. Es todo muy absurdo. Cuando yo llegué él estaba con un ayudante, afuera de la casa, y el rifle estaba adentro. Los policías estaban a pocos metros. Se supone que son gente entrenada para esto, podrían haberse presentado en lugar de estar en una zanja camuflados. Fueron 20 contra uno en un cuartito. No le tiraron a las piernas, ni intentaron controlar lo que pasaba. Le dispararon a la cabeza. Se supone que tienen que solucionar el problema no crearlo. Entraron como si fueran a matar a Bin Laden", se lamenta Claudia.

La causa y la Secretaría de DD.HH

El fiscal general de Chubut, Carlos Díaz Mayer, es quien lleva adelante la investigación por la muerte de Tino John. "Hay un protocolo de actuación que les indica cómo deben actuar los integrantes del GEOP. Estamos evaluando cómo fueron los hechos y un material clave serán las cámaras de seguridad que llevaban los efectivos en el casco", dijo ante la consulta de elDiarioAR. Díaz Mayer es quien pidió el allanamiento que culminó con la intervención del GEOP en la casa de John, por esta razón organismos de derechos humanos piden que se aparte de la causa. En el lugar donde mataron a John había vainas de su rifle. Los peritos deben intentar determinar si son las que disparó el día anterior al allanamiento.

Por otro lado, el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla, mantuvo ayer una conversación de manera remota con Claudia Costa. "Me reuní con organismos de Chubut y con la compañera de Tino, asesinado por miembros de la Policía de Chubut el 27 de mayo. Seguimos con atención la investigación y nos comprometemos a lograr el diálogo con la Provincia para que hechos como estos no se repitan", declaró Pietragalla.

Fuente: elDiarioAr