Política

Un PJ lento y hermético busca candidato "ganador", pero la renovación no aparece

Por Davy Figueiras.

Más allá del contexto epidemiológico adverso, la interna del Partido Justicialista de Chubut no tiene descanso. Tras la dolorosa derrota de Linares frente a Arcioni hace dos años, un nuevo fracaso en las próximas legislativas sería un golpe sobre su expectativa de gobernar a partir de 2023. El problema reside en hallar un candidato que garantice posibilidades de triunfo ante adversarios como Massoni -montado en su mano dura- y Torres-Romero -que se potenciarán si logran dejar afuera a Menna-. Por ahora se visualiza un final abierto entre Linares y el jovencísimo Leunda, que trae cartas marcadas desde la Rosada.

De cara al cierre de listas para las elecciones legislativas próximas, los principales dirigentes del partido se reunieron el martes en Puerto Madryn, donde el vicegobernador Ricardo Sastre, ofició de anfitrión.

El encuentro se desarrolló en un céntrico restaurante de la ciudad portuaria, con una característica por demás simbólica: la reunión fue hermética, a puertas cerradas y hasta con custodia policial.

Desterrar los mandatos de "la vieja política", es una de las frases que más repiten quienes sin embargo se reunieron, café de por medio, a decidir quién, cómo y bajo qué condicionamientos podría ser la cara del partido en las próximas elecciones.

Quienes asistieron al cónclave justicialista fueron los intendentes de Comodoro, Juan Pablo Luque, y de Trelew, Adrián Maderna; los dirigentes Norberto Yauhar, Gustavo Mac Karthy, Carlos Eliceche, Nancy González, Julián Leunda -subjefe de asesores de Alberto Fernández- gabinete Julián Leunda, la diputada provincial Adriana Casanovas, Carlos Linares, el intendente Dante Bowen, los sindicalistas Jorge Taboada (Camioneros), Luis Núñez (SETIA), "el Negro" Béliz de Comercio, y el empresario Aidar Bestene entre otros. Sin dudas, la pregunta clave para el pueblo peronista es quién o quiénes de ese grupo representan la "renovación" que permitiría una reconciliación electoral con una sociedad como la chubutense, maltratada y en crisis permanente desde la muerte de Das Neves.

Hubo una reunión más amplia a partir del mediodía y otras que continuaban sobre la noche, cuando ya la delegación comodorense estaba de regreso.

Vale recordar que la conducción del partido, a cargo de Linares, suspendió en dos oportunidades la reunión del Congreso partidario que daría lugar en un ámbito más democrático al debate de los mismos temas que se trataron en Madryn pero entre unos pocos.

La falta de mecanismos democráticos por parte del PJ provincial podría jugarle en contra al peronismo, que tiene poder territorial en tres ciudades claves pero no exhibe un liderazgo conjunto que supere los regionalismos y las ambiciones de cada intendente.

Uno de los argumentos para suspender el Congreso fue precisamente la imposibilidad de realizar reuniones amplias por el contexto epidemiológico que atraviesa la provincia. Sin embargo, la necesidad política requiere la búsqueda de mecanismos de participación que acerquen a la sociedad la propuesta de un partido que ve el poder provincial desde muy lejos y que intenta suturar las grietas que el dasnevismo profundizó en sus años de hegemonía.

Las reuniones blindadas, con un único objetivo partidario-electoral, siguen exhibiendo como metáfora vicios de buena parte de la dirigencia pejotista en la provincia.

Más allá de si Linares y Leunda definen su candidatura por penales, por sorteo o después de un mensaje desde el Instituto Patria, la reconstrucción del peronismo de Chubut que pretenda "volver a enamorar" exige otro tipo de gestos en una provincia desquiciada. Algunos dirigentes pretenden una lista diferente, por ejemplo con una mujer al frente, pero ni Linares ni Leunda dan señales de bajarse. Para otros, el ex intendente quiere dar batalla aunque teme una decisión in extremis de CFK.

Arcioni va a lo suyo. No se propone construir nada, sino obtener algo de oxígeno para llegar hasta 2023. Sabe muy bien que una derrota lo dejaría huérfano y que transitaría malamente dos años de gestión sin respaldo alguno, ni social ni político.

Los números de las encuestas le muestran que Federico Massoni -a pesar del GEOP y de la mano dura, o tal vez precisamente gracias a eso- suma adhesión en el Valle. Obviamente, testea a otros potenciales candidatos como Fabián Puratich.

Desde Cambiemos tiran sus propios números, que develan una paridad entre las chances de Menna y la sociedad que conforman otro jovencísimo como Nacho Torres y la comodorense Ana Clara Romero.

Sin embargo, si lograran superar a Menna en las PASO, las proyecciones los muestran competitivos tanto frente a Massoni como ante Linares o Leunda. Los equipos de Rodríguez Larreta ya empezaron a mirar a Chubut como un territorio tan lejano y opera. El albertismo orejea desee lejos con la lapicera en la la mano, pero no para firmar cheques.

El PJ de Chubut ha quedado en gran parte colocado a los ojos de la gente como una élite ajena a los usos y costumbres de un movimiento habituado al menos a dos cosas: a la presencia de líderes que contienen, reparten y escuchan y a la existencia de proyectos que se visualizan como potenciales ganadores. Es paradójico, porque eso ocurre con el PJ en el gobierno nacional. La comunicación y los gestos del peronismo en Chubut parecen de otro partido. Salvo excepciones, por supuesto.

La sociedad de Chubut se habituó a vivir con gobernantes lejanos, casi de espaldas a las necesidades reales del pueblo; blindados en los despachos de Rawson.

Quienes quieran diferenciarse del agonizante dasnevismo, pero también del proyecto nacional que busca construir Rodríguez Larreta, deberán recuperar una mística, por modesta que sea. Al menos una mística del siglo XXI, apoyada con métricas y algoritmos pero con algunas ideas innovadoras detrás. La historia lo dice claramente: cuando el peronismo no se reinventa, pierde.