Pueblos originarios

Las comunidades presentaron el proyecto: ¿Flameará oficialmente la bandera mapuche en Neuquén?

Por Fernando Barraza.

El martes la Confederación Mapuche de Neuquén presentó en el Concejo Deliberante de la ciudad un proyecto para que la bandera wenufoye sea izada en Plaza de las Banderas. La repercusión que generará el proyecto se medirá, sin dudas, en los próximos días por venir.

Una nueva invitación a pensar y vivir la convivencia de manera plural se abrió el martes de esta semana, cuando la Confederación Mapuche de Neuquén llegó hasta el Concejo Deliberante de la Ciudad acompañada por un diputado provincial y dos funcionarios de los ejecutivos provincial y municipal, a dejar en mesa de entrada un proyecto para que en la emblemática Plaza de las Banderas de la capital neuquina se emplace un mástil y en él flamee la wenufoye, que es la bandera/emblema del pueblo nación mapuche.

La bandera mapuche es un símbolo que el año que viene cumple 30 años de existencia. Fue creada en 1992, en vísperas del quinto centenario de la llegada de los españoles a territorio americano, un año -sin lugar a dudas- sumamente emblemático para que los pueblos originarios de todo el continente alzaran sus voces y contaran sus devenires.

Entre los últimos meses de 1991 y septiembre de 1992, se realizaron parlamentos a ambos lados de la cordillera (Gulu Mapu, tierra del oeste, actual Chile y Puel Mapu, tierra del este, actual Argentina) y, finalmente, entre más de dos centenares de propuestas presentadas, se llegó a la síntesis que hoy conocemos como la wenufoye, la bandera del pueblo nación mapuche.

Antes de contar que representa el emblema, a través de sus colores y formas, invitamos a ver estos dos videos cortos en los que representantes de cada uno de los territorios mapuche cuentan cómo se dieron las circunstancias de creación de la bandera.

En el primero la que narra es Elisa Loncon, oriunda y habitante de Gulu Mapu, representante mapuche para la inminente Asamblea Constituyente por la reforma de la Constitución Nacional de Chile:

En el segundo video, quienes narran el recorrido para la creación son mayormente personas puelche (habitantes de Puel Mapu), por lo que en los testimonios se visibilizan muchas de las realidades que el pueblo mapuche vivía por aquellos años a este lado de la cordillera:

La wenufoye es un símbolo que identifica al pueblo mapuche, pero no es "sagrada", como muchas veces se dice, ya que no conlleva las características espirituales que sí tienen las diferentes banderas de distintos colores que flamean en el rewe (lugar ritual, sagrado) cada vez que se efectúa una ceremonia. Más como símbolo de identificación ha generado lo que cualquier emblema de cualquier pueblo del mundo genera: todo un posicionamiento político a su derredor.

Los seis colores y las distintas formas que porta tienen -cada cual- su significado y sentido:

- El azul (Kajfv) representa al cielo, a la vida en general, al orden, a la abundancia y al universo. Kajfv es también el color sagrado o espiritual para el pueblo mapuche.

- El blanco (lug) de las estrellas escalonadas (gvmin o ñimin) de las grecas de arriba y abajo, representa la nieve, la limpieza, la curación y la longevidad de cara a lo que será futuro. Como en muchas culturas, es un símbolo de la sabiduría y la prosperidad. En sí esas cruces escalonadas (estrellas) blancas representan la manufactura, la ciencia y el conocimiento mapuche, fue la primera forma de escritura.

- El negro (Kurv) de las grecas de arriba y abajo, representa la contrapartida del día, la noche. También simboliza el vacío y la muerte, que es la puerta por la que hemos visto partir a nuestros ancestros. Es el contrapeso necesario para que el ixofij mogen (el corpus de todo lo que está vivo y existe) esté eternamente equilibrado.

- El Amarillo del círculo central (Coz) representa la renovación con un unívoco símbolo de sol. También representa los granos y los alimentos que da la tierra. Sobre él está sobreimpreso, en coexistencia, el kulxug (conocido popularmente bajo el grafemario españolizado "cultrúm"), que es el tambor mapuche. Sobre su superficie plana, que representa la superficie de la Tierra, está dibujado el diseño circular de la cosmovisión mapuche: los cuatro puntos cardinales y entre ellos, el sol, la luna y las estrellas; símbolo del conocimiento del mundo.

- El rojo (Kelv) representa la historia de lucha del pueblo mapuche y la memoria. Expresa la sangre derramada de las víctimas de las sangrientas campañas de ocupación militar del Siglo XIX efectuadas por los ejércitos de Argentina y Chile (aquí la "Campaña del Desierto", allá la "Pacificación de la Araucania").

- El verde (Karü) representa la tierra o la naturaleza, su fertilidad y su poder de curación en el equilibrio de la preservación.

De aquí en más, queridxs lectorxs, cada vez que se topen con este emblema, sabrán que elementos le constituyen, todos ellos fundamentales para la cosmovisión de un pueblo entero, vivo y vigente.

Conocido todo esto, se torna esencial que el llamado "Proyecto Wenufoye" -por el que se está proponiendo que se ice la bandera en la plaza neuquina- llegue a buen puerto: para poder expresar permanente y simbólicamente una existencia que muchas veces es negada con ignorancias violentas y avasallamientos que van desde lo anticultural a lo directamente anticonstitucional.

Sin lugar a dudas esta propuesta levantará tras de sí un polvaderal de opiniones, porque cualquier acción simbólica (sobre todo aquellas que intentan visibilizar la consagración de derechos o denuncian la falta de ellos) agitan el avispero y generan repercusiones. No habrá que temerle al ruido, porque -a priori- es bueno y siempre dinamiza nuestro existir como sociedad, pero tampoco habrá que pecar de ingenuidad: si tenemos en cuenta que, según el Mapa de Discriminación elaborado por el INADI, el racismo y la xenofobia son dos de las principales manifestaciones de actos de discriminación en nuestro país, no es erróneo pensar que ese sea el discurso que quieran levantar quienes no estarán de acuerdo con este proyecto mapuche. Por esto, hay cuestiones que bien podrían considerarse ahora, antes de que el concejo Deliberante de Neuquén se manifieste sobre la propuesta. Es bueno que estas cosas se sopesen ahora, cuando todavía no han sonado las atronadoras campanas del menosprecio.

Se sabe, porque a ambos lados de la cordillera sucede, que del pueblo mapuche se habla -generalmente por derecha- con mucho menosprecio.

De este lado de los Andes, al este del territorio ancestral mapuche, desde hace un siglo y medio se suele decir -con la intención de deslegitimar su historia y su presente, que los mapuche son invasores chilenos, que les han robado las tierras a "los verdaderos originarios", y se menciona a los Tehuelche como las víctimas de este supuesto latrocinio y genocidio.

Lo primero que hay que decir al respecto es que ninguno de los "serios" historiadores que sostienen esta tesis incluyen o han respetado ninguno de los hallazgos arqueológicos ni documentos pre-existentes a los estados (chileno y argentino) que datan la presencia del pueblo mapuche a ambos lados de la cordillera. Todos estos materiales están a su alcance y son evidentes, todos demuestran que varios siglos antes de cualquier celebración patriótica argentina o chilena los mapuche estaban de ambos lados de la cordillera. Parece un despropósito ¿no? Y lo es, porque esto, ser historiador y negar los registros y los documentos existentes para decir que los mapuche fueron un pueblo invasor, no es ni más ni menos que mentir. Otro nombre no tiene. Quizás ahora le quieran llamar "fake new", o cualquier otro nombre con branding y pegada mediática, pero no, no: es mentir.

Lo segundo que habría que aclarar es que el pueblo que siempre habitó al sur del territorio ancestral mapuche y no sobre el territorio mapuche, no se llamaba Tehuelche, se llamaba Aonikenk; y que si se para nombrarlo el historiador actual lo llama Tehuelche, no se está haciendo otra cosa que denominarlos con un vocablo proveniente del mapuzugun, el idioma mapuche. Es decir: acusando de genocidas a los supuestos "ocupadores", se está utilizando un término pre-existente, uno que está expresado en la lengua de las personas a las que estamos tratando de condenar sin pruebas y con mentiras. Todo un acto de torpeza ¿verdad? Bueno, torpeza es un adjetivo benevolente, sobre todo si tenemos en cuenta que el asesinato y exterminio del pueblo nación Aonikenk no lo acometieron los mapuche, sino que fue el Ejército Argentino.

Asesinar y culpar al otro, construyendo un enemigo para justificar un genocidio. Si sabrá el linaje eurocéntrico de esto, ¿no?...

Más la cosa odiosa y difamatoria se está poniendo cada día más ridícula, porque en Chile ya han empezado a decir en medios (y los periodistas de multimedios a repetirlo como loros) que los mapuche en realidad son argentinos, que invadieron territorio chileno en una oleada migratoria durante el Siglo XVIII. No importa que nada pueda respaldar esta teoría, y que hasta "La Araucana", una de las obras clásicas de la crónica literaria universal, los desdiga y los ponga en ridículo, datando no solo la presencia, sino la propia gesta mapuche con 150 años de antelación a esta fecha de delirio difamatorio que se han inventado. No, nada de lo evidente y científico importa. Es que -de fondo- no les importa la evidencia. No es un capricho, ni una brutalidad: es un plan urdido. Lo hicieron. Lo hacen. Lo seguirán haciendo.

Por eso, podríamos anticiparnos a cierta instancia de odio y no sería paranoia: de este proyecto van a decir -rabiosamente- cosas como que la wenufoye izada en una plaza de Neuquén es -cuanto menos- una insolencia.

No es fantasía especulativa: ya lo hicieron hace algo más de un lustro, cuando se propuso esto mismo desde el Deliberante de San Martín de los Andes. En aquella ocasión quienes se negaban a que se izara la wenufoye en la plaza central de San Martín dijeron que era un acto deshonroso y antipatriótico, que legitimaba el secesionismo del pueblo mapuche, a quienes acusaron de querer tomar tierras por la fuerza, separarse de la Argentina y formar un estado por fuera del Estado Nacional. Exactamente lo que dice actualmente en todo el país un sector amplio de la conducción del PRO, cierto radicalismo de derechas y un séquito importante de comunicadorxs de empresas de comunicación básicamente odiantes, porque nuevamente las mentiras y las difamaciones son la carta de presentación y a la vez la herramienta.

Lo cierto es que en aquella ocasión, la sanmartinense, las voces disidentes cayeron con furia no solo contra el pueblo mapuche y su bandera, también se encargaron de castigar públicamente al Licenciado Ariel Petruccelli y al Doctor Pablo Scatizza, dos historiadores que -en ese momento- eran ni más ni menos que los directores del Departamento de Historia de la UNCo y que intentaron realizar una carta concientizadora sobre el derecho legítimo del pueblo mapuche a flamear su bandera en San Martín de los Andes, o en cualquier sitio de Wajmapu (territorio ancestral mapuche). Las críticas hacia ellos fueron igual de durísimas, virulentas e injustificadas que hacia el pueblo mapuche, en ese sentido fueron muy homogéneos. Lejos de desdecirse o retroceder, los dos historiadores, sin temblar ni dudarlo, refrendaron todos sus argumentos y respondieron finalmente con una frase que al día de hoy nadie les pudo refutar:

Esa frase traía consigo todo lo sustancial: la historia debe ser reconocida en sus acontecimientos reales, no en especulaciones tendenciosas. Y nadie puede demostrar fácticamente el hecho de que el pueblo mapuche existió y existe a ambos lados de la cordillera. Nadie, ni siquiera los más avezados contrincantes a esa realidad. Por eso hoy la wenufoye flamea en la plaza central de San Martín, y el pueblo mapuche no declaró su independencia, porque ninguna de las dos cosas eran ciertas: ni el pueblo mapuche "era chileno usurpador" ni el pueblo era subversivo secesionista.

El pueblo mapuche no habla de secesión, de lo que siempre habla (y hablará hasta que se consagre) es de pluricunacionalidad, que no es un concepto secesionista, sino que implica el reconocimiento formal de los derechos territoriales, culturales y jurisdiccionales sobre cualquier pueblo nación que viva dentro de un estado nacional superior y supremo (en este caso, el argentino).

Hay un listado de naciones que ya han implementado en todo el mundo este sistema por el cual existe una organización política y jurídica de una sociedad con varias naciones, todas unidas en un solo Estado, con un gobierno representativo plurinacional, sujetas a una única Constitución Política. Si quieren nombres, aquí están (¡algunos les van a sorprender!): Bélgica, Bolivia, Canadá, Ecuador, España y la Federación Rusa son estados plurinacionales. En ninguno de ellos se llevó a cabo una secesión.

Entonces vamos redondeando este extenso artículo, queridxs lectores: lejos está el Proyecto Wenufoye de cualquier iracunda lectura que -tristemente y de seguro- escucharemos en los próximos días. Por lo contrario: una necesidad completamente sana, pluricultural y enriquecedora es la que mueve al pueblo mapuche a solicitar este derecho, que por otra parte está establecido en las constituciones nacional y provincial y en la Carta Orgánica de la Ciudad de Neuquén. Por eso, porque saben que el derecho les asiste, es que han convocado a toda la ciudadanía que esté de acuerdo con el proyecto a mandar su fotografía de apoyo en las redes (Instagram o Facebook) de la Confederación Mapuche de Neuquén, porque -como lo expresan ellxs mismxs en un posteo- "este acto representará un paso más en la relación de reconocimiento y reciprocidad a la cuál aspiramos".

Como dicen ellos mismos: "felepe", es decir "así sea".

Fuente: Va Con Firma