Cultura

Gerardo Burton/Cantares de junio: "matar a Perón, matar a Perón"

Estos poemas refieren el bombardeo a la población civil, por parte de aviones de la Marina de Guerra y la Aeronáutica en Plaza de Mayo, el 16 de junio de 1955; el atentado más grave ocurrido en Argentina y que condensa el terrorismo de Estado que asoló estas tierras en varias etapas de su historia.

En el extenso poema El estrecho dudoso, Ernesto Cardenal sentencia, en la voz de Antonio Herrera y Tordesillas, que "el coronista non debe dejar de fascer su oficio". En Cantares de Junio se cruzan dos: el de poeta y el de cronista. O mejor, cronista y poeta son dos caras de un mismo oficio y, mientras la historia la escriben primero quienes vencen, el poeta encarna su voz en los hechos. Los poemas recogen fragmentos, escombros, detalles, miradas, gritos mudos, mampostería material e inmaterial, consignas políticas, citas de documentos oficiales y de letras de canciones populares: ésas son las fuentes del cronista. Por eso no resulta casual que las ilustraciones en este poemario sean mosaicos dramáticos, a veces agónicos, otras esperanzadores, traducidos en collages.

La poesía, además, hace un hiato en el tiempo cronológico de la historia: desde los cantares sobre el bombardeo de junio de 1955, los poemas de Gerardo Burton se abren hacia otros hechos más actuales -como los asesinatos de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, Facundo Astudillo- y deshacen no solo la idea de episodios puntuales, sino que siguen el derrotero vivencial del poeta. Burton -nacido en Buenos Aires en 1951 y residente en Neuquén, Patagonia argentina, desde 1986- sostiene en la nota introductoria de este libro:

"Si algo se aprende es que no hay progreso, no hay una línea indefinida que lleve hacia un adelante inexistente. Hay un curso fluvial en los acontecimientos, con vueltas atrás, con meandros, con desvíos. Con canales obturados. Por eso son cantares: giran en torno de sí, vuelven en cada estribillo, en cada nueva estrofa los cantos anteriores y las canciones que vendrán".

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De reciente aparición en Ediciones Del Dock, "Cantares de junio" relata el más grave atentado terrorista de la historia política argentina: el bombardeo de población civil en Buenos Aires el 16 de junio de 1955 por parte de aviones de la Marina de Guerra y de la Fuerza Aérea. El libro está ilustrado por la artista plástica Claudia Solari.

Los textos fueron trabajados durante la primera parte de la pandemia, en el invierno de 2020, y finalizados en enero de 2021. Aquí se relacionan los hechos ocurridos el 16 de junio de 1955 con otros actos de violencia ejercidos contra los sectores populares en diferentes épocas. Hay citas de canciones del rock nacional y del tango; de poemas de otros autores; consignas políticas y fragmentos de documentos históricos, entre otras fuentes. De esta manera, hay dos clases de collage en el libro: los producidos por Solari y los generados en los mismos poemas.

DATOS BIOGRÁFICOS:

Gerardo Burton (Buenos Aires, 1951). Reside en Neuquén desde 1986. Es periodista, editor de libros y escribe poesía.

En poesía, sus libros más recientes son radiofotos (2004); tranvía 4 (2013) y heridas que no cierran (2017). Recopiló sus libros publicados hasta 2007 con el título Obra junta, y en 2013 apareció La piedra y la raíz, una selección de artículos periodísticos.

En 2017 apareció su investigación periodística Crónica del subsuelo. El petróleo en Neuquén 1918-2013. Gestiona los sitios www.lacebolladevidrio.blogspot.com

y www.larosadearena.blogspot.com.

Claudia Solari nació en Luján, Buenos Aires, en 1964. Se radicó en Neuquén a finales de 1986.

Es maestra, profesora y licenciada en Artes Visuales, especialista en políticas socioeducativas. Fue docente y rectora de la Escuela Superior de Bellas Artes de la provincia de Neuquén. Actualmente integra COMUM, Colectiva de mujeres muralistas de Neuquén.

GERARDO BURTON

CANTARES DE JUNIO - SELECCIÓN

iii

con tu abuela llegás al centro

bajo la lluvia negra

sobre las baldosas ya

la gente esconde las cabezas en sus abrigos, como muertos

que espere el trámite, el ministerio

todavía invicto

andan los trolebuses por la ancha avenida

la radio

anuncia el estallido, la proclama

entre explosiones gritos órdenes

y nada más después, silencio en núñez

bajo la lluvia gris sucia

sobre los adoquines

esconden sus cabezas como muertos

las alcantarillas bloqueadas con la

basura y el miedo y el futuro

más negro que el cielo que la lluvia que el miedo

amargo en la garganta

matar a perón, matar a perón

bombas y metralla sobre hacienda casa de gobierno

el departamento

de policía la residencia qué más

nadie en el barrio se anima

sólo pregunta un vecino dónde está

su mamá con él dice también

espera la angustia encadenada

enrollada una espiral de angustia y dolor

una madeja de terror

que ningún grito alivia

que desata el sonido leve

metálico dulce tibio de una llave

en la cerradura de la puerta, del regreso a casa

andando desde cabildo

rápido, casi corriendo por republiquetas hasta

la esquina

se salvó se salvó se salvó

matar a perón no se salvaron se salvaron

matar a perón no pero sí

a trescientos cincuenta o más

y callar después los heridos los mutilados los perdidos, más de [dos mil

años años años

para que la memoria quede

enterrada sepultada inhumada

ya no en tierra ya no en libros

y sí en la geología indiferente anónima

de la piedra muda del granito hosco

pero esa memoria era un volcán estaba

disfrazada oculta escondida

clandestina en roca que fue magma

al volver

no nos pudieron, la alegría

está de este lado

nunca ganó el odio

más les molesta el canto

la dicha el grito alegre la casa el chalecito

el trabajo no pudieron los aviones

tampoco los dictadores

y más alegría da y más les molesta

saber que sin nosotros

no son nada

somos la razón de su vida su ilusión cómica

vii

el escarmiento

no uno, sino tres

bombardeos

catorce toneladas de explosivos

combustible en llamas

sobre mujeres varones pibes

carbón de carne

brazos piernas torsos

plomo que abre la carne

sangre que la lluvia no absorbe

vidrios maderas mampostería

nada queda, sólo escombros

en su lugar

ni los aviones

en el aire

muertos muertos muertos

sin escondite

en la recova obreros con pistolas y palos

contra aviones aviones

metralla bombas

combustible en llamas y no eran fuegos artificiales

los chicos en la escuela: muertos

los obreros y las enfermeras: muertos

maestras, fabriqueras, bancarios: muertos

muertos muertos muertos

y las bombas

tres veces sobre la plaza, y siempre

siempre

sobre los camiones los micros

los tranvías los autos

donde gritan quienes aún viven

antes de

muertos muertos muertos

pero ellos sólo hablan

sólo recuerdan

el fuego en las iglesias

que por una vez

entibian el aire

de los barrios del sur

en todos los puntos del cuadrante

escarmiento escarmiento escarmiento

hay que disciplinar las mentes

los corazones incorregibles

sólo con miedo, con el terror

muertos muertos muertos

ix

todo ocurre ahora: en la pantalla

habla el que era comisario cuando hacía traslados

y justo lo ve la chica

que era entonces y él llevó desde el campo

el tribunal está entre ese centro de mazmorras y tortura

y el gasoducto de constituyentes

y general paz

(son sólo quince kilómetros entre uno y otro

y el tribunal

queda a mitad de camino)

todo ocurre ahora, digo

cuando aixa bona reconoce

al ex policía álvarez, y en el gasómetro

ya inútil

queda la memoria de la bomba que no estalló

y se hicieron los otarios

pero querían destruir los barrios presidente perón

y diecisiete de octubre

para castigar peronistas

treinta y cuatro monobloques y

chalecitos californianos

donde vivían familias obreras

(no habría hoy comuna doce)

de un avión de los marinos, quizás un beechcraft, cayó la bomba

sobre ciento cincuenta mil metros cúbicos de gas

¡y no explotó!

dicen unos que por milagro fue

otros porque la santa los cuidó

y para agradecerle

en el setenta y tres con antorchas la velaron, la velamos allí

es que los marinos (¿paco manrique estaría?)

se quedaron con las ganas

al menos por un rato

todo está ocurriendo ahora: en la pantalla

de la computadora, en el

infierno de campo de mayo y en el tribunal de san martín

en general paz y constituyentes

en el cielo de buenos aires

aquí en la tierra

como en el tiempo

sin tiempo de esta historia de dolor

y esperanza

esperanza

esperanza

contra toda esperanza

x

hasta san telmo llegaba

el olor del hollín húmedo sobre los adoquines

al parque lezama ese humo negro

quemadas

las telas de albas casullas estolas

el mármol roto

esparcido en las calles como brazos

piernas tupac amaru

cuerpos destrozados suplicio

de hombres mujeres niños

aquí y en todos los rumbos del horizonte, ay la rosa

de los vientos ensangrentada, y nadie

los devolvió a la vida

ni a los altares, ahí sólo el yeso

y el oro

dios es justo era la contraseña

cristo vence

escribían en los aviones salva al pueblo

argentino

en misas y procesiones

escucha su clamor

no sumar infamias dijo

bajo la lluvia torrencial

dios es justo, y aquí

estamos recomenzando el camino

después de dieciocho años

otra vez

ya van a ver

xi

un estorbo

para el general, la derecha

no podía aceptarla

y sus camaradas desconfiaban de ella

los grasitas la querían allí

pero no, la vida por perón

fue para ella

un estorbo para el general, y murió

poco después

no voy a escribir sobre eso, ni

recordar ese muro viva el

en la recoleta frente al ventanal

donde agonizaba

y ahora está la biblioteca

el mensaje advertía: no lo dejen

a perón

que no olvide a mis descamisados

no los olvides, general

ya nada queda, sólo jirones de mi

y el abismo

de silencio fragante de hospital

y flores muertas y el doctor ara

si muere

antes que yo, y ellos

tan sin mí, tan lejos en la plaza

bajo la lluvia

ocultos por el humo negro

del bombardeo en tres años

no olviden, no lo dejen

al general

no, que no se olvide, que pronto

llegará este mensaje

que nadie necesitará leer

todos lo conocen

no hay que contárselo a nadie

un estorbo seré

por siempre, ya no habrá

vuelta, será mi nombre

bandera en la victoria

xix

trescientos cincuenta o más

y más tarde

treinta mil, santiago maldonado

y ahora

facundo astudillo muchos más

y no pueden

en estos versos las infinitas pibas

las muertitas

las menos, de ahí

se vuelve

mejores, buenos quizás

todo el odio no hace una historia

rafael nahuel lo sabe

ya en el lago, y maldonado

en el río, y tantos

en el plata

rojo de sangre, rojo de amor

ganándole al odio negro

todos estos números

no por ser más

sino por el amor, por la vida en el amor

y porque así

es la felicidad

con tantos

así en la tierra como

siempre