Cultura

Sonetos del amor oscuro

Por Federico García Lorca.

Últimos poemas del granadino, escondidos durante años por su alta tensión erótica y escamoteados por el franquismo precisamente por eso, se publicaron hace unos años con anuencia de la familia.

AY VOZ SECRETA DEL AMOR OSCURO

¡Ay voz secreta del amor oscuro!

¡ay balido sin lanas! ¡ay herida!

¡ay aguja de hiel, camelia hundida!

¡ay corriente sin mar, ciudad sin muro!

¡Ay noche inmensa de perfil seguro,

montaña celestial de angustia erguida!

¡Ay perro en corazón, voz perseguida,

silencio sin confín, lirio maduro!

Huye de mí, caliente voz de hielo,

no me quieras perder en la maleza

donde sin fruto gimen carne y cielo.

¡Dejo el duro marfil de mi cabeza,

apiádate de mí, rompe mi duelo!

¡que soy amor, que soy naturaleza!

EL POETA DICE LA VERDAD

Quiero llorar mi pena y te lo digo

para que tú me quieras y me llores

en un anochecer de ruiseñores,

con un puñal, con besos y contigo.

Quiero matar al único testigo

para el asesinato de mis flores

y convertir mi llanto y mis sudores

en eterno montón de duro trigo.

Que no se acabe nunca la madeja

del te quiero me quieres, siempre ardida

con decrépito sol y luna vieja.

Que lo que no me des y no te pida

será para la muerte, que no deja

ni sombra por la carne estremecida.

SONETO GONGORINO EN QUE EL POETA MANDA A SU AMOR UNA PALOMA

Este pichón del Turia que te mando,

de dulces ojos y de blanca pluma,

sobre laurel de Grecia vierte y suma

llama lenta de amor do estoy parando.

Su cándida virtud, su cuello blando,

en limo doble de caliente espuma,

con un temblor de escarcha, perla y bruma

la ausencia de tu boca está marcando.

Pasa la mano sobre su blancura

y verás qué nevada melodía

esparce en copos sobre tu hermosura.

Así mi corazón de noche y día,

preso en la cárcel del amor oscura,

llora sin verte su melancolía.

LLAGAS DE AMOR

Esta luz, este fuego que devora.

Este paisaje gris que me rodea.

Este dolor por una sola idea.

Esta angustia de cielo, mundo y hora.

Este llanto de sangre que decora

lira sin pulso ya, lúbrica tea.

Este peso del mar que me golpea.

Este alacrán que por mi pecho mora.

Son guirnalda de amor, cama de herido,

donde sin sueño, sueño tu presencia

entre las ruinas de mi pecho hundido.

Y aunque busco la cumbre de prudencia

me da tu corazón valle tendido

con cicuta y pasión de amarga ciencia.

SONETO DE LA GUIRNALDA DE LAS ROSAS

¡Esa guirnalda! ¡Pronto! ¡Que me muero!

¡Teje deprisa! ¡Cantal ¡Gime! ¡Canta!

Que la sombra me enturbia la garganta

y otra vez viene y mil la luz de enero.

Entre lo que me quieres y te quiero,

aire de estrellas y temblor de planta

espesura de anémonas levanta

con oscuro gemir un año entero.

Goza el fresco paisaje de mi herida,

quiebra juncos y arroyos delicados,

bebe en muslo de miel sangre vertida.

Pronto ¡prontol! Que unidos, enlazados,

boca rota de amor y alma mordida,

el tiempo nos encuentre destrozados.

EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA

Amor de mis entrañas, viva muerte,

en vano espero tu palabra escrita

y pienso, con la flor que se marchita,

que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal, la piedra inerte

ni conoce la sombra ni la evita.

Corazón interior no necesita

la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí, rasgué mis venas,

tigre y paloma, sobre tu cintura

en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues, de palabras mi locura

o déjame vivir en mi serena noche

del alma para siempre oscura.

SONETO DE LA DULCE QUEJA

Tengo miedo a perder la maravilla

de tus ojos de estatua y el acento

que me pone de noche en la mejilla

la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla

tronco sin ramas, y lo que más siento

es no tener la flor, pulpa o arcilla,

para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,

si eres mi cruz y mi dolor mojado,

si soy el perro de tu señorío.

No me dejes perder lo que he ganado

y decora las aguas de tu río

con hojas de mi Otoño enajenado.

NOCHE DEL AMOR INSOMNE

Noche arriba los dos con luna llena,

yo me puse a llorar y tú reías.

Tu desdén era un dios, las quejas mías

momentos y palomas en cadena

Noche abajo los dos. Cristal de pena,

llorabas tú por hondas lejanías.

Mi dolor era un grupo de agonías

sobre tu débil corazón de arena.

La aurora nos unió sobre la cama,

las bocas puestas sobre el chorro helado

de una sangre sin fin que se derrama.

Y el sol entró por el balcón cerrado

y el coral de la vida abrió su rama

sobre mi corazón amortajado.

EL POETA PREGUNTA A SU AMOR POR LA CIUDAD ENCANTADA DE CUENCA

¿Te gustó la ciudad que gota a gota

labró el agua en el centro de los pinos?

¿Viste sueños y rostros y caminos

y muros de dolor que el aire azota?

¿Viste la grieta azul de luna rota

que el Júcar moja de cristal y trinos?

¿Han besado tus dedos los espinos

que coronan de amor piedra remota?

Te acordaste de mí cuando subías

al silencio que sufre la serpiente,

prisionera de grillos y de umbrías?

¿No viste por el aire transparente

una dalia de penas y alegrías

que te mandó mi corazón caliente?

EL AMOR DUERME EN EL PECHO DEL POETA

Tú nunca entenderás lo que te quiero

porque duermes en mí y estás dormido.

Yo te oculto llorando, perseguido

por una voz de penetrante acero.

Norma que agita igual carne y lucero

traspasa ya mi pecho dolorido

y las turbias palabras han mordido

las alas de tu espíritu severo.

Grupo de gente salta en los jardines

esperando tu cuerpo y mi agonía

en caballos de luz y verdes crines.

Pero sigue durmiendo, vida mía.

Oye mi sangre rota en los violines.

¡Mira que nos acechan todavía!

EL POETA HABLA POR TELÉFONO CON EL AMOR

Tu voz regó la duna de mi pecho

en la dulce cabina de madera.

Por el sur de mis pies fue primavera

y al norte de mi frente flor de helecho.

Pino de luz por el espacio estrecho

cantó sin alborada y sementera

y mi llanto prendió por vez primera

coronas de esperanza por el techo.

Dulce y lejana voz por mí vertida.

Dulce y lejana voz por mí gustada.

Lejana y dulce voz amortecida.

Lejana como oscura corza herida.

Dulce como un sollozo en la nevada.

¡Lejana y dulce en tuétano metida!

Federico García Lorca (Fuentevaqueros, Granada, 1898-Granada 1936). Uno de los poetas más claros de la lengua castellana, y uno de los más altos en el universo. Fue un poeta de tiempo completo: su concepción de duende explica cómo la poesía lo atravesaba y atravesaba su existencia. Estos "sonetos de amor oscuro" fueron escritos en 1935 mientras García Lorca mantenía una tormentosa relación amorosa con Rafael Rodriguez Rapún. El manuscrito fue ocultado a tal punto que nunca apareció en las ediciones de la obra completa publicadas por Aguilar y realizadas por Jorge Guillén y Pedro Salinas. Su familia tampoco estuvo interesada en su difusión debido al carácter explícito del amor homosexual. Se publicaron recién en la primera década del siglo XXI.

Romance del rubio de Albacete

(encontrado entre los papeles de Juan Ramírez de Lucas)

(Federico García Lorca - Miguel Poveda)

Aquel rubio de Albacete

vino, madre, y me miró.

¡No lo puedo mirar yo!

Aquel rubio de los trigos

hijo de la verde aurora,

alto, sólo y sin amigos

pisó mi calle a deshora.

La noche se tiñe y dora

de un delicado fulgor

¡No lo puedo mirar yo!

Aquel lindo de cintura

sentí galán sin...

sembró por mi noche obscura

su amarillo jazminero

tanto me quiere y le quiero

que mis ojos se llevó.

¡No lo puedo mirar yo!

Aquel joven de la Mancha

vino, madre, y me miró.

¡No lo puedo mirar yo!

Fuente: La rosa de arena