Cultura

Javier Heraud, el gran poeta guerrillero del Perú

Por Sergio De Matteo.

"Y la poesía es

un relámpago maravilloso,

una lluvia de palabras silenciosas,

un bosque de latidos y esperanzas

el canto de los pueblos oprimidos,
el nuevo canto de los pueblos liberados".

"Arte Poética", Rodrigo Machado / Javier Heraud.

Hace tiempo que para hablar de la realidad latinoamericana se alude al apotegma "América en disputa". Esta apreciación encaja desde los diversos sectores en que se lo cita, sea la política, las ciencias sociales, la cultura o el periodismo; porque se ha hecho carne y representa la situación que cruza por cada uno de nuestros pueblos. Pensemos en los acontecimientos más inmediatos, como el golpe de Estado de Bolivia y la recuperación de la democracia por el voto popular, la constituyente chilena para dar por tierra con la Constitución pinochetista, las movilizaciones en la Cuba bloqueada que han sido instigadas por activistas pro-intereses norteamericanos o el triunfo del maestro Pedro Castillo en Perú y el furibundo ataque de la derecha neoliberal para negarle su investidura presidencial.

En ese sentido, la historia y la estrategia geopolítica nos interpelan por los acontecimientos políticos de Latinoamérica y, puntualmente, del Perú, pero, además, lo interesante es que nos permite realizar una lectura desde el campo literario, específicamente, del poético, porque hay nuevas producciones que tienen al poeta Javier Heraud como epicentro, desde libros, grabaciones y películas. Entonces, hablar de Heraud urge en estos momentos, como de su generación del ‘60, y por sobre todo, trazar los vasos comunicantes con José Carlos Mariátegui y César Vallejo. Porque en todo revisionismo siempre sobrevuelan los ejemplos de entrega y uno de ellos es el del poeta Mariano Melgar, quien fuera fusilado en 1815 por los realistas a los 24 años. Antes de la ejecución le ofrecieron una venda, a lo que Melgar respondió: "Pongánsela ustedes que son los engañados, porque América será libre antes de los diez años". La libertad de América se cumpliría en 1824 con las batallas de Junín y Ayacucho. La hora de los grandes cambios integraba los pensamientos y las acciones, así como la militancia y escritura de los nombrados. Es que revolución corría por sus venas, en distintas épocas, pero el enemigo era similar, el colonialismo español, el capitalismo y el imperialismo yanqui.

Arriesgamos esta genealogía con la evidencia de las cartas entre Mariátegui y Vallejo, donde se refleja el aprecio mutuo expresado en las colaboraciones e intercambio de ideas y de bibliografía. La revista Amauta es una de las pruebas más convincentes. En cuanto al creador de Trilce y al autor de El Río, nos sirve como andamiaje el libro de Luis Humberto Delgado, César Vallejo y Javier Heraud, publicado por Latino-América-Editores en 1969, donde hallamos "Pero escogió el camino de los dioses y se dio joven a la muerte, no precisamente como ‘César Vallejo a los 46 años en una cama de París', sino ‘con un fusil en la mano a los 20 años en la montaña de Perú' según Javier Valle Riestra" (p. 53).

Aproximaciones a materiales sobre Heraud

Ineludible es la entrevista que le realizara en septiembre de 1961 en París el converso Mario Vargas Llosa, en su programa de la Radiodiffusion-Television Française (RTF), donde Heraud responde sobre literatura peruana y habla de la tradición (Washington Delgado, Alejandro Romualdo, Javier Sologuren, Gonzalo Rose, Gustavo Valcárcel, Carlos Germán Belli), de las tipologías emergentes (Arturo Corcuera, Reynaldo Naranjo, Mario Razeto, César Calvo), e infiere la influencia de sus precursores (César Vallejo, Pablo Neruda, Antonio Machado, Federico García Lorca y Miguel Hernández); además recita su poema "Mi casa muerta". El diálogo de ocho minutos fue publicado en la revista Punto, en mayo de 1981. Dicha grabación es el único registro que resguarda la voz del autor de El Viaje.

Apenas ultimado en la canoa que navegaba el río Madre de Dios, frente al Puerto Maldonado, algunos artículos y libros dieron cuenta de la importancia de la poesía de Heraud, entre ellos podría destacarse aquel trabajo inaugural de Arturo Corcuera y Tomás Escajadillo, Recuerdo y presencia de Javier Heraud, que publicara en 1963 en Lima la Federación Universitaria de San Marcos; también la tesis de bachillerato de Edgar O'Hara Gonzáles denominada Temas y motivos de la poesía de Javier Heraud, defendida en Lima en 1971 en la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Otros trabajos que homenajean a Heraud están recogidos en Paso de vencedores, placa de 1974 de Chabuca Granda junto a Luis González, que incluye algunas de las composiciones creadas entre 1968 y 1973, como "El fusil del poeta es una rosa", "Las flores buenas de Javier" y "Un cuento silencioso"; algunas siguen inéditas o fueron grabadas por otras/os artistas: "Desde el techo vecino" (o "Tu zapato"), "Silencio para ser cantado" (o "La camisa") y "Un bosque armado (La canoa)". El disco Poesía Trunca (1978), un proyecto de Casa de las Américas y el sello Egrem, incluye a 28 poetas latinoamericanos que dieron sus vidas por la causa revolucionaria, entre ellos está Heraud, cuyos textos son leídos por Alejandro Romualdo. Este trabajo responde a la antología homónima que realizara Mario Benedetti en 1977, exiliado en Cuba, también publicada por Casa de las Américas y reeditada por Visor de España en 1980.

Hay que destacar el compromiso asumido por Cecilia Heraud Pérez, hermana de Javier, en cuanto al resguardo y la difusión de su obra, tanto la édita como la inédita. A ese tesón le debemos el registro en abril de 1984 -junto a Carlos Otero Pollitt- del cassette Norma Alvizuri canta a Javier Heraud, que incluye una serie de textos de Heraud interpretada por Alvizuri en el canto y recitada por Jorge Chiarella Krüger. El cassette contiene: "Arte poética", "Lo dificil que es esperar el otoño", "Poemas a la tierra", "Mi casa", "Estacion del desencanto", "Mi casa muerta", "Solo", "Hambre", "El rio", "El canto de los rios", "Yo no me rio de la muerte", "Yo no soy el poeta que ustedes nombraron", "Epilogo"; y como bonus track "Mi casa muerta" y testimonio en la voz de Javier Heraud. También es autora de las dos versiones de un libro que describe la infancia y la juventud de su hermano, entrelazando recuerdos familiares con entrevistas, testimonios y cartas de amigos, titulado primeramente Vida y muerte de Javier Heraud: recuerdos, testimonios y documentos (Lima: Mosca Azul, 1989), y la reedición ampliada y corregida rebautizada Entre los ríos: Javier Heraud (1942-1963) (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2013).

Pero quizás el elepé más importante editado en estas épocas sea el de Vicente Feliú y Miryam Quiñones: Las flores buenas de Javier Heraud (2015), alusión a la canción de Chabuca Granda, donde se intercalan varias de las canciones de Chabuca y nuevas composiciones de Feliú. Tampoco podemos olvidar las creaciones e interpretaciones de Alberto Chávez, César Calvo, Martina Portocarrero, Tania Libertad, Enrique Iturriaga, Numa Moraes, Margot Palomino, Susana Vaca, Elsa Palao, Carmina Cannavino, Consuelo Jerí, Ligia Piro, o los grupos Tiempo Nuevo, América Sur y Göteborgs kammarkör, entre otras/os.

En cuanto a películas y documentales, podemos citar: El viaje de Javier Heraud (2019), dirigido por Javier Corcuera; y La pasión de Javier, del mismo año, dirigida por Eduardo Guillot.

Por último, vale señalar la importancia del trabajo de archivo, de recuperación de fuentes y ediciones de la obra heraudiana, porque permite conocer la trayectoria tanto de su pensamiento como el de su producción simbólica. En ese sentido, vale señalizar algunas publicaciones que se refieren, justamente, a las "publicaciones" de y sobre Javier Heraud: Olga Espejo, "Contribución a la bibliografía de Javier Heraud", en Revista Iberoamericana, Vol. LXIII, núm. 180, julio-setiembre 1997, pp. 509-523; Equipo de Investigaciones Bibliográficas de REDLIT, Javier Heraud. Bibliografía esencial, con presentación de Alex Morillo Sotomayor, "Javier Heraud: Una consciencia temprana sobre la creación poética", Red Literaria Peruana, Lima, febrero de 2020; Kathia Hanza y Luis Fernando Chueca (Ed.), "Retorno con la dicha en la garganta". Javier Heraud: archivo y bibliografía, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, marzo de 2020.

Y se debe destacar el texto Llego rasgando cielos, luz y vientos. Vida y obra de Chabuca Granda, Ministerio de Cultura de Perú, Lima, 2020; que en su segunda parte hay un capítulo titulado "Canciones para Javier", en donde se detallan y analizan las canciones y también se halla el testimonio de Chabuca Granda: "Joven ausente: firmemente creo que todos te asesinamos en ese domingo crudelísimo, ese 15 de mayo de 1963, en aquella cacería desalmada que se desató en Puerto Maldonado" (p. 25), recogido en el libro Cada canción con su razón: presenta Zeñó Manué. (Lima: Edición del Autor, 1979).

En Llego rasgando cielos... se enumeran otros temas dedicados a Heraud: "Pero la inspiración que brotó de la conmoción por la muerte del joven poeta en la producción de Chabuca Granda no cesaría con este ciclo (citado al comienzo del artículo). En ‘Paso de vencedores', escrita en 1970, las estrofas remiten a la historia del poeta con figuras como ‘Sangre que dejó correr savia en el río' o ‘Soldado, toma la luz del guerrillero'. En la margen opuesta, compuesta, según manuscrito, en el distrito de Miraflores, Lima, el 28 de febrero de 1972 [...] exhibe, todavía, la voz del poeta cargada de significantes [...] Igualmente, al cabo de los años, en 1977, se sintió la huella del poeta una vez más: la canción ‘Landó' retomaba frases de la inédita ‘Una rosa en el hombro' -‘Por el camino de huida solo llevo conmigo / una rosa en el hombro y una estrella en la cara, / en la mano una aurora y una alondra dormida, / en el pecho una riela y un molino de olvido, / en la sangre el silencio de una hoguera encendida'-, además de ofrecer algunas nuevas -como ‘Soldado desmemoriado, / costa de la soledad, / isla en el centro del sol, / puerto del viento'- que descubren la persistencia de esa palabra acribillada en el tintero de la artista" (p. 141).

Intermedio heraudiano argento

Javier Heraud es nombrado en el poema "Ruiseñores de nuevo", de Juan Gelman, que integra el libro Hacia el Sur, escrito en Roma entre 1981 y 1982, en la sección dedicada a "Los poemas de José Galván", como también estarán "Los poemas de Julio Greco", autores que sirven como anclaje a la vida simbólica y homenaje de los escritoras y escritores caídos y desaparecidos en la última dictadura cívico militar eclesiástica y comunicacional. En ese capítulo Gelman/Galván hacen un compendio de poetas y van hilando imágenes y virtudes, pulsiones del verso, generando una atmósfera de reivindicación colectiva, de presencias y ausencias. Uno a uno los nombran: John Keats, Arthur Rimbaud, Santa Teresa de Jesús, Quevedo, Garcilazo, John Donne, César Vallejo, Baudelaire, Mallarmé, Verlaine, Girondo, Tuñón, Apollinaire, William Blake, "Paco" Urondo, Roque Dalton y "javier heraud que fue a parar tiernísimo a la selva/ y abrió la selva de la boca con su torrente claro/". Heraud también se rebautizará en los poemas escritos en Cuba, por ejemplo, "El poema especial", fechado en La Habana en noviembre de 1962, lo firma como Javier Heraud y sus seudónimos, Rodrigo Machado (en referencia a Rodrigo Díaz de Vivar -personaje del Cantar de Mio Cid- y al poeta español Antonio Machado) y Gustavo Melgar (Gustavo, hermano menor, al que siempre recordaba en sus cartas y, Melgar, en alusión al poeta fusilado -Mariano Melgar-, quien participa en las luchas por la independencia bajo el mando de Mateo García Pumacahua).

También desde La Pampa el poeta Edgar Morisoli va a recordar a Javier Heraud, y lo hace con el texto "Retrato de un poeta", del libro Al sur crece tu nombre (Buenos Aires: Stilcograf, 1974). Donde reconoce su compromiso con la poesía, la naturaleza y la lucha armada: "Javier Heraud, poeta / muerto al cruzar el río Madre de Dios, baleado / por turbios mayorales de ceniza, / cantor que fuiste de aguas y de / pájaros, libre / guerrillero cuzqueño, combatiente guitarra / de América insurrecta, / compañero". También lo inscribe en el linaje de César Vallejo: "Javier, hijo del cholo / que enfermó de universo pero sigue / peruanamente vivo para toda la muerte. / Hijo del cholo César; nieto remoto, chozno / del inca solitario..."; para filiarlo a la estirpe ancestral de los pueblos originarios y los próceres: "Javier: desde el caliente / surco continental de la esperanza / Luis de la Puente Uceda te agavilla los sueños, / Hugo Blanco recoge / tu errante yaraví por las quebradas, / y en la llaga solar de los ponientes / una sombra sin paz, el destrozado / Condorcanqui / Gabriel, / besa / tu frente, ciñe / tu casi adolescente / desventura / con el viejo estandarte comunero, / y marcha junto a ti, junto a los dioses / padres y madres de tu tierra...".

Se cruzan como se yuxtaponen los nombres y las luchas, imposible de explicar en algunas páginas, pero ineludible aunque sea citar coincidencias y contradicciones en el proceso de liberación, como las que representa el APRA de Víctor Raúl Haya de la Torre y el APRA Rebelde de Luis de la Puente Uceda, fundador del MIR, y que fuera asesinado el 23 de octubre de 1965 por el ejército del gobierno del presidente Fernando Belaunde Terry. Resignifica al legendario Hugo Blanco, dirigente histórico de la resistencia campesina y símbolo vivo de las luchas revolucionarias latinoamericanas. El "errante yaraví" trae a la memoria al poeta y patriota Mariano Melgar que, por su relación con los trabajadores agrícolas conoce las variantes mestizas del antiguo harawi o canto quechua, adoptándolo para componer sus populares yaravíes.

El cantautor mendocino Jorge Marziali, fallecido en 2017 frente al mausoleo del Che Guevara en Santa Clara (Cuba), compone el vals "Mi chola blanca" en homenaje a Chabuca ("El corazón se me vive / a veces de madrugada, / porque siento que regresas / Chabuca Granda"), que intef¿gra el disco Padentrano (2004), donde además alude al poeta Javier Heraud: "Los cholos hacen silencio, / los cholos cuidan el alma, / cruzan tu puente y se van / soñando con tu quebrada. // Y en la bruma del Callao / hay un zambo que te clama / y hay un cajón que te sabe / mi chola blanca. // Yo no conozco el Perú / pero sí tu voz serena, / yo sé con Javier Heraud / que el sueño recién empieza".

Hay diversas versiones que se destacan, como la de Melania Pérez, Natalia Pérez y Pancho Torres, Andrés Gómez y Juan Iribarne Dúo, Mónica Abraham, Carolina del Carmen Peleritti, o Peroché (Marianela Pacheco, Sebastián Castro, Leandro Alem y Solana Biderman), entre otras. Este vals fue interpretado y grabado en dos oportunidades por la cantautora misionera Sylvia Zabzuk, radicada en La Pampa; la primera de ellas en su disco De piedra y agua (2004), y la segunda junto al dúo Ascaino-Menta (Dante Ascaino y Eugenia Menta), en la placa Con la guía de lo invisible (2008).

Heraud, entre Mariátegui, Vallejo y Castillo

"El fantasma de Javier Heraud ha retornado en el Perú luego de varios años (con un documental, con una película, con una exposición en la Casa de la Literatura Peruana) para saldar algunas deudas en estos tiempos de degradación política y de capitalismo salvaje".

Víctor Vich[1]

Un marco valioso de referencias abre y sostiene Mariátegui, lo que implica, de alguna manera, conocer de primera mano el cuadro de situación y vislumbrar el espíritu de época de ese Perú. Dichas proyecciones se discuten tanto en los círculos intelectuales como en las propias bases obreras, las masas oprimidas, porque sin su participación sería imposible entrever la revolución. Para el autor de 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), además, combatiente y militante del proletariado, solamente la clase trabajadora era capaz de conducir la revolución.

En Perú hoy hay un presidente que es maestro. En Perú asumió un hombre que se asemeja a su pueblo, porque lleva el rostro de los de abajo y las de abajo, de los oprimidos y las oprimidas, de aquellos y aquellas que han sido explotados/as por el modelo capitalista, de los ninguneados y las ninguneadas por las clases dominantes porque son indios, porque son indias.

Es válido recalar en las apreciaciones de Mariátegui cuando escribe en 1927 el artículo "La Nueva Cruzada pro-indígena", donde infiere: "El Grupo Resurgimiento [...] Este movimiento anuncia y prepara una profunda transformación nacional. Quienes lo consideran una artificial corriente literaria, que se agotará en una declaración pasajera, no perciben lo hondo de sus raíces ni lo universal de su savia. La literatura y la ideología, el arte y el pensamiento nuevos, tienen en el Perú, dentro de la natural y conveniente variedad de temperamentos y personalidades, el mismo íntimo acento sentimental. Se cumple un complejo fenómeno espiritual, que expresan distinta pero coherentemente la pintura de Sabogal y la poesía de Vallejo, la interpretación histórica de Valcárcel y la especulación filosófica de Orrego, en todos los cuales se advierte un espíritu purgado de colonialismo intelectual y estético [...] (en ellos ) circula la misma sangre".[2]

Acá volvemos a atar cabos en cuanto a Melgar, Vallejo y Mariátegui, cuando éste en una entrevista de 1926 le preguntan: "¿Y quienes son, en concepto de Ud., los que tradujeron el verdadero sentimiento indígena ?", a lo cual responde: "Melgar es uno de ellos. Pero en nuestra época hay ese sentimiento en ese admirable poeta que tanto amamos todos los hombres de la misma sensibilidad y de la misma la época: César Vallejo".

Vallejo retribuye esa solidaridad intelectual, esa amistad y militancia, cuando a inicios del año 1928 le remite un ejemplar del libro Faits divers, de Henri Barbusse, con la dedicatoria: "Para José Carlos Mariátegui, el gran escritor y generoso amigo este libro de lucha que acaba de aparecer esta mañana, 16 marzo de 1928".

Esa profunda relación humana, poética y política la destaca el ensayista indigenista Luis E. Valcárcel, que conoció a ambos, cuando alude que "Entre ellos la identidad es absoluta: son pares en la vida y en la muerte, en el pensamiento y en la acción [...] uno y otro tienen una actitud misionera, una visión profética, un angustiado y sangrante humanismo [...] Los dos se entregan a la acción, renuncian a toda postura contemplativa y egoísta. Los dos se mueven bajo el impulso místico de crear un mundo mejor, de destruir la injusticia, de redimir al hombre de la miseria y el dolor. Hombres de este tiempo... convictos y confesos de una doctrina social en la estructura de la sociedad".

Desde el canto popular también quedará consignada la confluencia entre el Amauta y el cholo de Santiago de Chuco, cuando Nicomedes Santa Cruz en el doble duración Socabón: Introducción al folklore musical y danzario de la costa peruana (1974) les dedica la canción "Mariátegui y Vallejo", en cuya introducción resalta: "Estas son las cumananas de Vallejo y Mariátegui: "Imponiéndose al destino, / por nuestra lucha de clases, / marcó el único camino / mi hermano Carlos Mariátegui. // Y por su amor sin medida / remozando al Hombre Viejo, / consumió su propia vida / mi hermano César Vallejo".

Antenor Orrego dice en 1929: "César Vallejo, con un golpe de genial intuición poética y con un coraje artístico sin precedentes, emprende la tarea más escabrosa y difícil que se haya producido en la vida literaria de América [...] Crea dentro del castellano y sin modelo extranjero, un nuevo lenguaje poético, una nueva técnica literaria".

Es posible trazar una trama de relaciones desde Mariátegui hasta Castillo, con postas en Vallejo y Heraud, porque por ellos "circula la misma sangre", es decir, la ideología, la conciencia de clase, la militancia y la comprensión de que la única forma de las transformaciones del país es por medio de la lucha política. En consecuencia, Gilberto Calil, Doctor en Historia por la Universidade Federal Fluminense (UFF), analiza la elección del Perú y plantea lo que estaba en disputa: "A divisão regional, sociológica e étnica do Peru que se expressou nos resultados da eleição [...] sublinha a atualidade da reflexão de José Carlos Mariátegui [...] o revolucionário peruano indicava há quase um século que o Peru era um país fraturado por divisões produzidas pela sua classe dominante [...] Na sua análise, a elite limenha desprezava profundamente a identidade indígena, no que era acompanhada por setores médios urbanos".[3] En el copete de la publicación en castellano en el sitio rebelion.org se resalta: "El desprecio de la elite limeña por los indígenas no pudo evitar la victoria de un candidato pobre, campesino y postulado por un partido mariateguista".

Por esa tracción histórica, por medio del proceso dialéctico, hoy el Perú hay un presidente que se llama Pedro, pero que podría haberse llamado Juan; como al que le cantan Los Olimareños: "Juan, el flaco que es albañil". Hoy hay un cholo en la presidencia, uno como el poeta César Vallejo, que también llevó a cuestas el dolor de la pobreza y de la cárcel. Sí, el autor de Trilce, uno de los libros de poesía más extraordinarios de la Patria Grande. Ese César que se murió en París, con hambre, de la real, pero no de la espiritual; porque nos siguen hablando sus poemas humanos. Vallejo descansa en el cementerio de Montrouge, y hasta ese lugar lo fue a saludar Javier Heraud (dice en el poema "En Montrouge": "Habíamos quedado en visitar la tumba de Vallejo"), acto donde, el poeta del río y del viaje, cumple con su devoción. El poeta combatiente que muriera atravesado por una bala en el río Madre de Dios, con tan sólo 21 años, como también murió baleado José Martí en Dos Ríos, luchando por la independencia de Cuba; Heraud, también, peleó contra el imperialismo y la liberación de la servidumbre de su patria.

A Javier Heraud lo vincula con esas voces el escritor Julio Ramón Ribeyro en el artículo "El poeta asesinado", donde expone: "La muerte de Javier Heraud es simplemente más significativa porque es la primera vez, en el Perú, desde la poca de Mariano Melgar, que un artista, un poeta, no se limita a protestar de viva voz, en poemas o firmando manifiestos, contra la injusticia social, sino que paga con su vida su amor a sus ideales". Publicado en primer lugar en FEP, Nº 2, de octubre de 1963, y de inmediato en Piélago, de diciembre de 1963. También Ribeyro le había dedicado a Heraud el cuento "Fénix", escrito en París en 1962, que incluye en el libro Tres historias sublevantes (Lima: J. Mejía Baca, 1964).

Mariátegui, Vallejo y Heraud encarnados en Castillo, un referente que deberá pasar el cepillo a contrapelo de la historia, reivindicando a los vencidos y las vencidas, para poder reconstruir Perú, y así asir a los desplazados y las desplazadas en la dignidad de la existencia. Ese es el trabajo de resignificación y el de gestión que debe hacer Castillo, transido por la palabra de Mariátegui, Vallejo y Heraud, y escuchar aquella oralidad ancestral, una sabiduría que el coloniaje pretendió subordinar. Es tal cual la interpretación de Vicente Otta Rivera, sociólogo de la Universidad Mayor de San Marcos, cuando señala: "La dominación colonial y especialmente republicana tuvo como uno de sus pilares el componente étnico-racial. Estigmatizar a la población indígena como inferior, intelectualmente deficiente y carente de civilización. El estigma, usado para producir una dominación más eficaz logró su objetivo pues amplios sectores de la población dominada, particularmente mestiza asumió esta condición y vivió lleno de vergüenza y sumisión".

Es hora de los levantamientos en la "América en disputa", ya es el tiempo-ahora y del salto del tigre planteado por Walter Benjamin. Porque Castillo "tiene todo el derecho del mundo a proclamar que la revolución de Túpac Amaru contra el virreinato no ha concluido", como resalta el periodista español Juan Jesús Aznárez, y agrega "que el sistema de castas, el capital y el mercado dictan en el Perú criollo y que las Constituciones de 1979 y 1993 fueron fraguadas por los palanganeros de las oligarquías empresariales y el Consenso de Washington, que redujeron al ser humano a la condición de mercancía".

Vallejo apuntaba en una carta a fines de 1928 a Pablo Abril: "Debemos unirnos todos los que sufrimos de la actual estafa capitalista, para echar abajo este estado de cosas. Voy sintiéndome revolucionario y revolucionario por experiencia vivida, más que por ideas aprendidas".

"Porque mi patria es hermosa/ como una espada en el aire,/ y más grande ahora y aun/ más hermosa todavía,/ yo hablo y la defiendo/ con mi vida./ No me importa lo que digan/ los traidores,/ hemos cerrado el pasado/ con gruesas lágrimas de acero", escribía Heraud desde Cuba.

Todos esos nombres conforman una tradición identificada con las luchas de la Patria Grande, nuestra América, al decir de José Martí. Esas voces tutelares deben retumbar fuerte en el proyecto colectivo de Pedro Castillo, ojalá también lo hagan próximamente en Chile. El giro de Perú hacia el progresismo, el posible retorno de Lula a la presidencia en Brasil, el triunfo del MAS en Bolivia, la continuidad de Alberto Fernández en Argentina y López Obrador en México, sumado a la resistencia heroica de Cuba y Venezuela, auguran nuevos vientos en el cercano plazo, en donde sobrevenga el reemplazo del neoliberalismo, del capitalismo financiero, por políticas inclusivas de justicia social y democracia participativa.

El poema "Explicación" consta de cinco partes y está fechado en La Paz (Bolivia) en 1963, bajo el seudónimo de Rodrigo Machado (Javier Heraud), que sintetizan lo expuesto, donde lo comunitario, el pueblo se erige como la herramienta que moviliza y cambia la historia.

(ellos)

¿Dónde quedarán los traidores

a sueldo, los vendidos, los pobre

diablos?

¿A dónde irá la bazofia del país,

ellos que hablaron de "libertad",

de "justicia", de "igualdad",

cuando miles morían en los campos,

(comuneros, campesinos, indios

desarmados) bajo las balas

del petróleo, de los latifundios,

de los explotadores?

Dejemos nomás que escuchen

los primeros tiros.

Dejemos nomás que vean al

primer campesino armado.

Dirán "es fácil". Y mandarán

sus oficiales de plomo y de huiski.

Morirán éstos. Mandarán otros.

Y casi, casi al final

se irán arrojando abajo

de las camas.

Se irán a las embajadas.

No importa. Los sacaremos de

sus inmundos huecos,

a todos juntos los juzgará

el pueblo.

Nadie podrá pedir clemencia para

ellos,

pues están solos.

Morirán ante el tribunal

del pueblo.

Nadie los llorará.

Pronto serán olvidados.

*Escritor y activista cultural, reside en Santa Rosa (La Pampa).



[1] Víctor Vich, "Javier Heraud: el reto a la melancolía", en Kathia Hanza y Luis Fernando Chueca (Ed.), Retorno con la dicha en la garganta. Javier Heraud: archivo y bibliografía. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2020, p. 17.

[2] Publicado en "El Proceso del Gamonalismo". Boletín de Defensa Indígena de Amauta, Nº 5, Lima, Enero de 1927.

[3] Gilberto Calil, "Mariátegui e a eleição de Pedro Castillo no Peru", en Esquerda online, 7 de junio de 2021, https://esquerdaonline.com.br/2021/06/07/mariategui-e-a-eleicao-de-pedro-castillo-no-peru/ Reproducido en https://rebelion.org/mariategui-y-la-eleccion-de-pedro-castillo-en-peru/: "La división regional, sociológica y étnica del Perú que se expresó en los resultados de las elecciones [...] subraya la relevancia de la reflexión de José Carlos Mariátegui [...] el revolucionario peruano indicó durante casi un siglo que el Perú era un país fracturado por divisiones producidas por su la clase dominante [...] En su análisis, la élite limeña despreció profundamente la identidad indígena, en lo que fue acompañada por sectores urbanos medios".