Política

Más de 180.000 chubutenses no votaron "a nadie" y superaron a las dos fuerzas mayoritarias juntas

Las recientes PASO dejaron como saldo principal -además de la victoria de Juntos por el Cambio y el crecimiento de la izquierda- que una muy amplia porción del electorado no fue a votar. Además, se registró el tercer porcentaje más elevado de voto "bronca" de los últimos 20 años. En Chubut, 149.330 electores no asistieron a los comicios del pasado domingo 12 de septiembre, mientras que 10.771 votaron en blanco y otros 20.045 anularon sus votos. Ese inmenso grupo de chubutenses descontentos y desesperanzados sumó 180.749 votantes, y constituyen un "partido silencioso" que rechazó las opciones partidarias y a todos los candidatos que se presentaron. Para vencer a ese numeroso grupo de votantes -si constituyeran una fuerza política organizada- haría falta que se unieran las listas de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos.

Desde hace diez años el ausentismo -sumado al voto en blanco y nulo- constituye en la práctica la fuerza mayoritaria en la provincia de Chubut; aunque sus protagonistas no posean representación electoral. El régimen democrático, como sistema electoral, se encuentra completamente debilitado como mecanismo de representación y se acerca a los niveles críticos del estallido de 2001.

El dispositivo de representación a través de las urnas transita uno de sus peores momentos en la historia de Chubut. La clase política no ha sido capaz, no quiso o no pudo, enfrentar una problemática que se transformado en constante durante los últimos 20 años. En estas últimas elecciones primarias el fenómeno se profundizó, en una clara muestra de desprecio del electorado por las urnas y la posibilidad de elegir a sus representantes.

El proceso se hace cada vez más profundo, más allá del impacto que haya podido generar la pandemia. Viene de arrastre y tiene estrechos lazos de contacto con el vivido en 2001, cuando la consigna de "que se vayan todos" se transformó en trend topic en la escena política provincial y nacional.

Si bien existen multiplicidad de factores que pueden ayudar a comprender el proceso, atravesado por los efectos y temores generados por la pandemia, no menos cierto es que en Chubut esta reacción frente a las elecciones tiene antecedentes previos a la aparición del Covid y los contagios. La crisis social, económica y de representación se ahondó hasta límites que ponen en jaque a la democracia como sistema de funcionamiento del régimen imperante.

Se profundiza un proceso de la larga data

Una semana atrás, el 40,2% de los electores de Chubut dejaron en claro que no creen que las urnas y los actuales candidatos de los partidos políticos sean una solución a sus problemas cotidianos o de largo plazo.

El ausentismo fue el segundo más elevado desde la vuelta a la democracia en Chubut luego de la dictadura genocida. Un 33,3% del electorado no fue a votar. Parcialmente incindió la pandemia, aunque no se la puede catalogar como la única explicación posible.

Además de los que no fueron a votar se debe contemplar al 10,3% de electores que sí concurrieron a los comicios, pero votaron en blanco o impugnaron sus votos.

Para tomar la verdadera dimensión de lo acontecido el domingo pasado es preciso cuantificarlo en números más allá de lo porcentual. Un total de 149.330 electores no asistieron a los comicios en las PASO de Chubut, mientras que 10.771 votaron en blanco y otros 20.045 anularon sus votos. Ese inmenso grupo de chubutenses descontentos y desesperanzados suma 180.749 votantes que rechazaron las opciones partidarias y a todos los candidatos que se presentaron.

Para poder ganarles si constituyeran una fuerza política organizada haría falta que las listas de Juntos por el Cambio y del Frente de Todos se juntaran para poder llegar sumadas a los 181 mil votos. Solamente en ese caso una fuerza política ecuménica triunfaría sobre la apatía y el desánimo.

Si se contemplan los votos en blanco e impugnados se llaga a la suma de casi 31 mil votantes desencantados, total que supera a la muy buena elección de la izquierda; que conquistó poco más de 25 mil votos.

Este profundo proceso de desilusión frente a la democracia tuvo su pico de expresión en 2001, cuando en Chubut 44,6% del electorado no fue a votar o expresó su bronca dentro de los sobres.

Aquel fue el peor momento para el régimen democrático en el país y también en Chubut, aunque los resultados del domingo pasado quedaron a solamente 4% de esa marca. Si se lo cuantifica, en 2001 hubo 119 mil desencantados contra los más de 180 mil que se manifestaron en las PASO del domingo pasado, casi 60 mil electores más mostraron su rechazo a la clase política en general.

En 2001 se produjo el mayor nivel histórico de votos en blanco e impugnados alcanzando el 26,1% del electorado que se acercó a las urnas, mientras que el domingo pasado ese nivel llegó al 10,3%.

Esta cifra de las PASO recientes solamente fue superada en 2015, cuando el voto en blanco y nulo llegó a 16,5%. Ya había existido un muy alto nivel de voto bronca en los comicios de 2011, cuando 10,1% del electorado que fue a votar lo hizo en blanco o impugnando su sufragio.

Apatía por departamentos

Analizando lo acontecido en cada uno de los departamentos más importantes de Chubut se observa que el mayor nivel de ausentismo se produjo en Futaleufú, con 37,9% del electorado que decidió no asistir a las urnas. Posiblemente, además de la pandemia, el tema de la minería vuelva a mostrar una reacción de los ciudadanos cordilleranos.

33,8% de los votantes del departamento Escalante (con cabecera en Comodoro Rivadavia) tampoco se acercó a las urnas, mientras que en el departamento Rawson (incluyendo a Trelew) no fue a votar 33%. En el departamento Biedma (Puerto Madryn) no lo hizo el 29,5%.

El voto "bronca" también fue contundente en Futaleufú, alcanzando el 11,1% de los votantes que se acercaron a las urnas, e igual porcentaje se registro en Biedma; en tanto que en Rawson fue del 10,6% y en Escalante del 8,4%.

Ya nadie le gana al abstencionismo y la bronca

Desde las elecciones de 2015 ninguno de los partidos que ganó las elecciones provinciales en Chubut, ya sea las que definieron al gobernador como las legislativas, lograron superar a la cantidad de electores que eligieron no ir a votar o hacerlo en forma de repudio.

En los últimos 10 años ese proceso se reflejó en casi todas las convocatorias a las urnas, interrumpiéndose solamente en los comicios de 2013.

Si el análisis se extiende hasta 2001, se observa que en seis elecciones los electores que repudiaron las alternativas electorales fueron ampliamente mayoritarios respecto de los que votaron al ganador de la contienda en las urnas, mientras que en los cinco restantes los triunfadores no solamente les ganaron a sus contrincantes sino también al repudio electoral.

En estas PASO 2021 los electores que rechazaron a todos los candidatos fueron nuevamente una amplísima mayoría, como en los comicios del 2001. Las tres listas de Juntos por el Cambio que obtuvieron la victoria provincial en este primer llamado a las urnas sacaron en conjunto 39% menos de votos que la suma de quienes no fueron a votar o lo hicieron en blanco o nulo.

Para encontrar un nivel similar de rechazo hay que remontarse a los comicios de 2001, cuando la fractura con la democracia fue aún más explícita; ya que el triunfador de esa convocatoria a votar (la alianza UCR-Frepaso) sacó 51% menos que los electores que repudiaron las elecciones.

Atrás en el tiempo y muy lejos quedaron las elecciones en las que los partidos políticos generaban entusiasmo, sobraba la militancia y los candidatos captaban buena parte de la atención de los votantes.

La clase dirigente deberá ponerse a pensar no solamente cómo hacer para consolidar o revertir el veredicto de las urnas del pasado domingo, sino que tendrá que encaminarse a encontrar soluciones para más de un tercio del electorado que se encuentra peleado con la política y las urnas.

Las crisis constantes, las dificultades para llegar a fin de mes, la dirigencia imponiendo políticas que el pueblo rechaza, la falta de trabajo y la presencia constante de un futuro incierto son problemáticas que la política debe comenzar a intentar resolver

-interpelando también a la izquierda que con frecuencia se hunde en el electoralismo-. De lo contrario, el abstencionismo y el voto bronca pueden seguir en aumento, pudiendo hacer tambalear la legitimidad y gobernabilidad del régimen democrático que transita uno de sus peores momentos de la historia provincial desde 1983.