El país

"Es ridículo prohibir la marihuana; EE.UU. lidera la guerra contra las drogas y es el país que más consume"

Entrevista de Lola Sánchez.

El Dr. Darío Andrinolo -docente de la asignatura optativa "Cannabis y Salud Pública" y Director del Proyecto de Extensión "Cannabis y Salud" y de la Cátedra Libre "Cannabis y Salud" de la UNLP- expondrá en el Congreso Internacional de Cannabis 2021, que se realizará entre el 30 de septiembre y el 2 de octubre en La Rioja.

Andrinolo trabaja desde hace varios años en el estudio de las propiedades del cannabis y el desarrollo de cultivos en conjunto con organizaciones civiles y en contra de los estigmas sociales, políticos y académicos. En diálogo con El Extremo Sur, reconoció que a cinco años de la Ley 26.350 de Cannabis Medicinal, "todavía persisten serias limitaciones a los procesos de cultivo". Mientras el gobierno de Mauricio Macri mostró "incapacidad y una negación completa para desarrollar el tema", la gestión de Alberto Fernández presenta "una falta de acción para terminar de cumplir".

El investigador también se refirió al aura de ilegalidad que aún rodea al cannabis. Opina que debe estar fuera de cualquier Ley de Drogas: "Además de entender que es una cuestión de libertades individuales, bregamos por la liberación completa para todos sus usos. Es ridículo tener plantas prohibidas como la marihuana", sostuvo.

Habló sobre la cultura cannábica y los cambios sociales que trajo la incorporación de la planta al uso cotidiano: "El cannabis pone el debate de la salud sobre la mesa. El cuerpo es de las personas, pero vemos este avance de la medicina sobre las decisiones de otros con medicamentos y médicos super especializados. Me parece que el cannabis trae la autodeterminación de la salud de las personas".

Indicó que actualmente el único cultivo reconocido y a escala está en Jujuy. Fue aprobado por Macri durante su gestión, y otorgado al gobernador Gerardo Morales. Para Andrinolo, el problema de este tipo de cultivos es que "de acá a unos años vamos a ver cannabis como comodities, talado de bosques nativos para poner plantaciones, trabajo infantil o mal pago relacionado con el cannabis y vamos a pensar "¿qué monstruo hemos construido?". Es por ello que aboga por una producción "local, alternativa y diversa".

Pese a las regulaciones en torno al uso e investigación del cannabis, ¿todavía existen obstáculos para aquellos que se dedican al estudio de la planta?

Persisten serias limitaciones a los procesos de cultivo, cinco años después de aprobada la Ley 26.350, el único cultivo reconocido y a escala es el de Jujuy, los demás están todos parados. El de Jujuy, además, con serias dudas de cómo fue el proceso. Todavía quedan serias restricciones, muchos prejuicios desde oficinas del Estado que tienen que ver con el tema como SENASA o ANMAT. En el nuevo Ministerio de Salud quedan formas de ver prejuiciosamente la cuestión. Cinco años después de aprobada la Ley, todavía no podemos comprar estándares analíticos en el extranjero. Los estándares analíticos tienen los cannabinoides aislados y purificados para que se puedan hacer análisis, son cantidades minúsculas, no tienen nada que ver con la posibilidad de desviarlos para otra cosa que exactamente para lo que están hechos. Muestra una incapacidad y negación completa del gobierno anterior para desarrollar el tema, y una falta de acción del gobierno actual para terminar de cumplirla.

¿Cómo fue la inserción de los cultivos y la investigación en la Universidad? ¿Se encontró con una mirada prejuiciosa?

Sí, y es enorme, aunque cada vez menos. Nosotros hemos recibido intimaciones para sacar las plantas cuando iniciamos el cultivo, para el resguardo de la moral y el nombre de la Facultad de Ciencias Exactas. Están escritas y firmadas por el decano. Estamos bajo mucha presión, dentro del INTA y las universidades todavía hay grupos que esperan que los directivos se definan y dejen de mirar prejuiciosamente el tema.

¿Cómo caracteriza su experiencia al frente del proyecto "Cannabis y Salud" en la Universidad de La Plata?

Desde 2017 hasta la fecha venimos trabajando con este proyecto de extensión universitaria que nos permitió conocer la realidad de lo que estaba sucediendo con las problemáticas sociales, como hacían los aceites, quiénes los tomaban, entramos en contacto con los médicos, entregamos información acerca de la calidad de los aceites. Tenemos un ida y vuelta del conocimiento con el entorno fuera de la universidad muy interesante.

¿Este trabajo permitirá también controlar la calidad de los productos de cannabis que circulan en las comunidades?

Para lograr que los aceites sean buenos lo que hay que hacer es dar las condiciones para que los que hoy están haciendo los aceites, los hagan de la mejor manera y estén controlados. De hecho, la propuesta que tenemos es la de poder utilizar plantas locales, estamos trabajando con organizaciones, con la agrogénetica riojana, cultivadores, y hemos presentado al INASE un pedido de inscripción de tres variedades locales que sean la base de la producción local. Tiene que ser soberana y pensando en el acceso de la población a productos de cannabis.

Se trata, entonces, de un proceso mucho más costoso y burocrático de lo que se imagina.

Lamentablemente, lo más fácil es poner una semilla y que crezca una planta. Todo lo demás que rodea eso, es lo complicado.

¿A qué resultados arribaron, junto al doctor Daniel Loza, en el marco de la investigación con cepas argentinas de cannabis?

Nosotros trabajamos con Cultivo Familia La Plata, que utiliza los aceites que hacía el Doctor Loza. Utilizan los aceites derivados de la variedad Quinto Elemento que él desarrolló. No tuve mucho contacto directo con él, pero cuando hablamos ofreció la variedad para que incorporar a la universidad para estudio. Esa variedad es la que completamos y ahora está siendo cultivada en La Rioja, en el marco de un proyecto de incorporación. Además, incorporamos esa planta al cultivo y es la primera planta local aprobada por el INASE.

¿Qué mitos rodean todavía al consumo de cannabis?

Se lo asocia con la droga porque como está prohibida, cuando la gente tiene que comprar cannabis para consumir en vez de comprarlo en la farmacia o en un circuito solidario y regulado, tiene que ir al dealer, donde además del cannabis le pueden vender otras cosas y meterlo en problemas. El problema de la relación del cannabis con el narcotráfico es que lo pone en el mundo de la ilegalidad. Luchamos por la liberación completa para todos sus usos. Es ridículo tener plantas prohibidas.

¿Qué diferencia de calidad se puede hallar entre el cannabis que circula en ese contexto y el cannabis controlado en los laboratorios?

El cannabis que viene de Paraguay o Bolivia tiene hongos, mal almacenamiento, pérdida de calidad y en su lugar de origen tiene cosas como trabajo infantil o esclavo. Esa forma de producción y acceso es lo que tenemos que erradicar.

Usted también ha defendido la idea de que el cannabis no debe estar regulado por ninguna Ley de Drogas.

Estableciendo como Ley de drogas aquellas dentro de la guerra contra las drogas, que te dice que si tenés 40 gramos en el bolsillo, vas 7 años a la cárcel. En la práctica, esa guerra está perdida: el país que la ejerce es el que más consume, e incluso tiene problemas con drogas legales. La crisis actual de Estados Unidos es enorme. Está fuera de discusión que es un fracaso completo. Tenemos que empezar a entender las drogas como parte de la vida humana, tenemos que regularlas, conocerlas y cuidar la salud de la gente. Pero en este concepto, no en el concepto de que si tenés 10 gramos de cannabis en el bolsillo vas preso porque sos delincuente. Eso no tiene ningún criterio humano de vida social.

¿De qué manera el cannabis impacta en el cuerpo humano? ¿Qué lo hace tan beneficioso, a diferencia de otros medicamentos?

El cannabis no es un remedio específico para una enfermedad. Lo que hace es trabajar sobre el sistema endocannabinoide. De forma más general, funciona como un equilibrador, en sintonía fina con todos los demás sistemas. Como el sistema es muy ampliamente distribuido en el cuerpo y los órganos, cumple funciones en el sistema nervioso central, en los músculos. Es como un osmoregulador, puede aplicarse en varias situaciones, con enfermedades o no. También se pueden desarrollar otros medicamentos específicos. Si las personas consumen cannabis porque tienen insomnio o les duelen las articulaciones, se hacen aceite casero y les da resultado, ¿cuál es el problema? Hay que mirarlo desprejuiciadamente y con la vista puesta en la salud y no en la represión.

¿Cómo analiza la cultura cannábica que se desarrolló en los últimos años gracias a la circulación de la planta?

El cannabis es una planta que trajeron los conquistadores, es tan buena que rápidamente fue incorporada a las diversas culturas americanas. Me parece que lo que pone el cannabis sobre la mesa, y que tiene que ver con las culturas ancestrales o a las que tendríamos que volver, es que la salud depende de las definiciones personales. El cuerpo es de las personas, pero vemos este avance de la medicina sobre las decisiones de otros con medicamentos y médicos superespecializados. Cuando uno tiene un problema de salud, lo primero que hace es ponerse en manos de otra persona. Me parece que el cannabis trae la autodeterminación de la salud de las personas, la identidad de la paciente cuestionada frente al médico, me parece muy interesante como proceso.

¿Se puede hablar de una reconfiguración de la relación médico-paciente y de la medicina tradicional?

Sí, es un momento muy duro para el médico. Muy pocos aprobaron ese examen con éxito, cada vez más lo van a tener que hacer. Además, hay otro proceso cultural muy interesante. Si el cannabis estaba prohibido y nadie podía conocerlo, tocarlo, probarlo y solamente eran los hippies perdidos o alguna cosa marginal que los usaba, ¿cómo es que las madres empezaron a usarlo para diversas dolencias como la epilepsia? ¿En qué momento pasó eso? ¿De dónde viene esa cultura de saber que el cannabis sirve medicinalmente y que corría paralelamente a la medicina tradicional y se mantuvo vigente a pesar de la represión? Si vendías cannabis te comías varios años de cárcel. ¿De dónde sacaron ese conocimiento? El cannabis es de antes que se supiera que había epilepsia refractaria, está relacionada con la historia de los pueblos más marginales del mundo, está relacionado a la América de los esclavos, a los mexicanos, viene muy de abajo y el hecho de que se vuelva a imponer es muy interesante como fenómeno cultural.

De avanzar en un modelo de desarrollo como el que se vio en Jujuy, ¿qué escenario le espera al cultivo de cannabis?

Ese es el problema, de acá a unos años vamos a ver cannabis como commodities, talado de bosques nativos para poner plantaciones, trabajo infantil o mal pago relacionado con el cannabis y vamos a pensar "¿qué monstruo hemos construido?". Por eso nosotros bregamos por algo más parecido a lo que se está haciendo ahora, pensando en la provincia de La Rioja o al norte de la Patagonia, ahí hay modelos de desarrollos alternativos. Bregamos por el desarrollo local, por la diversidad, la participación de muchos, en todas las salas de la producción, desde la producción de la planta, la producción de luces para que crezcan, la producción de aceites, toda una industria que hay que construir y que ojalá que sea la industria de muchos.

El primer Congreso de Cannabis en Argentina se realizó en 2017. ¿Ahora ve un panorama más alentador?

Todavía tenemos serios problemas de accesos, capacidad para incorporar semillas y otros elementos para la investigación, pero evidentemente no estamos en el lugar que estábamos en 2017. Estamos en un lugar mucho mejor, ya teniendo investigaciones y Congresos. Va a ser un congreso enorme, con gente de toda Latinoamérica. Definitivamente estamos en otras capacidades.