Petróleo

Chubut, Estado bobo: El estancamiento de las reservas petroleras revela el fracaso del esquema privatizador

El esquema privatista impuesto desde los años '90 en el sector petrolero muestra un evidente fracaso como política de Estado. A pesar de que los precios promedio del crudo transitaron por sus máximos históricos en los últimos 20 años, las reservas de petróleo en Chubut nunca siguieron el mismo ritmo de crecimiento y desde hace una década reflejan un profundo estancamiento, con puntual decrecimiento en 2020.

En Santa Cruz norte el panorama tiene características similares, pero los retrocesos son aún más marcados. El libre mercado no solucionó los problemas de autoabastecimiento ni aseguró el aumento sostenido de reservas. Además, el Estado perdió el control de los recursos y de la obtención de las ganancias.

La provincia de Chubut es la mayor poseedora de reservas petroleras de la Argentina, pero a casi tres décadas de la privatización de YPF se observa un categórico fracaso de las políticas anti estatistas, que llevaron al conjunto del país a perder su empresa estatal insignia y dejó el manejo del mercado hidrocarburífero en manos del capital privado.

Luego de 30 años de políticas privatistas, implementadas desde el ámbito nacional y con la estricta complicidad de los gobiernos provinciales, las conclusiones hablan a las claras. Las compañías petroleras privadas han sostenido el funcionamiento del sector sobre la base de la obtención de fuertes ganancias, haciendo fluctuar los niveles de producción de crudo en función de los valores internacionales del barril y estancando las reservas petroleras existentes en la provincia.

La seguridad jurídica, la extensión de las concesiones por largas décadas y las reformas laborales no se transformaron en herramientas eficientes para que aumenten las reservas de petróleo chubutense; más allá de que estos ítems han sido argumentos esenciales reclamados por los industriales del sector.

A lo largo de dos décadas las fluctuaciones del precio del barril Escalante han sido notoriamente alcistas, pero ese no terminó siendo un argumento suficiente para que el sector privado invierta en la misma proporción para la recuperación de reservas.

La lógica imperante ha sido la de atesorar la mayor parte de la rentabilidad petrolera, hacer fluctuar niveles de producción, reservas y empleo en función de las ganancias, y regular la actividad -casi sin intervención y diseño estatal- al ritmo de los beneficios que en muchas ocasiones fueron sostenidos por el propio Estado a través de subsidios a la industria.

La baja de reservas en 2020

Los últimos datos dados a conocer por la Secretaría de Energía de la Nación reflejan que en el 2020 cayeron las reservas de Chubut como consecuencia de los efectos que pudo haber tenido la pandemia. Sin embargo, el problema de los reservorios a la baja o en constante estancamiento no son un fenómeno que pueda adjudicarse exclusivamente a la aparición del Covid.

El registro de reservas en Chubut para 2020 representó un total de 1.035 millones de barriles de crudo Escalante, mientras que en 2019 había sido de 1.084 millones; lo que se traduce en una disminución de 4,6% que representó 49 millones menos de barriles en un año.

En la otra orilla de la Cuenca del Golfo San Jorge el panorama fue aún peor. Las reservas petroleras del flanco norte de Santa Cruz mostraron una disminución de 13% y durante el año pasado debieron dejarse de contabilizar 43 millones de barriles de reservas; producto de haber descendido de los 330 millones en 2019 a los 287 millones de barriles en 2020.

Incidencia nacional de Chubut

En cuanto a los niveles de incidencia nacional, Chubut sigue manteniendo una fuerte preponderancia en el país como producto de acumular 43% de todas las reservas de crudo existentes; mientras que en el norte de Santa Cruz se contabilizan apenas 12%. Es por eso que en la CGSJ se acumula 55% de todas las reservas de petróleo existentes en la Argentina.

El único saldo favorable que muestra el norte santacruceño es la inclusión de una relativamente importante cantidad de reservas de gas no convencional, un dato que aparece en las estadísticas oficiales por primera vez en la historia de la cuenca y representa poco menos de la mitad de las reservas convencional existente en esa porción de la CGSJ.

20 años perdidos con el libre mercado

Cuando arrancó la década de 2000, a tan solo ocho años de la privatización de YPF y dos del desembarco de Repsol como principal accionista de la petrolera privatizada, había en Chubut reservas por 593 millones de barriles de crudo Escalante.

Diez años después las reservas chubutenses habían crecido significativamente para ubicarse en los 1.101 millones de barriles de crudo, mostrando un incremento de 85%. No menos cierto es que en el mismo período de tiempo el precio promedio del barril Escalante a lo largo de toda la década tuvo una variación alcista de 30%; alcanzando un pico histórico de 70 dólares por cada barril en abril de 2008 y promediando los 35 dólares en toda la década.

Hasta ahí podría decirse que Chubut se benefició con el incremento de las reservas a pesar de haber dejado en manos puramente del capital privado el manejo del recurso.

Los problemas más graves se dieron a partir de 2010 en adelante, porque en ese lapso se desarrolló el boom de los precios del crudo y por el contrario a lo que se podría presuponer las reservas de crudo chubutense se estancaron fuertemente hasta la actual caída en el año del arranque de la pandemia.

Para 2010 Chubut contaba con 1.101 millones de barriles de reservas petroleras y ese fue su techo histórico. Nunca más las reservas volvieron a superar ese número. Por el contrario, tuvieron algunos decrecimientos de relativa importancia hasta 2017 y un fuerte estancamiento en los años posteriores.

El punto más bajo de las reservas chubutenses Se dio en 2017 con apenas 1.035 millones de barriles de crudo Escalante, luego se subió por dos años a los 1.085 millones y con la pandemia se decreció nuevamente a los 1.035 millones.

Si bien el horizonte en años (reservas sobre niveles de producción) no sufrió variaciones desmedidas, no menos cierto es que la década pasada terminó exhibiendo un contexto de precios internacionales por las nubes y ganancias notables para las compañías privadas.

El crudo Escalante tuvo un precio promedio en los últimos diez años de 61 dólares por barril, con su punto más elevado producido en noviembre de 2011 cuando alcanzó los 89 dólares. Ese fuerte impulso de la cotización no se tradujo en mayores reservas ni en aumentos considerables de la producción.

Santa Cruz con problemas agravados

El panorama en Santa Cruz Norte está aún más deteriorado. En la primera década las reservas de crudo decrecieron 0,5% y en la segunda 42%. En 2000 había 497 millones de barriles de reserva, para el 2010 eran 495 millones y en 2020 decrecieron a 287 millones.

En los últimos 20 años las reservas de crudo en Chubut tuvieron una suba de 74% y decrecieron 42% en el norte de Santa Cruz; mientras el precio del crudo Escalante que se extrae en la cuenca subió 126% de promedio en esas dos décadas.

Ganancias privadas, perjuicios públicos

Magros negocios han realizado los Estados provinciales al aceptar la privatización de YPF en 1992 y luego la provincialización de los recursos con la reforma constitucional de 1994.

Los Estados no solamente han perdido la capacidad de decisión en el manejo, diseño y proyección de las explotaciones petroleras y sus reservorios; sino que además dejaron en manos del capital privado la obtención de las suculentas ganancias que brinda el sector, sin olvidarse de los vaivenes que las políticas empresarias han impuesto a la hora de despedir o incorporar trabajadores en función de sus planes de inversión.

Como si fuera poco, el Estado nacional ha tenido que salir al rescate del sector empresario cuando bajó el precio internacional de barril o les otorgó enormes subsidios a las compañías para que incrementen sus inversiones o sostengan los puestos de trabajo.

Solamente en un año se cumplirán tres décadas de la privatización de YPF y las conclusiones son categóricas a la hora de evaluar lo sucedido con la más rentable de las empresas que estaba en manos del Estado y con los enormes perjuicios que ha sufrido el conjunto de una sociedad empobrecida que entregó a cambio de las promesas, efectuadas por el libre mercado, las formidables ganancias que garantizaba el manejo del sector petrolero.