Pueblos originarios

La defensa de España de la unidad de la lengua en Latinoamérica y sus fines comerciales

SPUTNIK.

La defensa que la derecha española e instituciones culturales hacen de la unidad lingüística del español en Latinoamérica no obedece solo a criterios culturales e ideológicos sino también a propósitos de unidad comercial, estimó en conversación con Sputnik el especialista Mauro Mendoza, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

"Se busca dentro de esta visión neoliberal encontrar razones históricas para sostener el derecho español que hay para el acercamiento económico con Latinoamérica, no solo se ve dentro de Vox, sino que también lo puede uno encontrar en las propias políticas de otras instituciones", explica el maestro en lingüística hispánica y docente de náhuatl.

"Como la Academia de lengua española [Real Academia Española], que constantemente habla de la capacidad y de la intención de mantener la unidad lingüística, por ejemplo, del territorio latinoamericano, en buena medida porque es también parte de una facilidad económica de entrada de capital español", abunda el investigador.

Este gran capital español y sus intereses económicos, dice Mendoza, se expresan políticamente en grupos conservadores como el Partido Popular (PP) que buscan una unión forzada entre México, Latinoamérica y los planes empresariales españoles.

"La cultura española no quiere reconocer el proceso histórico"

Acerca de las estrategias del Gobierno federal de México de resignificar el pasado indígena y comprenderlo desde nuevos linderos simbólicos y narrativos, a través del renombramiento del espacio público, entre otras medidas, el también doctorante por la UNAM considera que España no quiere comprender la complejidad del proceso histórico vivido.

"No se quiere reconocer de entrada cuál era la condición de existencia de las comunidades indígenas, hay una valoración histórica que es completamente falsa respecto a la oposición básica entre barbarie y civilización, es una oposición que viene desde el siglo XIX", apunta el universitario.

Los castellanos del siglo XVI, bajo el comando militar de Hernán Cortés, acusa Mendoza, jugaron un papel importante en una serie de violencias contra los pueblos indígenas americanos que se volvieron estruturales y que heredó el Estado mexicano.

Una versión oficialista del proceso, por ejemplo, asegura que la corona española liberó a los indígenas de la barbarie mexica y su dominio político sobre la región mesoamericana, recuerda.

Un paso importante: abrir el debate de la resignificación

Renombrar el espacio público en México desde la perspectiva de las comunidades indígenas, como en el caso de la Plaza del Árbol de la Noche Victoriosa y otras iniciativas de los Gobiernos federal y de la Ciudad de México, es un avance, evalúa Mendoza.

"Es un paso importante, creo que habría que reconocer que el espacio se puede resignificar, el acto nominal no es cualquier cosa, sí es parte de esa reinterpretación histórica" que politiza el proceso histórico aludido, sostiene el universitario.

Es positivo hacer pública otra perspectiva de la colonización de América, estima Mendoza, pues permite cuestionar la historia oficial contada desde los programas de educación pública en México, además de que abre oportunidad de generar una historia colectiva que plantee otras posibilidades de interpretación de eventos como la resistencia a la avanzada militar de Cortés en Tenochtitlán.

Ningún Gobierno federal había abordado una tarea similar de resignificación, apunta el también licenciado en letras hispánicas por la UNAM. Sin embargo, es una política que encarna diversas limitaciones.

"Es un avance con limitaciones porque no deja de tener ciertas particularidades que podríamos llamar incluso coloniales", considera, como el hecho de localizar en Tenochtitlán un punto de inflexión en la historia mexicana, lo que olvida a muchas otras comunidades del territorio y repite un discurso nacional clásico.

"Como si la conquista hubiera sido un proceso terminado. Este proceso de conquista es muy distinto y muy diverso en el resto del país, en lo que actualmente conforma el territorio mexicano y en muchas comunidades, muchas poblaciones, jamás logró concretarse", recuerda el lingüista.

No es posible negar los aspectos positivos de remover la estatua de Cristóbal Colón del Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México y de resignificar espacios, considera Mendoza, pues asumirlo como fundamental en la conformación de la identidad de México invisibiliza muchos otros aspectos de los pueblos originarios.

Sin embargo, agrega, también es necesario problematizar etiquetas como la palabra indígena, pues en ocasiones funcionan para invisibilizar las diferencias entre comunidades originarias, en un proceso de ignorancia que se sigue desde el siglo XVI hasta el presente.

Ambigüedades en la política de resignificación

Mendoza alerta que aunque es importante abrir el debate sobre el proceso histórico mexicano desde la perspectiva indígena, hablar únicamente de su resistencia reviste el riesgo de fomentar una visión maniquea del proceso, pues se olvida que fueron numerosas las comunidades mesoamericanas que apoyaron el proyecto expansionista del Imperio español.

En cuanto a la eficacia de que el Gobierno federal busque la resignificación de episodios significativos del pasado mexicano, Mendoza pondera que se trata de una posición ambigua con aciertos e imprecisiones.

Como ejemplo, menciona que la petición de perdón que el presidente López Obrador rindió a la comunidad maya por la Guerra de Castas es fácil de articular desde el discurso antiporfirista de la llamada Cuarta Transformación; sin embargo, el acto soslaya que la polémica comunitaria ante el proyecto del Tren Maya continúa y es obvia.

"Hay una lucha por el territorio", apunta el académico, desde la comprensión mesoamericana del mismo, donde los habitantes son parte de él y no a la inversa. Así, las políticas del tren implican las de reactivación de conflictos indígenas y de expropiaciones desde el Estado.

Mendoza considera necesario consultar a las comunidades sobre el proceso y aumentar su participación, pues en principio parece que el proyecto no busca necesariamente su desarrollo, sino beneficiar al turismo nacional.

"Por una parte está este discurso que me parece que simbólicamente tiene un peso muy importante, pero en la práctica las políticas del Gobierno no necesariamente están haciendo segunda a estas necesidades de las comunidades", califica.

Esta situación, recuerda el universitario, se suma a las declaraciones del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de que el gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, está coludido con grupos paramilitares para acosar a los zapatistas en la entidad, ubicada en el sureste mexicano.

Entonces, las políticas de resignificación del espacio público deben acompañarse de la apertura de espacios para que las comunidades sean las que, en un ejercicio efectivo de su autonomía, administren sus recursos y tomen decisiones sobre estos y el territorio, considera Mendoza.

Además, evalúa el lingüista, el Estado mexicano debe reconocer de manera más eficaz su capacidad de incidir de manera activa en los movimientos de la federación.

"Su participación siempre ha sido limitada, desde el 94 [año del levantamiento zapatista] tenemos mucha más conciencia de esta limitación y mucha más conciencia de las propias demandas de las propias comunidades indígenas", apunta.

Mendoza estima que más que una maqueta del Templo Mayor en el Zócalo de la Ciudad de México, es necesario un programa integral de difusión y reflexión sobre el pasado del país que contemple la reescritura de los libros de historia de la educación básica.

"Justamente para poder ir resignificando es necesario conocer los propios avances que se han hecho en los últimos años" en la comprensión del mundo indígena, expresa el egresado de la UNAM.