La policía de Nueva York se declaró en huelga y bajaron los delitosEsta es la historia de cómo la policía de Nueva York se declaró en huelga y, para su sorpresa, el crimen cayó en toda la ciudad. Antes de empezar, conviene saber qué es la teoría de las ventanas rotas. En 1982 los sociólogos James Q. Wilson y George L. Kelling publicaron en The Atlantic una pieza donde se desarrollaba su hipótesis.
Según Willson y Kelling la sociedad podía interpretarse como un edificio con ventanas. Si alguien rompía una ventana, pero al día siguiente esta estaba reparada, todo iría bien. Pero si se dejaba sin reparar, pronto empezarían a romper más y más ventanas, hasta romperlas todas
Porque el hecho de dejar las ventanas sin reparar transmitía la sensación de abandono e impunidad, y a la gente le parece divertido romper ventanas así que, ¿por qué no? Para estos sociólogos, el paralelismo de las ventanas con el crimen en la sociedad era evidente.
Si la policía era "demasiado permisiva" y permitía que pequeñas ofensas tales como estacionar mal, cruzar la calle por donde no toca o arrojar papeles al suelo quedaran sin su correspondiente sanción, pronto las cosas se pondrían peor.
Como con las ventanas, los "criminales" se envalentonarían y cada vez habría más delitos, y cada vez más serios. La sociedad descendería en el caos y la anarquía. Pese a que esto es un ejemplo de libro de falacia de pendiente resbaladiza, el artículo tuvo amplia difusión y aceptación, y en la década de 1990 fue aceptado como dogma por el jefe de la policía de Nueva York, William Bratton, y por el alcalde Rudy Giuliani.
Así, la policía de la ciudad empezaría a adoptar lo que se conoce como "vigilancia proactiva" o, en otras palabras, política de tolerancia cero. Cualquier infracción, por pequeña que fuese, debía ser castigada con todo el peso de la ley, o estaríamos abocados al caos.
Pero en el invierno de 2014 el cuerpo de policía de Nueva York decidió ponerse en "huelga" de vigilancia proactiva; no perseguirían infracciones menores ni pondrían multas por cosas como aparcar mal o cruzar la calle por donde no es, dedicándose solo a los crímenes más serios.
Para sorpresa de los defensores de la teoría de las ventanas rotas, en las semanas que duró la huelga el crimen cayó en picado en la ciudad. No solo las infracciones, también los robos, asaltos y allanamientos.
En 2017 Sullivan y O'Keeffe publicaron en la revista Nature un análisis de las consecuencias de la huelga de vigilancia proactiva del NYPD y como socavaba los pilares de la teoría de las ventanas rotas:
https://www.nature.com/articles/s41562-017-0211-5
No sería la primera vez que una huelga de policías se saldaba con una bajada del crimen. En 1971 pasó algo parecido en Albuquerque, Nuevo Mexico:
Pero el caso de Nueva York fue particularmente notable, al tratarse de la mayor ciudad del país y uno de los cuerpos con mayor presupuesto.
Y es que la teoría de las ventanas rotas viene muy bien para dos cosas relacionadas entre sí: a) meter miedo y b) pedir fondos.
No es ningún secreto que, en las últimas décadas, la policía de EEUU se ha ido militarizando a marchas forzadas, adquiriendo equipos cada vez más blidados y armas cada vez más potentes.
La militarización de los cuerpos policiales cumple una doble función: primera, transmitir la sensación de estar en una suerte de "guerra" con los criminales (AKA los pobres), segunda, reciclar los excedentes de la industria militar del país.
Un negocio muy lucrativo para contratistas militares y otros mercaderes de la muerte, pero también para el propio cuerpo de policía. El presupuesto operativo del NYPD es de 5.600 millones de dólares anuales. Más que el gasto militar de algunos países como Austria o Grecia.
Y esto contando solo el presupuesto operativo, porque el presupuesto total del departamento es de 11.000 millones de dólares anuales:
https://cbcny.org/research/seven-facts-about-nypd-budget
Con estos datos en la mano se podría pensar que se debería replantear el papel de la policía en nuestra sociedad. Pero eso no ocurrirá, porque la policía nunca estuvo para proteger al pueblo, sino a los intereses de las élites y su propiedad privada.
Esta es la historia de cómo la policía de Nueva York se declaró en huelga y, para su sorpresa, el crimen cayó en toda la ciudad. Antes de empezar, conviene saber qué es la teoría de las ventanas rotas. En 1982 los sociólogos James Q. Wilson y George L. Kelling publicaron en The Atlantic una pieza donde se desarrollaba su hipótesis.
Según Willson y Kelling la sociedad podía interpretarse como un edificio con ventanas. Si alguien rompía una ventana, pero al día siguiente esta estaba reparada, todo iría bien. Pero si se dejaba sin reparar, pronto empezarían a romper más y más ventanas, hasta romperlas todas
Porque el hecho de dejar las ventanas sin reparar transmitía la sensación de abandono e impunidad, y a la gente le parece divertido romper ventanas así que, ¿por qué no? Para estos sociólogos, el paralelismo de las ventanas con el crimen en la sociedad era evidente.
Si la policía era "demasiado permisiva" y permitía que pequeñas ofensas tales como estacionar mal, cruzar la calle por donde no toca o arrojar papeles al suelo quedaran sin su correspondiente sanción, pronto las cosas se pondrían peor.
Como con las ventanas, los "criminales" se envalentonarían y cada vez habría más delitos, y cada vez más serios. La sociedad descendería en el caos y la anarquía. Pese a que esto es un ejemplo de libro de falacia de pendiente resbaladiza, el artículo tuvo amplia difusión y aceptación, y en la década de 1990 fue aceptado como dogma por el jefe de la policía de Nueva York, William Bratton, y por el alcalde Rudy Giuliani.
Así, la policía de la ciudad empezaría a adoptar lo que se conoce como "vigilancia proactiva" o, en otras palabras, política de tolerancia cero. Cualquier infracción, por pequeña que fuese, debía ser castigada con todo el peso de la ley, o estaríamos abocados al caos.
Pero en el invierno de 2014 el cuerpo de policía de Nueva York decidió ponerse en "huelga" de vigilancia proactiva; no perseguirían infracciones menores ni pondrían multas por cosas como aparcar mal o cruzar la calle por donde no es, dedicándose solo a los crímenes más serios.
Para sorpresa de los defensores de la teoría de las ventanas rotas, en las semanas que duró la huelga el crimen cayó en picado en la ciudad. No solo las infracciones, también los robos, asaltos y allanamientos.
En 2017 Sullivan y O'Keeffe publicaron en la revista Nature un análisis de las consecuencias de la huelga de vigilancia proactiva del NYPD y como socavaba los pilares de la teoría de las ventanas rotas:
https://www.nature.com/articles/s41562-017-0211-5
No sería la primera vez que una huelga de policías se saldaba con una bajada del crimen. En 1971 pasó algo parecido en Albuquerque, Nuevo Mexico:
Pero el caso de Nueva York fue particularmente notable, al tratarse de la mayor ciudad del país y uno de los cuerpos con mayor presupuesto.
Y es que la teoría de las ventanas rotas viene muy bien para dos cosas relacionadas entre sí: a) meter miedo y b) pedir fondos.
No es ningún secreto que, en las últimas décadas, la policía de EEUU se ha ido militarizando a marchas forzadas, adquiriendo equipos cada vez más blidados y armas cada vez más potentes.
La militarización de los cuerpos policiales cumple una doble función: primera, transmitir la sensación de estar en una suerte de "guerra" con los criminales (AKA los pobres), segunda, reciclar los excedentes de la industria militar del país.
Un negocio muy lucrativo para contratistas militares y otros mercaderes de la muerte, pero también para el propio cuerpo de policía. El presupuesto operativo del NYPD es de 5.600 millones de dólares anuales. Más que el gasto militar de algunos países como Austria o Grecia.
Y esto contando solo el presupuesto operativo, porque el presupuesto total del departamento es de 11.000 millones de dólares anuales:
https://cbcny.org/research/seven-facts-about-nypd-budget
Con estos datos en la mano se podría pensar que se debería replantear el papel de la policía en nuestra sociedad. Pero eso no ocurrirá, porque la policía nunca estuvo para proteger al pueblo, sino a los intereses de las élites y su propiedad privada.