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Demandan por $90 millones al cura Escobar Gaviria, condenado por abuso sexual

El cura Juan Diego Escobar Gaviria, condenado por abuso sexual y corrupción de menores en dos oportunidades, enfrenta un nuevo proceso judicial, esta vez en el fuero civil. Las víctimas iniciaron una demanda por un monto que superaría los 90 millones de pesos por daño psicológico.

El pasado 30 de diciembre se dio por finalizada la instancia de mediación en la cual no participaron ni el acusado ni la orden religiosa a la que aún pertenece. Fue condenado en noviembre del 2020 a 11 años de prisión de cumplimiento efectivo, por ser considerado "autor material y penalmente responsable del delito de promoción de la corrupción de menores agravada por su condición de guardador". Ya en 2017 había recibido 25 años por el mismo delito.

Cuando Santiago tenía 14 años, fue monaguillo en la parroquia San Lucas Evangelista, ubicada en su pueblo natal de Lucas González, a 133 km de la ciudad de Paraná. Allí, Escobar Gaviria cumplió tareas sacerdotales entre los años 2005 y 2016.

"Yo llegué como monaguillo porque me gustaba. Al principio, iba todo bien. Pero con el pasar de los meses ahí adentro empezaron a cambiar las cosas. Ya no era el Juan Diego que yo conocí. Tenía actitudes que eran diferentes. No era la persona seria que yo había conocido. Un día yo estaba jugando junto a otros chicos en el comedor y me llama Juan Diego. Me pide que lo acompañe a la pieza. Cuando entro, cierra la puerta con llave y me empieza a hablar", relató Santiago.

"En la pieza tenía una computadora donde preparaba la predicación de la misa de la tarde, así que nosotros íbamos y jugábamos en esa computadora. Pero ese día me empezó a tocar. No me gustó. Me levanté y me fui. Fui a la otra computadora, y no dije nada. No le conté a nadie. Fui como si nada. Después me empezó a hablar, a explicar con chamuyos lo que había pasado. Entonces, vinieron hechos más grave", contó también.

Según lo denunciado, los abusos fueron llevados a cabo en dependencias de la casa parroquial ocupada por el cura pero también cometió los delitos en viajes que realizaba con sus monaguillos con motivo de celebrar misas fuera de la localidad.

Hacer la denuncia "fue difícil", confió. "Pero son cosas que pasamos; hay que poner el pecho y hablar con la verdad", expresó con gran valentía. Romper con el silencio y la vergüenza que impone la cultura eclesiástica es una instancia aliviadora en el camino de justicia para las víctimas.

El caso

Al conocerse los hechos, la Iglesia desplegó los mecanismos de su modus operandi para encubrir a Gaviria. Los métodos varían pero aparecen en la mayoría de los casos de abuso sexual eclesiástico en todo el mundo, e incluyen traslados a otras provincias o países, retiros religiosos o acusaciones de planes macabros contra la Institución religiosa.

Cuando se dio a conocer la primera condena a Gaviria en 2017, el Arzobispado de Paraná emitió un comunicado sobre la situación dolorosa que atravesaba por las acciones de una de sus "ovejas descarriadas". "Rechazamos con energía este grave delito, y nos llenamos de vergüenza y de dolor cada vez que uno de nuestros sacerdotes es acusado de perpetrarlo (el abuso)". Sin mencionar a las víctimas en ningún párrafo, el anuncio finaliza pidiendo a "la misericordia de Dios, nos inspire para poder ser instrumentos de purificación y reconciliación en medio de las dificultades que hoy padecemos".

No obstante, no se ordenó realizar ninguna acción en concreto para condenar a Gaviria o para compensar a los sobrevivientes.

En 2018, otro de los suyos, el sacerdote Justo José Illaraz fue condenado a 25 años de prisión por abusar de siete jóvenes cuando se desempeñaba como preceptor en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo de Paraná entre los años 1984 y 1995. Un caso emblemático en la provincia ya que involucró a los últimos tres arzobispos paranaenses: Estanislao Karlic (1986-2003), Mario Maulión (2003-2010, fallecido este año) y el actual, Juan Alberto Puiggari.

Se sabe que Puiggari estaba al tanto de los abusos desde 1995, aunque las víctimas aseguran que desde tiempo antes. Por este caso se llegó a presentar una denuncia contra el Tribunal Eclesiástico Interdiocesano por "aprietes" a un querellante de Illaraz.

Otro momento que retrata la complacencia que la jerarquía eclesiástica sigue manteniendo hacia los curas abusadores es la visita que realizó Puiggari a Gaviria en el penal de Victoria, en enero de este año.