Petróleo

"El cuidado del medio ambiente y la promesa de desarrollo nunca se han hecho realidad"

Tras la aprobación de la explotación hidrocarburífera en las costas de Buenos Aires, se reabrió el debate sobre la contaminación ambiental y los efectos económicos de la actividad offshore. Brasil es un ejemplo ampliamente citado. Clara Junger, investigadora y activista de la Campaña Nem Um Poço a Mais, brindó un panorama sobre la situación de la explotación hidrocarburífera en el país vecino y los múltiples problemas que generó en la región a lo largo de los años.

En entrevista con ANRed, Junger recordó que Brasil explora petróleo en el mar desde finales de los años 60. Pero advierte que "con el presal en 2007, las cosas se han descontrolado por completo. Hoy hay más de 6.000 pozos perforados en la costa brasileña, un litoral totalmente destrozado por tantas subastas de petróleo. Sumando todos los bloques exploratorios concedidos en subastas, casi el 30% del océano brasileño (Zona Económica Exclusiva - ZEE) fue delimitado a las empresas petroleras, sin contar con las rutas de transporte de los barcos hasta la costa, y los muchos kilómetros de litoral que fueron interceptados para la construcción de la infraestructura necesaria para apoyar esta industria, como terminales industriales, astilleros, instalaciones de apoyo, puertos, estaciones de transbordo de carga, plataformas marítimas, oleoductos, refinerías y estaciones de almacenamiento".

Junger advierte que "Hay mucho más que la plataforma petrolífera que se encuentra en alta mar detrás de esta industria que, además de todo eso, también dialoga muy mal con las comunidades locales". Señala que en algunas zonas como Río de Janeiro, Espírito Santo, Bahía, Sergipe y Pernambuco, los pescadores han recibido amenazas de muerte de las empresas. Como sucede en Argentina y otros países de la región, buscan expulsarlos de sus territorios ancestrales: "Para resumir esta experiencia, podemos decir que es mayoritariamente abusiva y conflictiva. La relación con las personas locales comienza ya con los técnicos y especialistas situándose en una posición de superioridad y recurriendo a menudo a la violencia cuando no consiguen las cosas como imaginaban".

El lado social de la explotación: desempleo, expansión demográfica y enfermedades mentales

Junger apunta también contra las consecuencias sociales de este tipo de explotación. "Ciudades como Macaé y Campos dos Goytacases, en Río de Janeiro, sufrieron un gran impacto debido a la exploración de petróleo en la Cuenca de Campos, las ciudades recibieron una expansión demográfica para la que no estaban preparadas y las comunidades que allí vivían se encontraron aisladas por un gran distrito industrial, como la construcción del Puerto de Açu. Los ingresos fiscales no se trasladaron a la población que sufre un sistema educativo y sanitario que no atiende a todos los residentes, que ahora tienen que convivir también con el narcotráfico y la prostitución en una zona en la que antes se podía vivir tranquilamente. La promesa de creación de empleo tampoco se ha cumplido, ya que las empresas suelen traer mano de obra cualificada de otras ciudades más grandes", detalla.

Por otra parte, critica los efectos devastadores del trabajo "embarcado" (15 días de trabajo en la plataforma y 15 días en la casa), ya que está asociado a altos índices de enfermedades mentales como la depresión e incluso el suicidio.

Contaminación ambiental

"Creo que es más fácil decir dónde no ha habido un problema ambiental", confiesa Junger. "Por citar algunos más grandes y recientes, en 2019, todo el litoral de la región nordeste de Brasil se vio sorprendido por la llegada de 5.000 toneladas de petróleo a las playas, provocadas por un vertido criminal que hasta hoy no tiene culpables ni indemnizó a los afectados. Pero Brasil colecciona explosiones de barcos, como la del Paraná que ha vertido 5.000 toneladas en Paranaguá, lo de las 588 toneladas vertidas por Chevron en la cuenca de Campos, 1,3 toneladas en la Bahía de Guanabara, la lista es larga".

A pesar de las promesas de las empresas en materia de cuidado del ambiente y sustentabilidad, Junger calcula que en los últimos 43 años se han vertido al mar más de 2,2 litros de petróleo al día. "Es imposible que se cumplan las previsiones porque los accidentes no están previstos y causan grandes daños".

"Aparte de eso, dentro del margen de funcionamiento regular de estas actividades, hay una serie de cosas que no deberían considerarse regulares, como la fuga de los peces y otros animales marinos a causa de las prospecciones sísmicas para la perforación de pozos, el tránsito de grandes buques que aumenta y agrava enormemente la contaminación acústica marina con graves consecuencias para la pesca y los constantes pequeños vertidos de petróleo en los buques de abastecimiento y transporte por oleoducto", añade.

Recuerda que la exploración en mar repercute de igual manera en la infraestructura terrestre, ya que debe construirse "una red de oleoductos, puertos, astilleros, terminales industriales, instalaciones de apoyo, estaciones de transbordo de carga, plataformas marítimas, refinerías, estaciones de almacenamiento etc. que ocupan kilómetros y kilómetros de costas e comunidades que antes vivían de la pesca, agricultura o del turismo".

"Los pescadores artesanales de Brasil son perseguidos por Petrobras y tantas otras empresas petroleras en muchas regiones", destaca la investigadora. "La zona de la Bahía de Guanabara en Río de Janeiro y la Bahía de Todos los Santos en Bahía presenta una situación muy violenta, bien por la resistencia de los pescadores que no quieren abandonar su territorio, pero sí mantener sus formas de vida, bien porque los pescadores son grandes testigos de las violaciones que estas empresas cometen regularmente. Ellos son una de las categorías más afectadas, ven su territorio marino destrozado por zonas a las que ya no pueden acceder, a menudo se despiertan con un océano lleno de manchas de petróleo procedentes de pequeñas y constantes fugas en el suministro o el lavado de las bodegas de los barcos, roturas de oleoductos, etc".

"Tanto el cuidado del medio ambiente como las promesas de desarrollo en Brasil por las petroleras nunca se han hecho realidad", resume, a modo de espejo de lo que podría suceder en la Argentina en los próximos años.