Opinión

El marginal: morbo e hipocresía social al palo

"El problema es que la serie El Marginal, como producto comercial-cultural masivo, es formadora de opinión y la misma expone un falso realismo que abona un sentido común racista y etnocéntrico", escribe Alberto Sarlo, fundador de la Editorial Cartonera Cuenteros, verseros y poetas. La editorial funciona en el Pabellón N°4 U. 23 de Florencio Varela, y edita libros infantiles sobre diversos temas, muchos de los cuales exponen las problemáticas comunes al interior de las cárceles.

Por Alberto Sarlo

Llevó más de 12 años alfabetizando, enseñando filosofía, literatura y boxeo dentro de un pabellón de población del Complejo Carcelario más sanguinario y hacinado del país como lo es el Complejo Florencio Varela. Mi experiencia docente no la realizo dentro de la Escuela de la prisión, sino que se produce dentro del pabellón de población. y sin presencia de ningún personal penitenciario. Un Pabellón de Población en la jerga carcelaria y para la visión clasista de nuestras autoridades, es lo más bajo entre los detenides, el descarte del descarte. Allí es donde, sin aceptar dinero ni donaciones de nadie, más de 1000 alumnos ex analfabetos han logrado leer a Borges, a Shakespeare, a Derrida, a Platón, a Nietzsche o a Kant, para luego publicar más de 32 mil libros que hemos regalado en el conurbano bonaerense. En esos 12 años fui partícipe o testigo directo de discusiones, peleas, motines, negociaciones, huelgas y muertes. Más de 15 compañeros/alumnos/docentes que han pasado por el Pabellón 4 han sido asesinados por el Estado Provincial en lo que llevo de militancia. Por todas esas razones es que creo que algo de conocimiento directo tengo sobre los centros de detención.

En estos momentos, los medios de comunicación de todo el abanico mediático - progres, conservadores, fachos o Nac&Pop-, están promocionando a cuatro vientos la cuarta temporada de la serie EL MARGINAL, serie que gira en base a las aventuras y desventuras de un grupo de presos, de penitenciarios, de funcionarios malvados y de "hombres de trabajo", en relación al mundo de la cárcel (léase cárcel como eufemismo de lo que yo llamo "centro de tortura"). Críticos, cinéfilos y artistas parecen coincidir unánimemente en la excelencia de este producto comercial que puede verse en la actualidad en Netflix, una empresa de plataforma de streaming que posee un valor de mercado cercana a los 300 mil millones de dólares (cotización aún más alta que la de Walt Disney Company).

Más allá del talento de muchos actores que realmente demuestran sobradas dotes profesionales, es llamativo el escaso análisis integral que se ha hecho sobre dicha serie que posee una producción millonaria la cual pretende alcanzar un alto grado de realismo, con imágenes de alto impacto en materia de escenas de violencia explícita. La primera temporada de EL MARGINAL se estrenó en 2016 con ratings altísimos y repercusiones mediáticas similares a las de la actualidad. Desde dicha fecha a la actualidad han muerto más de 2000 preses en las cárceles argentinas, fruto del hacinamiento, la violencia institucional y las torturas estatales. En ese período de tiempo se han realizado más de 200 mil denuncias por tortura institucional, sin resultado alguno. Tan sólo en el año 2020 se han relevado más de 34.500 casos concretos de tortura y han muerto 178 preses en los centros de tortura bonaerenses (en la provincia de Buenos Aires muere un preso cada dos días - informe CPM 2021).

En base a lo expuesto, mi rechazo intelectivo hacia la serie no gira en negar la muerte y la violencia, ya que mi voluntad está dedicada casi exclusivamente a denunciar la misma desde hace más de una década. Mi crítica pasa porque precisamente la serie en vez de conjurar la tortura, la muerte y la corrupción, las realza al compactarla en una lata comercial inverosímil, donde, sin matices ni gradaciones, nos bombardea con metralla formada por prejuicios sociales, lugares comunes y pesadillas colectivas.

Tres preguntas preliminares se me hacen insoslayables ¿A alguien le importa saber que la serie El Marginal nada tiene que ver con lo que pasa en los centros de tortura? ¿A alguien le importa saber que la serie El Marginal jamás puso en debate ni promovió el cese de las torturas diarias que se cometen en las cárceles? ¿A alguien le importa saber que ninguno de los directores o figuras estelares de dicha serie jamás se solidarizó con ninguna de los centenares de miles de víctimas de la violencia penitenciaria?

Los tres interrogantes pueden ser contestados en una única respuesta: Un producto industrial, comercial y/o artístico no tiene por qué tener vínculo alguno con los derechos humanos y/o no tiene por qué ayudar a quienes pretendemos reivindicar derechos y evitar un genocidio por goteo. Una serie de ficción, es un suceso inventado, lúdico, pasatista, no tiene que ser un documento de la realidad. Estoy de acuerdo con eso. Esta respuesta es clara y no deja de resaltar algo evidente: Los personajes ficcionalizados de dicho producto comercial no tienen por qué promover valor emancipatorio alguno, por más dura que la realidad sea y por más realista que dicho producto se promocione. Dicha respuesta es sintética, pragmática y racional, y yo la acepto porque no radica allí mi profundo rechazo hacia la saga.

El problema es que la serie El Marginal, como producto comercial-cultural masivo, es formadora de opinión y la misma expone un falso realismo que abona un sentido común racista y etnocéntrico. Hay una voluntad artística y política a la hora de describir, sin sutilezas y con clichés de nula inteligencia a los presos y sus familias como si fueran monstruos aborrecibles. El sueño de la razón produce monstruos y la razón de ser de El Marginal es vender un único producto industrial: El morbo.

El mix de personajes estereotipados e hiperrealistas (oxímoron propio del sueño de guionistas y directores blancos, burgueseses e ilustrados), siempre gira en torno a sangre, violación, erotismo, violación, sexo, violación, muerte, violación, ambición, violación, intriga, violación, violencia, violación y puedo seguir. Esos tópicos son propios de gente que ignora todo lo que nos pasa a los que conocemos en serio la cárcel y son el resultado de la visión clasista y racista de guionistas, productores y directores palermitanos, blancos y conchetos que necesitan sacar un éxito comercial con excedencias que cotizan y se pagan en dólares (perdón por la repetición de conceptos y perdón por el cliché en que he incurrido..., los prejuicios duelen y no soy inmune a ellos ¿vio?).

Nadie tiene que darle voz a los sin voz. Los negros, los marrones, los chorros, los nadie, tienen su propia voz. No los interpreten, no los narren. Y si quieren narrarlos, por favor no los describan como un producto comercial morboso y despreciable.