Patagonia

Comodoro cumple 121 años huérfana de YPF: una empresa "estatal" que nos mira desde Puerto Madero

Comodoro Rivadavia festeja los 121 años de su fundación en pleno intento de reconversión productiva y en un esfuerzo por dejar atrás períodos de postergación y crisis económica junto a la pandemia. Sin embargo, se hace evidente que desde hace al menos dos décadas la principal empresa/industria que la vio desarrollarse y crecer ha dejado un lugar vacante en el futuro de la ciudad. Tras la privatización y la ausencia del Estado como premisa neoliberal instalada desde 1992, YPF dejó de ser el sello con que Comodoro podía apuntar hacia el porvenir y quedó en manos del mercado. La empresa "recuperada" por el Estado cada vez invierte menos en los yacimientos chubutenses y le apunta a Vaca Muerta como prioridad. Además, también perfora menos, lo que deja a cientos de trabajadores sin lugar y abre la puerta de un fuerte conflicto con el gremio petrolero que lidera Jorge Ávila. El idilio entre Comodoro e YPF se rompió con el menemismo y la brecha se profundiza todavía más hoy en día. La cuna del petróleo quedó huérfana de la mayor compañía estatal creada en la Argentina. Desde 2010 todo fue en declive, con baja de equipos perforadores y reducción de la cantidad de trabajadores necesarios para generar más metros perforados.

Casi nada queda de aquella historia de amor que construyeron Comodoro Rivadavia e YPF desde 1922, cuando se fundó la petrolera estatal de la mano de Enrique Mosconi. Fueron 70 años de un vínculo estrecho que sirvió como plataforma de desarrollo, crecimiento y perspectiva de futuro.

Apenas 21 años después de la fundación de Comodoro, arrancó Yacimientos Petrolíferos Fiscales -creada un 3 de junio de 1922- como la principal herramienta desarrolladora de la extracción petrolera en el país; pero también como piedra basal de una perspectiva de crecimiento conjunto y a la par.

Hoy YPF y Comodoro no solamente están divorciadas, sino que además la petrolera está prácticamente ausente de una realidad productiva primordial para la ciudad y la región sur de Chubut.

De ser el epicentro productivo y desarrollador de obras, infraestructura y tejido social, desde la privatización de YPF en 1992 Comodoro quedó huérfana y guacha. El peronismo menemista pulverizó ese vínculo y la petrolera pasó a ser Sociedad Anónima, para luego -desde 1998- terminar cayendo bajo las garras de la española Repsol.

Ya sin un Estado que dirija y planifique, no solamente para la ciudad sino para todo el país, YPF quedó en manos del mercado a cambio de un puñado de dólares para las provincias que se terminaron esfumando sin que se transformaran en alguna mejora sustancial. De destilerías u obras de gran porte, ni hablar.

Como muestra vale el ejemplo de lo que sucede con la falta de agua en Comodoro Rivadavia, que 121 años después de su fundación sigue irresuelto y cada vez más se profundiza más la problemática del abastecimiento del agua.

Responsabilizar exclusivamente al menemismo de la privatización de YPF o a los españoles por el desempeño de Repsol sería completamente injusto y no alcanzaría para explicar lo sucedido con la petrolera en los últimos 30 años.

La ausencia social y empresaria actual de YPF es patrimonio de toda la clase política dirigente que fue ocupando cargos en el Ejecutivo nacional y en el provincial, inclusive también en ciertos períodos desde el Ejecutivo municipal. YPF se divorció de Comodoro en los años ´90, pero los intentos de recuperación posterior tampoco dieron frutos que posibilitaran crear un imaginario de futuro.

La rentabilidad y las prioridades de negocios dominan las decisiones tomadas en las oficinas de la Torre YPF del imponente barrio de Puerto Madero. Eso hace que la cuna del petróleo no esté entre los bosquejos de crecimiento y desarrollo de esta YPF actual, pero tampoco de las anteriores; al menos desde hace 30 años.

El problema, para muchos dirigentes del oficialismo y la oposición, es que ahora ya no están el menemismo ni los españoles para echarles la culpa. Hoy es el Estado nacional -

y con representación de los Estados provinciales- el accionista mayoritario de una compañía a quien poco le importa la actualidad y el futuro de Comodoro.

Fracaso de la "argentinización"

En el año 2012 y cuando se cumplían los 90 años de la creación de YPF el kirchnerismo expropió Repsol para quedarse con el control del 51% de las acciones de la petrolera privatizada.

Ese fue el último punto de inflexión que se desperdició para cambiar el curso de la historia y convertir a la compañía en manos privadas y extranjeras en una verdadera empresa de bandera nacional y estatal.

Las expectativas fueron muchas hace una década y hasta se mostró una efervescencia anti privatista que se fue diluyendo al poco tiempo. Atrás quedaron los intentos de la argentinización a través de los socios nacionales del Grupo Petersen y también las esperanzas de que YPF vuelva a ser un faro contra las privatizaciones y la reconstrucción de una empresa estatal federal.

La "nueva" YPF estatizada parcialmente no cambió sustancialmente su mecanismo de funcionamiento y siguió desarrollando el esquema de decisiones como lo venían haciendo la Sociedad Anónima menemista o la patronal de los españoles.

El gobierno puso el centro en los hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta para aminorar las importaciones de gas natural licuado, abrió de par en par las puertas al desembarco del empresariado petrolero privado en los yacimientos neuquinos, implementó un festival de subsidios estatales a las multinacionales y hasta firmó con Chevrón un acuerdo "secreto" para la explotación de esos recursos naturales.

El macrismo continuó y profundizó ese proceso, mientras que el albertismo no da ninguna muestra de modificar esa lógica.

En ese marco, Comodoro cada vez quedó más lejos de los planes de desarrollo de YPF. Incluso hace apenas dos años amagó con llevarse de la capital nacional del petróleo las oficinas centrales de la compañía, localizadas en Kilómetro 3 y fundadas en 1929, en la Cuenca del Golfo San Jorge.

La infame decisión recibió tamaño repudio y cuestionamiento que el Directorio de la empresa debió recular y negar todo tipo de traslado de las oficinas hacia el norte santacruceño.

Ver el artículo: www.elextremosur.com/nota/25178

Desde mayo del 2012 -cuando se aprobó el proyecto de "soberanía hidrocarburífera de la República Argentina"- YPF no recuperó íntegramente la enorme renta petrolera -ni la propia ni la del conjunto del sector- y además se transformó en un actor privado más que se desempeña con la misma lógica que el resto de los actores petroleros. Eso ocurre tanto en el terreno de las inversiones como en el productivo, y también en el proceso de flexibilización de los Convenios Colectivos y los aumentos constantes en los precios de los combustibles -dentro de los cuales la Patagonia perdió toda ventaja comparativa-.

Diez años más tarde, el modelo de empresa instrumentado por el kirchnerismo terminó siendo un fracaso. Si se consideran los millones que se le pagaron a Repsol -13.437 millones de euros- y los juicios que aún persisten en Nueva York por haberse quedado con el 51% de las acciones de la compañía, el resultado no admite juicios positivos.

Para colmo, los males se multiplican en la actualidad. Tras el peor momento de la pandemia, los precios de los commodities -incluido el gas, el petróleo y la energía en general- se dispararon. Todo se complejiza aún más con el sonar de los tambores de guerra en Europa con el conflicto desatado entre Ucrania, Rusia y la OTAN.

El sueño desagrietado de Vaca Muerta como prioridad

Más allá de pequeñas remontadas en ciertos niveles de producción en Chubut, YPF se transformó en el principal ariete para abrir los negocios petroleros en Vaca Muerta y hacia allí direccionó casi todas sus prioridades.

El sueño kirchnerista de lograr el autoabastecimiento de gas gracias a uno de los mayores yacimientos no convencionales del mundo también se tradujo en la prioridad del macrismo y ahora del albertismo. En esa porción neuquina de la Patagonia la tan intransigente grieta se esfumó.

La quimera de hacer funcionar Vaca Muerta para reducir las importaciones de gas y así comprimir el uso de dólares hasta el momento se evidenció como inconsistente.

Una lluvia de subsidios a la producción no convencional salió desde las arcas del Estado nacional para el empresariado privado petrolero, tanto en tiempos del peronismo como del macrismo -incrementados exponencialmente durante la faceta neoliberal de Cambiemos, pero pagados religiosamente en tiempos del kirchnerismo-.

Sin embargo, Vaca Muerta nunca arrancó al ritmo que hubiese sido necesario para avanzar hacia el autoabastecimiento y la exportación de gas patagónico a través de barcos que partirían desde Bahía Blanca. La fantasía del emirato patagónico se fue diluyendo con el correr del tiempo.

Las oscilaciones del precio del crudo internacional y la carencia de infraestructura para transportar lo producido demoraron ya diez años el sueño de Vaca Muerta. Ahora se lo intenta reflotar con los anuncios de gasoductos troncales de importancia pero que deberán construirse con fondos estatales. Todo eso en medio de un acuerdo con el FMI que indefectiblemente ajustará las inversiones en obras públicas.

El desplazamiento de las inversiones de YPF hacia Vaca Muerta resulta absolutamente evidente, y terminó perjudicando claramente a Comodoro Rivadavia junto a los yacimientos chubutenses y santacruceños de la Cuenca del Golfo San Jorge.

En el año 2012 la inversión de YPF destinada a Vaca Muerta fue 77% mayor de la que direccionó hacia Chubut. Para los no convencionales neuquinos se invirtieron 500 millones de dólares y a los convencionales chubutenses le correspondieron 283 millones.

Ese proceso se fue profundizando año a año y alcanzó su pico de mayor expresión y desigualdad en las inversiones que se habían anunciado para 2021. Para Chubut YPF proyectó invertir 138 millones de dólares frente a los 1.629 millones que direccionó a Vaca Muerta, lo que refleja una diferencia de 1.126%.

En 2020 y con el impacto de la pandemia las inversiones petroleras se achicaron considerablemente, con una retracción de casi 60%; y tanto Chubut como Comodoro se llevaron la peor parte.

De los 219 millones de dólares invertidos en 2019 se bajó a solamente 102 millones, mientras que Vaca Muerta decreció de 1.848 millones a 748 millones de dólares.

Cuando se repotenciaron los planes de inversión, la beneficiaria fue claramente Vaca Muerta; ya que el aumento de lo anunciado por YPF fue de 126% y para Chubut solamente del 35%.

En base a esos datos de inversiones los niveles de producción de gas nacional solamente aumentaron 2,6% entre 2012 y el 2021; mientras que específicamente en Neuquén el incremento fue de 35,3%.

Si bien los gastos del Estado nacional para comprar gas en el extranjero se redujeron a la mitad en los últimos diez años, bajando de 4.697 millones de dólares en 2012 a los 2.133 millones en 2021; no menos cierto es que la crisis económica desatada desde 2016 en adelante achicó la necesidad de importaciones. Luego llegaría la pandemia con su profundización del proceso crítico por el que atraviesa el país.

Ni el fantasma de YPF recorre Comodoro

La disociación de YPF con la cuna del petróleo se fue profundizando en poco más de diez años y en la actualidad transita uno de sus peores momentos históricos. La petrolera de mayoría accionaria estatal mantiene los niveles productivos, pero perforando cada vez menos en los yacimientos chubutenses.

Durante 2010 YPF perforó en la provincia 338 mil metros anuales para la producción de crudo Escalante y extraía en paralelo 11,3 millones de barriles.

Ese fue el punto más elevado en diez años en cantidad de metros perforados por YPF. De ahí en más todo fue en declive, baja de equipos perforadores y reducción de la cantidad de trabajadores necesarios para generar más metros perforados.

En 2013, un año después de la expropiación de Repsol, YPF tuvo su último nivel relativamente elevado en las perforaciones para la producción en Chubut y llegó a los 268 mil metros anuales. De todos modos, quedaban muy por debajo de los niveles del 2010.

Para 2016 ese tipo de perforaciones ya se habían achicado a menos de la mitad, registrándose apenas 120 mil metros perforados; continuando con el decrecimiento durante los años 2017 y 2018.

La leve recuperación de los metros perforados por YPF en Chubut durante 2019, con 133 mil metros, fue sólo el último atisbo de remontada. La pandemia derrumbó a su mínimo histórico las perforaciones. En 2021 la recuperación fue muy poco significativa y se profundizaron los problemas laborales actuales.

Durante los últimos cuatro años la producción petrolera de YPF en la provincia rondó entre los 12,7 y los 13 millones de barriles de crudo Escalante; niveles que han mostrado un estancamiento.

Los que podrían parecer datos contradictorios -YPF reduce sus perforaciones, pero al mismo tiempo incrementa la cantidad de barriles extraídos- no es realmente así en la práctica.

Sucede que la compañía opta por perforar menos y utilizar agua y polímeros para aumentar la producción de crudo a través de los mecanismos de la explotación secundaria y terciaria de petróleo. Por eso decrecen los metros perforados y en paralelo aumentan los barriles producidos.

Hoy en día esa es una de las claves por las que se encuentra empantanada la negociación paritaria entre los gremios y las empresas. Muchos obreros se quedaron fuera del esquema laboral o no suben a perforar en los yacimientos -cobrando salarios semi básicos y sin horas de viaje o viandas- como consecuencia de que esencialmente YPF y otras compañías perforan menos en la ciudad, la provincia y casi toda la Cuenca.

En el año del centenario de YPF, la petrolera con mayoría accionaria estatal refleja claramente su estructura productiva basada en las leyes del mercado y en paralelo deja expuesta la fractura social y política con Comodoro Rivadavia a 121 años de fundación, dejando huérfana a la ciudad que la vio nacer y la cobijó hace más de un siglo.