Política

Tragedia educativa: la crisis docente sigue sin salida, devora más ministros y acentúa el macartismo estatal

En menos de tres años Chubut está a punto de cambiar por sexta vez al titular de la cartera educativa. El renovado y casi constante conflicto con los gremios del sector, el cierre de escuelas en el interior provincial y la endeblez de los funcionarios designados sucesivamente chocan con la ausencia de una política educativa sólida que plantee algo más que una escuálida administración de recursos. La lucha docente por la recuperación salarial continúa en la provincia y Arcioni daría el adiós a la intrascendente ministra Perata antes que dar explicaciones en la Legislatura. La crisis educativa parece no tener fin en una provincia golpeada desde hace años. "Hemos visto a muchos intendentes aplaudiendo a Arcioni cuando sabemos que las políticas educativas han sido muy malas en todo su mandato", dijo Daniel Murphy, secretario general de ATECh.

Cuando arranque la semana el gobernador Mariano Arcioni anunciaría el adiós de Florencia Perata del Ministerio de Educación chubutense. El señalado para suceder a la docente de la Cordillera sería el licenciado Mauro Carrasco, aunque el mandatario se ocupó de desmentir cambios en las últimas horas. Es un gesto más de debilidad política dentro de la crisis que atraviesa la actual gestión provincial. El fusible ministerial saltaría nuevamente y ya no es novedoso, ya que en 36 meses la crisis docente deglutió a cinco titulares de la cartera educativa.

El paro persistente de la ATECh, único de los cuatro gremios estatales que mantiene firme el conflicto con el gobierno, sería una de las principales causales de la eyección de Perata. Sin embargo, hay problemas mucho más profundos que revelan una debilidad extrema por parte del Ejecutivo en el sector de la Educación y las enormes flaquezas que tiene el sistema.

Desde la renuncia "forzada" de Graciela Cigudosa -ahora diputada provincial, pero con causas judiciales pendientes por corrupción- que ocurrió en abril de 2019 fueron constantes los reemplazos de funcionarios en el área. A este ritmo, cada ciclo lectivo devoró en promedio dos ministros.

Cigudosa fue la segunda ministra de Educación del gobierno de Arcioni, ya que reemplazó en enero de 2018 a Gustavo Castán. Fue quien más tiempo estuvo en el cargo y su gestión se extendió por 16 meses. Renunció en abril de 2019 completamente jaqueada por el conflicto docente y serias denuncias de irregularidades a la hora de adjudicar obras en escuelas de Chubut.

Detrás de Cigudosa llegaron Paulo Casutti, Leonardo De Bella, Andrés Meiszner. La última ministra es por ahora Florencia Perata, quien ocupa el cargo desde mediados de 2020.

A finales de la semana comenzó a circular fuertemente la posibilidad de que Perata sea reemplazada en su cargo y asuma en su cargo el actual secretario de Ciencia y Tecnología, Mauro Carrasco -licenciado en Ciencias Biológicas y profesor en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco-. De confirmarse, sería el sexto "castigado" en cuatro años.

Con escasa capacidad de negociación y margen de maniobra, Perata está contra las cuerdas porque nuevamente el ciclo lectivo en Chubut arrancó con conflictos. Ante la extensión del mismo los ecos de la crisis política llegaron a la Legislatura, donde fue citada para ilustrar a los diputados provinciales y responder los diferentes pedidos de informes elevados al Ejecutivo.

Quien esté a cargo del ministerio el próximo 30 de marzo debería hacerse presente en la Cámara de Diputados para explicar los motivos del conflicto y la incapacidad para resolverlo desde mucho antes del inicio de las clases. También debería explicar los motivos que propiciaron el cierre de establecimientos educativos en el interior provincial, tal como sucedió con el resonante caso de la escuela de Piedra Parada que finalmente fue dejado sin efecto ante la presión popular.

La semana próxima se iniciará con la continuidad de los tironeos entre el gobierno y la ATECh en una puja salarial que el Ejecutivo dio por cerrada en el marco de las paritarias. No obstante, el mayor sindicato docente de la provincia sigue impulsando una recomposición salarial que posibilite recuperar lo perdido en dos años sin aumentos.

"Cumplimos el objetivo para este paro, que es comprometer a los funcionarios a expresarse a favor o en contra, aunque son bastante renuentes. En los últimos tiempos hemos visto a muchos intendentes aplaudiendo a Arcioni cuando sabemos que las políticas educativas han sido muy malas en todo su mandato", aseveró Daniel Murphy, secretario general de la ATECh.

"Perata es ciega y sorda"

Tras reconocer que el último paro tuvo más acatamiento en las escuelas del Valle que en las de Comodoro Rivadavia, se refirió al posible reemplazo de Perata señalando a La Cien Punto Uno que "Se tendría que concretar. Es ciega y sorda (pero) no creo que un cambio de ministro de por sí signifique un cambio en la política educativa. Hemos tenido varios cambios y no ha sido mejor. Esperemos que, si bien no viene del sistema educativo, tenga un equipo que sepa cómo funcionan las escuelas. Que no sea borrón y cuenta nueva y haya un respeto a los derechos laborales".

Las medidas de fuerza del gremio tuvieron dispar acatamiento en las diferentes ciudades de la provincia. El primer paro del 7 de marzo fue mucho más importante y el del pasado 17 disminuyó en su acatamiento, quizás por los anuncios sobre la aplicación de descuentos en cada día de paro. Sin embargo, no descartan nuevos paros de avanzarse en acuerdos inconclusos.

Con cada vez menos margen para que se cumplan los 190 días mínimos de clases en Chubut y tras dos años de pandemia más otros dos años de conflictos constantes, la educación de la provincia se muestra raquítica en contenidos, débil en contención social y escuálida en infraestructura.

La Iglesia pone el dedo en la llaga

El durísimo comunicado de la Iglesia dejó al descubierto una realidad que estudiantes, padres, docentes y funcionarios -con obvios y diferentes niveles de responsabilidad-conocen a la perfección, pero que resulta aún más doloroso cuando aparece en los medios de comunicación.

Catalogando la realidad de Chubut como una "tragedia educativa", los obispos expresaron que "Creemos que si en todo el país una de las consecuencias invisibles de la pandemia ha sido el deterioro en la educación de nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes, en nuestra provincia del Chubut es una verdadera tragedia. Hace ya cuatro años -o más- que todas esas franjas no tienen un año completo de clases presenciales".

Lo peor es que existen "Niños en los últimos años del nivel primario que no saben tomar un lápiz. No sólo no comprenden consignas, sino que tienen una seria dificultad para leer y escribir; no entienden cómo hacer las operaciones básicas de la matemática. Los docentes saben que estamos ante una generación de semianalfabetos y analfabetos".

"Necesitamos un pacto que involucre a todas las partes: Gobierno, Sindicatos, docentes y padres para tener un año normal. Los maestros tienen razón en su reclamo, pero se están dando cuenta de que los paros no solucionan nada. Solo les están arruinando la vida a los chicos", expresó el obispo auxiliar monseñor Roberto Álvarez.

Si bien el relato es tan crudo como triste, no menos cierto es que responsabilizar exclusivamente o mayoritariamente a los docentes por la situación educativa es cuanto menos una postura extremadamente parcial".

Pérdidas salariales

La pérdida salarial de los trabajadores de la educación fue tremenda durante los dos años de pandemia y ahora no consigue recuperar lo perdido con los aumentos anunciados de manera unilateral; pero además nadie puede olvidar la tremenda crisis suscitada en 2019 cuando las escuelas se caían a pedazos y cerraban porque no podían funcionar.

Las soluciones no están en manos de los docentes, de los gremios o de los mismos padres organizados que reclaman que haya dictado de clases; sino esencialmente en manos de un gobierno que terminará cambiando seis ministros en tres años y que en el mejor de los casos administra los raquíticos recursos para apenas se cumpla con el ciclo lectivo.

El problema educativo en Chubut es mucho más profundo que un paro o una escuela sin calefacción o con los techos derruidos, claro que sin eso solucionado nada es posible que funcione; pero a la provincia le falta una política educativa seria y profunda que avance hacia una mejor calidad pedagógica, formativa e inclusiva, pero no es sólo la problemática de Chubut sino también del conjunto del país.

Culpar a los docentes y a los sindicatos es una forma extremadamente macartista de describir la realidad y buscar culpables que cumplan el papel de chivos expiatorios. Para problemas graves se necesitan soluciones profundas y de fondo, algo que por ahora no aparece en el horizonte educativo chubutense.