Cultura

Raymundo Gleyzer, un cineasta extraordinario y su película sobre Malvinas en 1966

Fragmento de "Compañero Raymundo", de Juana Sapire

Cynthia Sabat (Ed. Revista y Editorial Sudestada)

La película puede verse en Octubre TV gratis y restaurada, con solo registrarse. Disponible solo para Argentina. Link https://octubretv.com/videos/retrospectiva-raymundo-gleyzer/nuestras-islas-malvinas/

De todas sus notas periodísticas la que más repercusión tuvo fue Nuestras Islas Malvinas, realizada para Telenoche en 1966. La idea de viajar a las islas -donde aún ningún periodista argentino había desembarcado- para mostrar la realidad de la vida de los kelpers, era algo que lo entusiasmaba mucho. Después de varios meses de trámites diplomáticos, la reina de Inglaterra otorgó un solo permiso para viajar a las "Falkland Islands". Raymundo se cargó en los hombros dos cámaras de fotos (una con rollo blanco y negro y otra con rollo color), la cámara Bolex y un grabador Uher 1000 que le presté. Partió hacia Montevideo, y de ahí viajó cuatro días en barco hasta las islas. Registró imágenes durante el viaje y en el momento en que llegó a Puerto Stanley. Fue muy bien recibido por los isleños porque, a pesar de ser un argentino, llegó con una actitud respetuosa y cálida, para convivir y observar las costumbres. Los kelpers viven en una tierra donde no crece la vegetación; donde el frío y el viento golpean sin descanso, día y noche. El intenso frío de las Malvinas le hizo mal. Él tenía dos úlceras. Fui a recibirlo a Montevideo cuando llegó en un avión militar. Se lo veía cansadísimo y algo débil, porque debería haberse cuidado con las comidas, pero esas cuestiones quedaban para él en un segundo plano. Su pasión era muy intensa: apenas llegó se repuso y se dedicó a armar la nota. Me contaba anécdotas de cada uno de los personajes que había conocido en su estadía, que fue de alrededor de un mes. Nuestras Islas Malvinas pegó fuerte en la opinión pública porque eran imágenes nunca vistas. "Hacía 31 años que no nevaba como el día en que llegó Telenoche", cuenta entusiasmada la voz en off. Raymundo escribió ese texto de presentación.

Nuestras Islas Malvinas es un film de 30 minutos en blanco y negro que fue televisado con gran repercusión y fue elegido como el Impacto Periodístico del Año (1966). Raymundo hizo alrededor de doscientas notas para Telenoche, pero esta fue especial por su significado y por la experiencia que recogió en ese viaje. El guión da cuenta de la exhaustiva investigación que había llevado a cabo en las islas, en la que averiguó tanto datos estadísticos como información clave para conocer la cultura del lugar. Raymundo encaró un estudio sociológico muy completo usando sus cámaras como instrumento. En cuanto a sus personajes, los meticulosos perfiles de hombres y mujeres con nombre y apellido les dan una escala humana al estudio de una cultura. Llama la atención el equilibrio que hay en su relato entre la fría estadística, la síntesis poética y la mirada humana y sensible. También el apunte acerca del poder monárquico, el poder económico y la creciente fuerza del sindicalismo en la isla. Ese es un enfoque propio de su mirada, que para otro periodista hubiera pasado inadvertido. Tenía la capacidad de armar bellos relatos con condimentos dramáticos y un encanto irresistible, sin descuidar la rigurosidad estética, política, y en este caso, periodística.

Apenas dos meses después de este rodaje, la cuestión de la soberanía en Malvinas ocupó la primera plana de los diarios argentinos cuando 18 jóvenes tomaron un avión de Aerolíneas Argentinas con destino a Río Gallegos para desviarlo y aterrizar en las islas. El objetivo era izar la bandera nacional, cantar el himno y repartir unos folletos en los que se comunicaba a los isleños las intenciones pacíficas de esta acción. El llamado Operativo Cóndor contribuyó al debate sobre la cuestión de la soberanía, pero terminó con el arresto de sus organizadores, a quienes el presidente de facto Juan Carlos Onganía llamó "piratas".

Ray me envió una postal desde Malvinas. Tiene una imagen en blanco y negro muy tierna, de una niña mirando a cámara mientras alimenta con una mamadera a dos ovejitas.

29/7/66

Juanalicia: Para mi querida mujer, con el mismo amor que se tienen estos 3 seres. Desde estas Islas Malvinas ocupadas, te envío mi beso diario como recuerdo de mi histórico viaje a Stanley.

Tu gran amor,

Raymundo

Justamente el mismo día en que me envió esta postal, sucedía en Buenos Aires la nefasta Noche de los Bastones Largos. Un clima tenso, de represión, había comenzado a sentirse desde hacía un tiempo en las calles de la ciudad. Este episodio irracional ocurrió al cumplirse un mes del golpe de Estado de Onganía, que destituyó al presidente constitucional Arturo Illia, cuyo gobierno había sido tildado de lento, tibio, débil, tanto por sectores peronistas como antiperonistas. Illia había sido electo en comicios donde el peronismo estaba proscripto. Con la complicidad abierta de algunos medios de comunicación (especialmente por parte de la revista Primera Plana), parte de la clase media y la infaltable ayuda de los Estados Unidos en el marco de su Doctrina de la Seguridad Nacional, de la noche a la mañana (literalmente) se derrocó a un gobierno. El golpe fue fuertemente condenado por el sector académico, que salió a manifestarse. La policía reprimió sin piedad con sus bastones; la Universidad de Buenos Aires fue invadida y desalojada con especial violencia, con el resultado de cientos de estudiantes y profesores heridos y detenidos, y la destrucción de laboratorios y bibliotecas. Este fue uno de los tantos episodios violentos que más tarde vendrían de la mano de Onganía, y originó una verdadera fuga de cerebros. Mi prima, Nenuca Rosenberg, tuvo que exiliarse en Uruguay junto a su marido, Horacio Amigorena, y a sus hijos Santiago y Sebastián. Horacio era profesor en la Universidad de Buenos Aires, y sufrió la violencia de los bastones y los insultos. La familia se vio obligada a dejar el país.

Como periodista de Telenoche, a Raymundo le tocó muchas veces ser un testigo privilegiado de la historia. Esta anécdota se la contó a José Martínez Suárez y él la recuerda claramente. Ray había pasado la noche del 28 de junio de 1966 en la que se produjo el golpe de Estado en la Casa de Gobierno junto al Presidente Illia. Fue testigo de la entrada del general Julio Alsogaray. Entró, se dirigió al presidente, que estaba rodeado de algunos funcionarios. Se produjo un diálogo que es conocido y consta en los libros de historia. Las últimas palabras de Illia como presidente fueron: "La violencia la acaban de desatar ustedes. El país les recriminará siempre esta usurpación". Hubo algunos forcejeos que no pasaron a mayores. Alguien le ofreció un vehículo pero Illia lo rechazó. Bajó por la explanada de la Casa de Gobierno, paró un taxi y se fue a su casa.