Minería

Chubut y Guatemala contra el extractivismo: "Estamos a tiempo de frenar los proyectos y seguiremos resistiendo"

Paola Coronado, miembro de la comunidad originaria Chacay Oeste y Laguna Fría de Chubut, regresó hace poco de Guatemala, donde representó a la provincia en la cumbre de los pueblos afectados por la empresa minera Pan American Silver. Dialogó con El Extremo Sur sobre las conclusiones del diálogo con el pueblo vecino y vaticinó un futuro de lucha para Chubut: "Hemos nacido con la resistencia, siempre saldremos a luchar".

El encuentro, que se celebró en el país latinoamericano, finalizó el pasado 6 de mayo con la presentación de un documento conjunto que luego fue presentado en la reunión de accionistas de la empresa el día 11. Participaron miembros de la Resistencia Pacífica de Santa Rosa, Jalapa y Jutiapa y del pueblo indígena Xinka de Guatemala, así como representantes del pueblo Mapuche Tehuelche e integrantes de la Unión de Asambleas de Comunidades de Chubut.

Una de las conclusiones más valiosas que Coronado trajo del viaje es la "importancia de la organización" y la manera en que las comunidades se hermanan al luchar por los recursos ambientales y la defensa de los territorios.

Guatemala es un espejo del futuro que le espera a Chubut si la zonificación logra aprobarse de manera definitiva. Coronado cree que es una lucha que debe continuar. Advierte no sólo sobre las posibilidades de contaminación de los proyectos extractivistas, si no de la ruptura de tejidos y lazos afectivos que sufren las comunidades cuando llega la multinacional.

Pese a que muchos dirigentes apuestan al juego del cansancio, Coronado sabe que la lucha seguirá en pie mientras la lleven adelante los pueblos como el suyo que "nacieron con la resistencia como marca registrada".

Primeras impresiones:

Consultada sobre las conclusiones que trajo del viaje, Coronado contó al Extremo Sur que "fue una experiencia muy linda poder compartir con compañeros de lucha, con comunidades originarias que están plantadas defendiendo en su territorio un bien tan esencial como el agua".

"Aprendimos mucho, vimos experiencias de resistencia y acciones que quizás en Chubut no pasamos por el hecho de que la actividad minera no está en pleno auge, "remarcó. "Está en actividad pero no en explotación, es un punto a favor para nosotros porque nos permite seguir luchando para que no ocurra y de una vez por todas terminar con ese tipo de proyectos".

Ver el artículo: www.elextremosur.com/nota/37274

Los plantones guatemaltecos tienen un eco a los movimientos unidos del Chubutazo: "Vimos lo que pasa cuando todo un pueblo se une, se acompaña y se compromete realmente contra los proyectos extractivistas que rompen con el suelo, la tierra y los tejidos sociales. Es uno de los pasos que nos permite mantenernos firmes, la organización como pueblos".

Coronado lamentó la situación que viven en Guatemala los líderes sociales, quienes son constantemente perseguidos, atacados y asesinados, dejando al país como uno de los más peligrosos para la lucha ambiental: "También sabemos que así como se ganan cosas en las luchas, también se pierden. Lo más triste es cuando se pierden compañeros. En eso tenemos un punto a favor porque al no estar en actividad, tenemos la posibilidad de que eso no ocurra, para eso debemos seguir firme en la lucha, no somos pueblo de conquista ni queremos que nos vengan a vender cosas que no son reales".

"No creemos ese discurso de que con la minería la provincia va a tener desarrollo, oportunidades para territorios de la meseta central. Esos son proyectos que tiene que llevar adelante el Gobierno, no tiene que venir una multinacional a decirnos cómo tenemos que vivir", sintetiza.

La situación en Guatemala

La mina Escobal, ubicada al este de Guatemala, es la segunda mina de plata más grande del mundo. Desde 2017 suspendió sus actividades gracias a la resistencia comunitaria, que logró una orden del Tribunal Constitucional.

En 2018, la Corte de Constitucionalidad (CC) declaró el incumplimiento del Ministerio de Minas y Energía (MEM) del derecho de consulta al Pueblo Xinka al haber otorgado la licencia de minería Escobal sin atender este compromiso internacional contenido en el Convenio 169 de la OIT. La Corte ordenó al MEM realizar un proceso de consulta, que una vez realizado, permitiría a la mina comenzar a operar. El dictamen dejó algunas cuestiones claves irresueltas:

El bloqueo se mantuvo gracias a una serie de estrategias de la comunidad como manifestaciones pacíficas, plantones, debates públicos, denuncias, alianzas políticas con la iglesia católica y ONG nacionales e internacionales, y estrategias legales basadas en derechos indígenas. Asimismo promueven el reconocimiento de los Pueblos Originarios de sus territorios, una problemática que no es ajena para Argentina.

Antes del censo de 2018, lanzaron una campaña para reivindicar la identidad Xinka, mientras las empresas mineras compraban anuncios radiofónicos que rezaban: "La gente Xinka no existe". Ahora 268,223 personas censadas se identifican como Xinka, desde 16,214 en 2002.

La mina, por su parte, ha intentado ganar voluntades y criminalizar a quienes se oponen. Desde hace casi una década, la empresa lleva adelante ataques y asesinatos de líderes ambientales con complicidad de la Policía. La comunidad teme que, con la mano del Estado, la empresa manipule el proceso de consulta.

Coronado reconoce que Guatemala es una suerte de reflejo de lo que hubiese sucedido en la provincia si la Ley de Zonificación avanzaba. "La empresa estuvo en actividad tres años. Y cuando los pobladores de las comunidades cercanas a El Escobal empezaron a tener complicaciones como las rupturas de casas por el movimiento de suelo, empezaron a organizarse". relata.

Ver el artículo: www.elextremosur.com/nota/37342

"Ahí empezaron a organizarse los famosos plantones. Es una forma de resistencia pacífica. Permiten que pasen determinados camiones y vehículos, y van controlando que es lo que pasa, los camiones que van para la minera pasa uno cada 15 días para el mantenimiento. La organización es un punto clave. La fuerza humana que se construye de a poco y en conjunto es la que permite que se logren grandes cosas. Ellos lograron dejar en pausa una actividad minera, son muy valientes", reconoce Coronado. "En Chubut si no hubiéramos tenido la posibilidad de que toda la gente saliera a las calles el 21 de diciembre cuando se derogó la ley probablemente hoy estaríamos pasando por lo mismo".

"Venimos luchando hace 20 años y nunca fuimos escuchados. Se habla de la consulta libre, previa e informada del Convenio 169 de la OIT pero no se cumple, no se reconoce que hay pueblos preexistentes que están en territorios y trabajan para un bien común, que no necesitan un proyecto megaminero para solventarse", detalla Coronado, en sintonía con un reclamo colectivo que no es nuevo.

Al igual que Guatemala, el Estado argentino adhiere al Convenio 169 de la OIT, pero raras veces se cumple.

Tiene dos postulados básicos: "el derecho de los pueblos indígenas a mantener y fortalecer sus culturas, formas de vida e instituciones propias, y su derecho a participar de manera efectiva en las decisiones que les afectan". La relación entre las empresas mineras extranjeras y la clase política desconoce las actividades productivas de los Pueblos preexistentes y arrasa con sus territorios sagrados en pos del "desarrollo".

"Es muy chocante, porque ni siquiera tienen la decencia de consultar a las comunidades. Vienen y se meten en nuestros territorios, quieren imponer una actividad extractivista que destroza todo.", opina Corona. "Eso sigue pasando en pleno siglo XXI, no hay una política de estado que sea firme con esas cuestiones. El tema político se corrompe con las corporaciones. Debería ser el Estado el que lleve proyectos que sean de desarrollo para las comunidades. Termina en manos de una multinacional que no tiene ni idea, no conoce la realidad de la gente, la cultura, las tradiciones, ni que la gente de las comunidades trabaja siempre desde lo espiritual arraigado a sus raíces".

Las comunidades y las empresas defienden nociones de desarrollo absolutamente contrapuestas, y éstas últimas buscan implementar el mito de que la meseta no es productiva, por lo que la única alternativa serían los proyectos extractivistas.

"Traen el discurso de que vamos a ser un lugar productivo, y uno que nació y se crió ahí sabe que la meseta ya es productiva. Solamente necesita proyectos que sean sostenibles en el tiempo y rentables para sus habitantes. La gente conoce cada espacio, el clima, cuándo tiene que sembrar, cuándo tiene que llevar la cosecha. Es muy difícil que venga una multinacional y te imponga una actividad que sabemos que no es fructífera para la gente. Para ellos por supuesto que sí porque se llenan los bolsillos. Para ellos siempre va a ser rentable.

Resistir como modo de vida

Las acciones de las comunidades de la meseta central son la cuna de la resistencia local contra el extractivismo, que ha desplegado un sinfín de estrategias para imponer el discurso de la minería como una vía sustentable para el progreso.

Coronado advierte las consecuencias de la presencia de multinacionales en la continuidad del tejido social: "Los pueblos chicos cerca del Proyecto Navidad tienen muchas divisiones a raíz de las de las multinacionales que quieren imponer su actividad extractivista con la excusa del desarrollo".

Agrega que "los vínculos afectivos se van rompiendo, lamentablemente se divide una localidad pequeña donde se vivía mancomunadamente. Luego vemos una porción de localidades como Gan Gan o Gastre a favor y otra parte que rechaza la megaminería". El proceso de instalación de las mineras es similar en toda América Latina.

"Hay sobrados ejemplos de lo que hacen las mineras. La mina Manantial Espejo de Santa Cruz, que lleva 17 años, hoy está en quiebra. Ya agotó todos los recursos. Se van y dejan los pasivos naturales con una gran contaminación. No se hacen cargo. Y los que estaban ahí y lo defendían se quedan, vuelven a cruzarse con el vecino que la rechazaban", indica Coronado.

El diálogo con las comunidades guatemaltecas les permitió reconocer que "nosotros todavía podemos buscar otras acciones que nos permitan erradicar de una vez por todas la zonificación. Estamos a tiempo, seguiremos resistiendo. Seguiremos convenciendo a la gente que todavía está dormida, seguiremos generando conciencia. Quedó demostrado que cuando el pueblo sale a las calles es lo único que frena las decisiones políticas".

Al igual que otras ofensivas de la clase política contra las comunidades y los trabajadores, juegan al hartazgo: "Buscan que el pueblo se canse de salir a las calles para poder lograr sus objetivos. Se juega con eso y es un punto a favor para el gobierno de turno que el pueblo diga ‘basta, no lucho más', pero los que nacimos con la resistencia como marca registrada, que somos lo que somos de pueblos originarios y productores chicos, no vamos a dejar de luchar", confiesa la activista.

Coronado liga las formas de resistencia de los pueblos a su historia de saqueo y conquista: "Los pueblos toda la vida han tenido que resistir, por el territorio, para que se les reconozca. Hoy tienen que crear un título comunitario para salvaguardar su territorio y trabajar dignamente. Si no el Estado lo vende a los grandes terratenientes, y el poblador o el vecino que vivió ahí toda la vida y trabajo para el bien común de su comunidad, nunca es tenido en cuenta. Toda la vida hemos tenido que luchar. Sabemos que toda la vida va a ser una resistencia".

"Quizás llegue un momento que nos sintamos agotados, pero con la fortaleza de la gente que nos acompaña, sabemos que volveremos a sumar la energía para seguir. De eso se trata. Uno siente que no está solo. El bien común del agua no es para la meseta o para ciertas comunidades, es para toda la provincia y las futuras generaciones", subraya.

Pequeños productores y pueblos originarios, los más afectados

El documento elaborado en conjunto por activistas y asambleístas fue presentado el día 11 de mayo en la reunión de activistas de Pan American Silver en Vancouver, Canadá.

"Hasta ahora no sabemos si habrá surtido algún efecto", adelanta Coronado. "El documento estuvo hecho para que, por lo menos, los accionistas sepan que Pan American les miente. El no reconocer que existen pueblos originarios en la meseta central norte es una mentira. Les dicen que en Chubut tenemos ‘algo a favor'": no tenemos comunidades originarias. Y hay 8 comunidades con personería jurídica".

"Con estos documentos queremos mostrar que Pan American también les miente a ellos. Dicen que en la meseta central se puede llevar a cabo el proyecto de zonificación porque no hay desarrollo. Y así ignoran el trabajo de los pequeños productores. No son grandes producciones ni grandes cantidades de ganado, pero viven de eso y mantienen una economía regional. Eso es no reconoce para poder impulsar su proyecto a toda costa. El documento reafirma el derecho a la consulta previa, libre, informada, y a decir que existimos", sostiene Coronado y enfatiza: "Las comunidades están a 45 km del proyecto Navidad; van a ser las más afectadas".

Consultada sobre la importancia de este encuentro en el futuro de la lucha ambiental de la provincia, considera que debe trabajarse en "extender la conciencia y que esto marque un hito". Coronado argumenta que el Chubutazo debe reconocerse como una valiosa instancia de organización: "Que recuerden que cuando se trató de imponer un proyecto por la fuerza, el pueblo respondió. Ojalá en algún momento puedan enseñarlo en las escuelas. Somos actores sociales importantes, y peleamos por un bien común y por un respeto no solo hacia las comunidades sino a todo el pueblo chubutense", agrega.

"Debería tener cierta trascendencia y reconocerse en el tiempo. Hemos nacido con la resistencia, siempre salimos y saldremos a luchar", concluye.