Opinión

La explotación de hidrocarburos en Argentina y la necesidad de una transición energética

Acuerdos entre naciones que no se cumplen y un método de producción que derrocha. Presos de la matriz energética del petróleo, que genera un mundo más excluyente dañando el ambiente.

Por Fernando Luna

Lic. Seguridad e Higiene - Trabajador de Shell Raizen

Prácticamente desde la misma década en que nace el Día Internacional del Ambiente, 15 de diciembre de 1977, comenzaban a surgir estudios de impacto ambiental. En los años subsiguientes se celebraron acuerdos entre naciones, pero como dijo Antonio Gutiérrez, Secretario General de la ONU "las promesas suenan vacías cuando la industria de los combustibles fósiles sigue recibiendo billones en subvenciones".

Uno de los principales trasfondos es el método de producción capitalista, donde la planificación es conforme a los márgenes de ganancias deseados y no por las necesidades de la población, derrochando materias primas, centralizando la producción y con ello el impacto ambiental. Un ejemplo de esto es la industria energética, como bien dijo Gutiérrez de la ONU, sigue recibiendo subsidios y subvenciones. En Argentina el barril de petróleo está subsidiado para asegurar los ya exageradamente rentables márgenes de ganancia de las petroleras.

A su vez, como todas las industrias monopólicas, presionan para mantener sus mercados y sus márgenes, manteniéndonos presos de una matriz energética dependiente de los combustibles fósiles. Obviamente todo esto no lo hacen las empresas por sí mismas, los sucesivos gobiernos les aseguran las leyes necesarias para su explotación, los sindicatos de las ramas aseguran los ritmos de trabajo y flexibilidad para las empresas.

En Argentina existe la ley 26197, llamada "ley corta", que permite a las provincias administrar sus recursos naturales y la explotación de los mismos, a diferencia de otros países como EEUU donde los recursos no renovables son prioridad del estado. En nuestro país, esta ley facilita las negociaciones con las provincias. Irónicamente el estado interviene, pero para darle subsidios, a una de las industrias con mayor margen de ganancias, y como plus, con muy poco control de los estamentos gubernamentales, en cuanto tipo y cantidad de explotación. Algunos controles son realizados por medio de los propios balances de las empresas. La pata sindical no faltó, el ejemplo más claro fue el convenio llamado Vaca Muerta, que permitió un nivel de flexibilización laboral más alta, e inclusive flexibilizando las condiciones de seguridad. Esto trajo terribles consecuencias para los trabajadores y para el ambiente.

La producción en la Argentina

En nuestro país existen una serie de legislaciones conforme a las normativas ambientales de las cuales muchas están bajo la órbita de la OPDS, Organismo Para el Desarrollo Sostenible, hoy con carácter ministerial. Donde existen reglamentaciones de clasificación de empresas, registros de generados y trasportista de residuos peligros y/o especiales, Disposición fina y parte de RSU (residuos sólidos urbanos) y también el último tiempo se han incluido recicladoras urbanas. Muchas de estas normativas, tiene un carácter recaudador, y otras hasta para propaganda de la gestión, como se suele hacer con los comúnmente llamados cartoneros. En la práctica cotidiana pocas normativas funcionan como debería, empezando por el propio estado y municipios, no las ponen operativas, o no se crean los registros correspondientes para hacer el seguimiento y control. Incluso muchas veces los trabajos de los inspectores son eficientes, pero esa información termina en un cajón, por falta de normativa o reglamentación clara o decisión política.

Reclamos y organizaciones socio ambientales

Cada vez más gente comienza a ver este problema más de cerca, ya sea por afectación directa o por tomar conciencia del impacto que tienen en la huella que dejamos en el planeta. Uno de los conceptos que se articuló, es que no son más reclamos solo ambientales o ecológicos, sino que se acuñó el término "socio ambiental" que no es menor, ya que el impacto en la ecología no son cuestiones aisladas, son la sumatoria del tipo de desarrollo económico, y como en la sociedad capitalista se moldean no sólo la producción, sino todas las relaciones sociales y condiciones de estas. Mientras que la industria energética presiona y contiene la matriz dependiente del petróleo, en aras de generar energía para todos, unos 733 millones de personas todavía no tienen acceso a la electricidad y 2400 millones siguen cocinando con combustibles dañinos para la salud y el medio ambiente, según un informe de la ONU, son diez millones más de las cifras proyectadas el año anterior. Cualquier reclamo será impotente, si es aislado y meramente puntual, ya que se debe iniciar un camino de transición, y planificación real, tanto de la forma de producción como de las necesidades de la población. Hay servicios que son manejados y gestionados como cualquier negocio, dejando de lado que ante todo son servicios públicos, como la luz, el gas y el agua, mientras que sus costos para los usuarios van en aumento.

Transición y hacia dónde

Hoy no podemos "bajar la palanca" y dejar de producir y contaminar, pero tampoco podemos seguir en este camino sin retorno, como la consigna del Día Mundial del Ambiente "tenemos solo un mundo". Para hacer esto se debe organizar con los trabajadores de cada área, para llevar a mayor eficiencia y seguridad de lo que tenemos para ir rotando.

En la energía es más visible. Desde las bancadas del Frente de Izquierda Unidad, en el año 2019 se presentó un proyecto de ley para nacionalizar toda la industria energética, bajo el control de trabajadores y usuarios. Allí se plantea, no solo poder aprovechar en nuestro país todos los beneficios de nuestros recursos no renovables, tanto de la energía en sí, como de las divisas que hoy se fugan al exterior sin control. Con estos recursos se podría invertir en un nicho de energías renovables, que le permitirían al país ir cambiando la matriz energética, a la vez que generaría una nueva industria, puestos de trabajo, y valor agregado. Los que trabajamos en la industria del petróleo, somos la primera línea en la precarización y contaminación de esta industria, y sabemos la necesidad de hacer un cambio inmediato. Como se vio en el resumen de accidentes en Vaca Muerta, es el ejemplo de como hoy se produce.

Mientras el pésimo antecedente de nuestra industria petrolera, se le da libertad para explorar el mar argentino, se le liberan dólares, lo que mencionaba el director de la ONU, y no así al fomento de nuevas energías limpias. Mientras que a la vez hacen especulaciones de negociados, como el hasta ahora fallido gasoducto Néstor Kirchner, que irónicamente se está pareciendo al escándalo de corrupción, en el gobierno del propio Néstor Kirchner, de los gasoductos de Skanska.

Hay otro camino, el de las fábricas bajo gestión obrera, como Zanon y Madygraf (ex Donnelley). Cuando los trabajadores se hacen cargo de la producción, por fuera del lucro del capitalismo, toman un rol social, es el ejemplo de estas fábricas, no sólo destinan parte de la producción para donar a su comunidad inmediata, sino que también ponen la fábrica a disposición de las necesidades del barrio, con una planificación de eficiencia energética, que se complementa con la nueva producción de bolsas de papel reciclable. Hoy impulsan el Encuentro Socioambiental que se dará el 16 de julio.

¿Cómo sería si en cada industria los trabajadores de cada empresa comenzarán a realizar los análisis de seguridad y ambientales? Desde la industria petrolera y minera, que es la más contaminante, a cada fábrica.

Esta sociedad excluyente que arroja millones a la miseria es parte de la brutalidad de un sistema que destruye todo el ambiente ecológico y social. Es necesario comenzar una transición y debemos llevarla adelante entre todos los sujetos de esta cadena social, desde los trabajadores en cada lugar de producción, y con todas las agrupaciones y movimientos socioambientales, comenzar a discutir una agenda, desde lo local hacia arriba para tomar nuestro futuro y el de nuestros hijos en nuestras manos.

Fuente: La Izquierda Diario