Opinión

Cibercultura de lo inhumano

Por Liliana Etlis

La ideología blanqueadora, mantiene la subordinación de sectores como pueblos originarios, afrodescendientes, migrantes, marginales y otrxs hasta la actualidad. Según la clasificación que F. Fanon hizo en sus escritos hace tiempo, el acento en los efectos de la colonización de la subjetividad, tipifica como "humanos", aquellos considerados por el Estado como ciudadanos, quienes están en la Zona del Ser, sector donde pueden gestionar derechos y están al amparo de la ley y los "subhumanos" e "inhumanos", aquellos sectores que solo reciben las desigualdades del sistema, la cárcel, las desapariciones, la naturalización de la muerte a través de las diferentes formas de violencias, esa zona es nombrada como No Ser, recordando nuevamente las injusticias que se fueron construyendo a través de más de cinco siglos.

Un yo individual, heredero del proyecto de la modernidad, ha dificultado la construcción del nosotrxs colectivo, con otro horizonte de sentido. El intercambio entre seres se sigue dando bajo una lógica eurocéntrica, entorpeciendo criterios de construcción de diálogos con la alteridad y facilitando monólogos estructurales. El carácter colonial trae una dificultad además de la incomunicación en procesos intersubjetivos y es la influencia de la tecnología.

Dentro de la antropología hubo muchos usos al término "cultura", por ejemplo: el atribuir el concepto de raza según la herencia biológica ancladas en las ideas evolucionistas, y comparar con los europeos del norte las habilidades mentales y su mora. Todo esto fue construyendo un supuesto de que todxs teníamos un presunto criterio único, esto es un proceso uniforme de evolución cultural y social.

Franz Boas, en cambio, demostraba, entre tantas otras ideas, la teoría de que la forma corporal no estaba relacionada con el lenguaje ni con otros elementos culturales, proponiendo la existencia de varias culturas diferentes y que no se podía medir bajo un solo criterio. Proponía formas complejas producidas por causas históricas locales que no se presentaran a simplificación alguna. Se explicaba la naturaleza humana y exploraciones que la metodología del trabajo de campo, muy común en esta práctica, incorporaba nociones donde se descartaban elementos que eran incongruentes, modificaba otros y circulaban produciendo una cosmovisión.

La importancia de los símbolos, el papel del lenguaje, la capacidad de producir alimentos, artesanías, las relaciones con el entorno físico, la antropología como una "traducción de la cultura" facilitaron otras miradas.

Geertz escribió "El hombre es un animal colgado de una red de significado que él mismo ha tejido...para mí la cultura son esas redes, y su análisis no debe ser... una ciencia experimental en búsqueda de leyes sino una ciencia interpretativa en búsqueda de significado" colocando el concepto por fuera de las ciencias naturales.

Luego vinieron otrxs que reconocieron la naturaleza social, la economía política en los estudios de las comunidades empobrecidas, la distribución desigual de empleos y oportunidades en sociedades occidentales como también las relaciones con la psiquiatría y psicología. Relacionaron cultura-personalidad, es decir, la relación funcional entre instituciones y la constitución psicológica de sus miembros.

Sin descartar las culturas orales de las personas no familiarizadas con la escritura lineal y el alfabetismo con otros registros de la realidad, atravesaron otras nociones asociadas a otras disciplinas de las ciencias humanas.

El sistema mundo, enfoque que Wallerstein definiera como "un zona espacio-temporal que atraviesa múltiples unidades políticas culturales, una que representa una zona integrada de actividad e instituciones que obedecen a reglas sistémicas..." propuesta continuada por varios sociólogos.

Otrxs proponen la posibilidad de pensar una política radical más allá de las políticas de identidad articulando con el pensamiento crítico superando aquellos paradigmas de la economía política y los estudios culturales. R. Grosfoguel y el criterio de que la colonialidad del saber, del poder y del conocimiento son caras de la modernidad desde hace más de cinco siglos, profundiza en la perspectiva epistémica. Él mismo sintetiza la crítica a la epistemología eurocéntrica hegemónica poniendo en tela de juicio el punto de vista neutral, universal y objetivo. Dussel paralelamente cuestiona la perspectiva de "pienso, luego existo" por "yo conquisto, luego soy", reflexionando que la epistemología tiene color y sexualidad dando la posibilidad al nacimiento de alteridades raciales, étnicas, de género y clase, localizando a la geopolítica y la corpopolítica. De este modo nombra una localización de poder en la jerarquía etno-racial global y a las poblaciones que gozan de los privilegios, desplazando las formas binarias del pensar.

¿Cómo salir del entrampado donde los modelos eurocéntricos se replican en procesos de tecnificación? La introducción de la tecnología en la vida cotidiana trae otras formas de participación, de relación con la vida, de socialización. Producir nuevas prácticas en el campo de la tecnología, produce redefiniciones de la cultura y representaciones del mundo.

Acceder al mismo desde la cybertecnología, también empaña derechos al acceso produciendo diferencias en la subjetividad.

Si bien la cultura era vista como línea evolutiva, esto es: a mayor desarrollo tecnológico mayor nivel cultural. En la actualidad esta línea de progreso desde culturas llamadas "primitivas" hasta llegar a las "civilizadas", vuelve a repetirse un modelo, pero con el equivalente de que las culturas son consideradas en la diversidad de las mismas, aislando a sujetos respecto de procesos socioculturales que emergieron de estas políticas.

Los productos culturales que existen hacen realizables a través de internet y otras formas de redes, prácticas sociales significativas solo para un sector que F. Fanon explicitó con la clasificación de los que viven en la zona del No Ser, impidiendo formas de percibir la realidad como otros grupos ciudadanos, otras formas de sentir, de identificarse, de pensar el mundo, un espacio borrado para un grupo social.

Un rasgo distintivo de lo cybercultural estaría sugerido por el prefijo «ciber», que refiere a lo producido en el campo de la tecnología informática. Este término connota una inscripción en un espacio de cognición entre los humanos y las máquinas. Esta relación aparentemente in-mediata entre hombre/máquina ya nos está dando cuenta de la fetichización de la tecnología. Como ejemplos de representaciones de «máquinas» humanizadas - donde las máquinas no sólo piensan y razonan de manera autónoma, sino que hasta «sienten» - podemos mencionar los personajes de films como «Inteligencia Artificial», del director Steven Spielberg,2 o «Bicentennial Man».3 En el caso de ambas películas, el objetivo es que el espectador experimente empatía y compasión por la máquina, frente a la crueldad humana según M. Moya y J. Vázquez en "De la Cultura a la Cibercultura".

Y por último las esferas de control que ejemplificara W. Mingnolo "En Género y Descolonialidad", la interrelación entre la información se hace cada vez más compleja en el Control de la economía, de la Autoridad, en el control de género y de la sexualidad y en el del conocimiento y de la subjetividad, dividiendo cada vez más los lugares que tienen posibilidades de los que no las tienen debido a una creciente desigualdad social.

Ser y No Ser