El país

Verna: "Mi padre fue anestesista de los Vuelos de la Muerte; no se puede justificar a un genocida"

Entrevista de Lola Sánchez

A finales de 1983, mientras miraba en familia un informe televisivo, Pablo Verna comenzó a sospechar que su padre había participado en crímenes de lesa humanidad durante la dictadura, a raíz de los comentarios de su progenitor con detalles muy específicos. Tras una tensa charla de tres horas Julio Alejandro Verna le confesó a su hijo lo que ya era evidente: el ex Capitán había participado en la dictadura como médico anestesista de los Vuelos de la Muerte. Tras años de interrogantes, ya con la certeza en sus manos, Pablo denunció a su padre ante la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación en 2013. Años más tarde, declaró en dos juicios orales y públicos por delitos de lesa humanidad. Sin embargo, Julio Alejandro Verna hoy sigue impune.

Pese al mandato social de amar a la familia por sobre todas las cosas, Pablo explica a El Extremo Sur: "La familia es importante, pero los crímenes de lesa humanidad son algo inadmisible, no hay justificación ni ninguna concesión que se pueda tener con un genocida".

Actualmente integra la Asamblea Desobediente y fue parte de Historias Desobedientes, un colectivo que nuclea a hijos e hijas de genocidas que repudian el accionar de sus padres y luchan activamente por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Si bien es un grupo numeroso, Pablo reconoce que si se compara con la cantidad de personal de Fuerzas de Seguridad que actuó durante la dictadura, "seríamos muy pocos en realidad".

"La conciencia por los Derechos Humanos es cada vez mayor", reconoce, aunque ve con preocupación la ola de reacciones fascistas y negacionistas que han aparecido en los últimos años: "creo que es una reacción muy negativa que está ocurriendo a nivel mundial. Cuando hay necesidades económicas empieza a haber una reacción que genera odios colectivos, el clima se vuelve propicio para esas reacciones."

"La Justicia en nuestro país llega tarde. Pero también llega mucho mejor que en otros lados", resumió.

¿En qué momento comenzaron tus sospechas acerca de la actividad de tu padre?

Una de las primeras sospechas que tuve fue durante un informe en el que indicaban que se había descubierto un centro clandestino de detención. No recuerdo los detalles pero sí recuerdo bien la reacción de mi padre que dijo "eso no es cierto, ahí no pasaba nada". Años después recordé esa respuesta, pensando en su posible participación, caí en la cuenta de que entonces él sabía bien donde pasaban y donde no pasaban las cosas, por lo menos eso surgía de sus propias palabras.

¿Aparecía el tema de la dictadura en la cotidianeidad, por ejemplo, en la mesa familiar?

Si, él tenía claramente la ideología del exterminio, de los genocidas. Se expresaba con mucho odio frente a las compañeras y compañeros a quienes catalogaba bajo el término genérico de "subversivos".

¿Pudiste confrontar a tu padre en el momento en que comprobaste las sospechas?

A mediados de 2013, después de que trascendió en la familia lo que había hecho, me reuní con él. Esa charla duró más de tres horas y fue muy tensa. En un momento era imposible que siguiera negando lo que yo le estaba diciendo, me admitió que participó inyectando a las víctimas en los vuelos de la muerte y en los secuestros de compañeras y compañeros.

¿Tuviste conocimiento o crees que existen hijos e hijas de genocidas que, a diferencia de ustedes, comparten la ideología de sus padres?

La verdad que a partir de 2017 pasó algo muy trascendente sobre todo para hijos, hijas y familiares de genocidas que repudian su accionar, y fue el hecho de poder reunirnos y enterarnos que somos muchos y muchas más de los que pensábamos. De todas maneras, pensando en la cantidad de militares, policías, gendarmes y personal de servicio penitenciario que han llevado adelante esta maquinaria de exterminio, si uno calcula y pone en comparación, las hijas e hijos que nos estamos manifestando en repudio y aportando lo poco o mucho que podemos a la memoria, seríamos muy pocos. Igualmente es un movimiento muy importante, a raíz de nuestra reunión en Argentina, se llevaron adelante reuniones en Chile, Brasil, Uruguay, Paraguay, España, Alemania. No estamos todos en una misma agrupación pero hay un movimiento que se está llevando adelante.

Algunos han decidido cambiar su apellido o llamarse "ex hijos". ¿Cómo transitás el tema del apellido paterno en torno a tu identidad?

En principio, no creo que haya mucha gente que siente eso. Yo conozco dos: Ana Rita Vagliati y Mariana Dopazo. Entiendo que es su forma de expresarlo, de gritar, de transitar esta situación, en el sentido de encontrar un nuevo significado desde el lugar personal de ex hijas. Ellas lo saben mejor que yo. Personalmente nunca sentí la necesidad, pero tampoco le di al nombre todo el contenido de una construcción desde la psicología, nunca lo sentí así y no tramité de esa manera.

Soy respetuoso, valoro a las compañeras que han necesitado hacerlo. De la misma forma me parece bueno que hacemos otra cosa. No creo que haya contradicciones, a fin de cuentas son distintas formas de manifestarse en repudio del genocidio, de nuestros familiares genocidas.

¿Alguna vez sentiste contradicciones a raíz del mandato social del amor incondicional hacia los padres?

Personalmente, nunca sentí el mandato de que uno tiene que quererlos como una cosa absoluta.

Sin embargo, para mí el vínculo de padre o madre no es cualquier vínculo. La familia es importante, pero los crímenes de lesa humanidad son algo inadmisible, no hay justificación ni ninguna concesión que se pueda tener con un genocida. No lo sentí de un día para el otro, para mi fue un camino largo, con muchas contradicciones que hoy no siento. Sí siento que hay muchas ideas y vueltas, muchos tiempos de estar pensando, leyendo, buscando, formulando preguntas, tratando de encontrar respuestas.

¿Sentís que cargaste con un peso mayor al tener que denunciar directamente a tu propio padre?

Siempre se planteó el tema de la declaración, el juicio, y yo siempre aclaré que no soy el primero. Mi caso tiene algunas particularidades, como mis declaraciones en juicios orales y públicos y el hecho de que mi padre esté vivo e impune.

¿Qué visión tenés sobre la Justicia en materia de Derechos Humanos en la Argentina?

La Justicia en nuestro país llega tarde. Pero también llega mucho mejor que en otros lados. Durante el Gobierno de los Kirchner se proyectaron voluntades políticas de Derechos Humanos que son muy buenas. Es importante todo lo que se hizo en materia de justicia. Hay que tener en cuenta los juicios por la verdad que se hicieron antes de que se declarara la nulidad de punto final y la obediencia debida. Pienso en los momentos tan duros de impunidad, las épocas en las que a las madres y las abuelas les daban vuelta la cara, les negaban un saludo en la calle, épocas en que los hijos de desaparecidos tenían que negar esa situación, cosas tan angustiantes que se establecieron de esa manera y permanecieron así durante mucho tiempo. Y sin embargo el movimiento de los Derechos Humanos nunca bajó los brazos, incluso cuando parecía que nunca iba a haber un rayito de sol. Finalmente pasó lo que tenía que pasar: que haya un poco de justicia. Pero sabemos que haber sido mucho antes.

¿Qué opinas sobre los discursos negacionistas y reivindicadores que circulan en medios? Frente a este panorama, ¿se podría decir que hay mayor conciencia social en materia de Derechos?

Creo que hay una conciencia cada vez mayor porque se trabaja muchísimo en ese aspecto. Cada sentencia, cada juicio que se lleva adelante suma. Cada vez hay más y más conciencia. Por otro lado en estos tiempos se vive -y espero que sea una ráfaga pasajera- una gran reacción de facismo, negacionismo y reivindicación que es preocupante. La conciencia por los Derechos Humanos es cada vez mayor, lo otro es una reacción muy negativa que está ocurriendo a nivel mundial. Cuando hay necesidades económicas empieza a haber una reacción que genera odios colectivos, el clima se vuelve propicio para esas reacciones.

¿Qué rol juegan los medios de comunicación en el marco de estas reacciones?

Hay muchas personas que tienen grados de influencia, empresas mediáticas que creo que despiertan e incentivan eso. Es una falta de responsabilidad total. Cuando tenés una responsabilidad profesional como comunicador e incentivar el odio que puede desencadenar situaciones mucho peores, estás al borde de pasar a ser un instigador. A mi me preocupa cuando alguna de estas plataformas de las más exitosas tienen series de horas y horas con personajes que son criminales pero te terminan convenciendo de que no es tan malo, eso es absolutamente falso. Son horas en que la gente ve lo mismo, creo que van moldeando una forma de pensar que es muy peligrosa. Son personajes que empiezan a ser parte de la familia.