Mucho me han preguntado por los resultados del plebiscito en Araucanía y comunas del Biobio con alta población mapuche. Y la sorpresa que genera en muchos los resultados favorables al rechazo.
Las interpretaciones dan para todo, desde aquellos que sostienen que los mapuche se consideran más chilenos que los porotos a otros que, extremando el argumento, señalan que la plurinacionalidad, las tierras y otras demandas serían ocurrencia de un puñado de mapuche ñuñoinos desconectados del mundo real.
No faltó quien, desde un alto cargo gubernamental, responsabilizó a los propios mapuche de no entender el texto constitucional que se les propuso. Primero, un dato duro: la población mapuche es minoría demográfica (y por tanto minoría electoral) en Araucanía, por tanto no es el voto mapuche el principal responsable de la (histórica) tendencia derechista del voto regional. Si en la región gana la derecha es porque una mayoría electoral (que es winka) vota derecha. Lo sé, ello no explica lo que acontece en comunas donde el porcentaje de voto mapuche si es mayor como Saavedra, Cholchol, Tirúa o Alto Biobio.
Aquí creo que el análisis exige antes que todo un baño de realidad. Hay un porcentaje de la población mapuche que o bien no vota (el conflicto territorial ha desencantado a muchos territorios con la vía electoral) o bien lo hace como clientela electoral de aquellas fuerzas políticas chilenas que impulsaron, muy efectivamente, la opción del rechazo, como consta sucedió con sectores mapuche evangélicos.
¿Se oponen aquellos mapuche al catálogo de derechos indígenas que consagraba el texto o más bien al aborto? ¿Se oponen los aymará de Colchane a la justicia indígena (ya existente en la zona andina peruana y boliviana) o más bien al caos migratorio que acusó el rechazo posibilitaría el nuevo texto constitucional? No lo sabemos, no son datos que recoja la elección.
Luego, la propuesta constitucional emanada de los escaños reservados, ¿fue lo suficientemente socializada, difundida, explicada al mundo indígena? Me temo que no y allí otro baño de realidad: no toda la población mapuche del sur adhiere, apoya o milita en el llamado «movimiento mapuche» y sus variopintas estrategias reivindicativas que van desde lo institucional a la resistencia armada.
Ello obliga a quienes apostaron por el camino constituyente (me incluyo por cierto) a ser innovadores en los discursos, creativos en las formas y sobre todo cultivar siempre una vocación de mayoría, ya que con votos (y no con declaraciones) se ganan las elecciones y los plebiscitos.
Muchos aprendizajes deja sin duda esta elección, prometo profundizar en algunos de ellos en una próxima columna. Por lo pronto a seguir todos y todas con la esperanza intacta, quienes somos herederos de largas y centenarias luchas no tenemos derecho al pesimismo.
*Periodista y escritor Mapuche, autor de Historia secreta mapuche (2017). Delegado ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU