Petróleo

Nación apuesta todo a Vaca Muerta y Chubut se encamina hacia una fuerte crisis petrolera sin plan B

Vaca Muerta dejó de ser una promesa y se está transformando en el epicentro productivo del país. Después de casi diez años de intentos, ahora el Gobierno nacional y las petroleras pusieron proa hacia el desarrollo de los hidrocarburos no convencionales. En ese marco se proyecta una nueva crisis petrolera para Chubut, como producto de la desinversión, la baja de la producción y la retracción en los puestos de trabajo. La declinante realidad petrolera de Chubut no solamente se explica por el despegue de Vaca Muerta, sino que tiene antecedentes de pre crisis que se vienen dando desde hace por lo menos una década. Encontrar equilibrios frente a los convencionales no será nada sencillo para la provincia, aunque terminará siendo más complejo todavía si la clase política provincial no se planta en defensa de los intereses chubutenses.

La crisis que asoma en el horizonte de Chubut se ha ido generando como consecuencia del desplazamiento violento de las prioridades y las inversiones petroleras hacia Vaca Muerta. Es que el Estado nacional tiene en mente desplazar del epicentro productivo y generador de dólares al campo sojero y aspira a equipararlo con la generación de hidrocarburos no convencionales, que a través de la exportación puedan darle a las arcas del Banco Central reservas en dólares.

Vaca Muerta como reemplazo del "campo" agroexportador

Lograr que Vaca Muerta se convierta en un "segundo campo" no será tarea sencilla para la dirigencia nacional, que ha demostrado contundentemente que para el desarrollo de Vaca Muerta no hay grieta. Por eso, desde 2012 destinaron (kirchneristas, macristas y albertistas) más de 12.600 millones de dólares solamente en subsidios a las empresas petroleras. A esa abultada cantidad de subsidios se deben sumar las inversiones efectuadas por YPF y las concretadas por el Estado en el terreno de desarrollo de infraestructura para el fracking.

Los diez años transcurridos no dieron todos los frutos esperados todavía, pero ahora sí Vaca Muerta comienza a consolidarse como el principal polo productivo petrolero y deja de ser promesa para convertirse en una realidad.

No todas son rosas y avenidas sin sobresaltos para llegar a ese objetivo que la dirigencia se propone concretar en pocos años más. Hacen falta muchísimos millones de dólares en inversiones para montar una infraestructura adecuada para el almacenamiento, transporte y exportación de los hidrocarburos de Vaca Muerta.

Inversiones por U$S 75 mil millones

Desde el ámbito empresario se asegura que el fracking podría proporcionarle al país no menos de 17.000 millones de dólares de reservas al Banco Central por las ventas al exterior durante 2030, pero en paralelo advierten que para conseguirlos harán falta inversiones por no menos de 75.000 millones de dólares.

No solamente debe construirse el gasoducto Néstor Kirchner, sino que además habrá que edificar los puertos de exportación y los ductos por donde cruzar la Cordillera de los Andes.

Según fuentes de Tecpetrol, para 2030 se necesitan inversiones por 75 mil millones en Vaca Muerta. El grueso es para los pozos de oil (41.100 millones), seguido de los pozos de gas (13.900 millones). Proyectos como gasoductos y oleoductos implicarán 4.900 millones, mientras que una planta de LNG requerirá 6.000 millones.

Con ese objetivo el ministro de Economía, Sergio Massa, recorre las áridas tierras petroleras de Houston en busca de la atención y las inversiones de los poderosos empresarios estadounidenses desarrolladores del fracking.

Para Vaca Muerta todo, para Chubut nada

Los yacimientos convencionales de Chubut y el resto del país, inclusive los existentes en la propia Cuenca Neuquina, no entran en el esquema propuesto a nivel nacional. Por eso, si las prioridades siguen apuntando a Vaca Muerta, para los chubutenses no queda más que una nueva crisis por venir.

Una cuenca que enciende alertas

Por ahora ese panorama no se refleja tan críticamente, pero sí se observa que la Cuenca del Golfo San Jorge ha dejado de ser prioritaria para los políticos y los empresarios. Ya existen números que encienden las alertas, pero lo peor esta por venir.

Es por eso que el empresariado menciona que la cuenca solamente tiene chances de sortear la crisis si se suma a la oleada pro fracking y pone en marcha la explotación de los hidrocarburos no convencionales existentes en la denominada formación D-129, la otra Vaquita Muerta de la Argentina.

De seguir bajando la producción petrolera, con menos inversiones y reducción de reservas; inexorablemente habrá crisis petrolera; que impactará en la cantidad de empleo y en la economía chubutense y regional.

La pre crisis chubutense

La crisis por venir no tiene su basamento solamente en lo que sucede en la actualidad, sino que se remonta a diez años de retrocesos constantes que se vienen produciendo en materia petrolera en Chubut.

Desde hace una década el panorama petrolero chubutense viene marcando preocupantes niveles de retroceso y se han profundizado en los últimos años, particularmente desde los años 2016 y 2017.

El primer achicamiento significativo de la producción de crudo Escalante se produjo en 2012, coincidentemente con la primera irrupción de Vaca Muerta en la escena nacional. Tras una recuperación que nunca llegó a los niveles de 2010, desde 2016 en adelante todo fue en declive en los yacimientos chubutenses.

El punto más crítico se alcanzó en 2017 y la remontada de los dos años posteriores jamás alcanzó los niveles del retroceso de 2012. Con la aparición de la pandemia se volvió a bajar el nivel productivo y el año pasado no se recuperaron los niveles pre Covid, para dejar a Chubut en su nivel más bajo de la última década.

Con las reservas petroleras sucede lo mismo y aunque algunos retrocesos tienen fluctuaciones menores, la conclusión que arrojan es la misma. En 2021 Chubut cerró con sus peores niveles de reservorios de los últimos diez años.

Cuando se analiza lo sucedido con las inversiones petroleras se detecta que en 2012 se produjo una primera caída de importancia, junto con el primer desplazamiento hacia Vaca Muerta; pero luego se dio una remontada significativa que llevó en 2015 al máximo nivel del período analizado.

2016 significó un abrupto derrumbe de las inversiones en la provincia y sólo se lograron reubicar levemente en 2019, para después volver a caer por la pandemia y desplomarse en 2021 a los niveles más bajos de la década.

El empleo en el sector petrolero acompañó a cierta distancia la curva de las inversiones. Trepó a su máximo nivel provincial en 2015 y fue retrocediendo de manera progresiva sin caer por debajo de los puestos de empleo contabilizados en 2010.

Durante 2018 se decreció a los peores números de la década y al año siguiente se remontó esa caída a pesar de la pandemia; pero nunca se volvió a incorporar personal en una cantidad como la que ingresaba a los yacimientos chubutenses entre los años 2014 y 2015.

Ahora con Vaca Muerta rodando a una mayor velocidad y con las perspectivas de un despegue mucho más intenso, siempre y cuando se mantengan los altos precios internacionales del crudo, Chubut deberá enfrentar una nueva crisis por venir con mayores debilidades y con posibilidades de no poder enfrentarla.

Encarar y anticiparse a estos problemas es un desafío que hoy no aparece en la agenda de la clase política, pero indefectiblemente se hará evidente en el horizonte cercano. El final está abierto, aunque el panorama no es alentador.